Por:
José Miguel Cobián
Así, exactamente como el título de esta columneja, es el apelativo
que merece la mayoría de los mexicanos cuando suben a un puesto público. Tal parece que cumplir el rol de funcionario
público implica convertirse en aquello que tanto se criticaba desde la trinchera
de afuera. En todos lados se cuecen habas,
y hoy tengo ganas de desahogarme contigo amable lector@.
Comienzo con los secretarios de estado. En los últimos días se me
ocurrió verificar de dónde vienen los que están a nivel estatal y federal. Con sorpresa veo que más de uno proviene de
la iniciativa privada. Y no sólo el secretario, también muchos subsecretarios y
funcionarios menores. ¿Y que te
encuentras? Cada uno de ellos hace hoy
lo que ayer desde la iniciativa privada criticaba.
Veo secretarios solapando aviadores y lamebotas, los primeros por
compromisos y los segundos porque el ego les come el seso y necesitan su cauda
de adoradores. Millones de pesos se
gastan en nóminas de personas que no hacen nada. Por cierto, se le recuerda a los secretarios
del estado de Veracruz, que el gobernador acaba de emitir una orden para
reducir nómina de personal improductivo.
Miguel Ángel por segunda vez les da un aviso, y uds debieran de
escuchar. La ciudadanía se da cuenta
que existen muchos aviadores. Y eso se
castiga en las urnas. Al mantener a sus
adoradores o inútiles, lo único que hacen es perjudicar su proyecto político y
el proyecto de aquél al que sirven, porque eso de pensar que sirven a los
veracruzanos es una falacia.
Volviendo al tema, se escucha fuerte el comentario de algunos
subsecretarios que provienen de la IP y están haciendo exactamente aquello que
criticaban. Se toman la foto en todo
evento, y participan en todo lo que les conviene, pero no se nota un gramo de
trabajo en bien del sector que deben de atender. En Veracruz parece que la línea es aparecer
en todos lados, desde el gobernador para abajo, todo mundo se reúne con todo
mundo, platica, habla, y estamos inundados de bla, bla, bla, bla. Pero el trabajo efectivo es muy poco. Se entiende que el gobernador tenga que dar
la cara por los problemas, pero hay secretarías que no han tenido en los nueve
meses una sola reunión de gabinete. No
tienen rumbo, no hay planes con el
pretexto de que son sólo dos años. Y entonces todo mundo no trabaja, y cada quien hace lo que cree que
le conviene para su futuro. Mientras
Veracruz les importa un pepino. En la
burocracia estatal se practica el mexicano harte de hacerse tonto y cobrar la
quincena.
Así vemos funcionarios que utilizan el puesto para obtener (como
siempre) beneficios personales y de grupo, sin que sus superiores les llamen la
atención, en un afán de fingir a ojos de los ciudadanos que todo es armonía,
cuando las patadas bajo la mesa son notorias, y los golpes bajos suenan más que
si fueran por arriba del cinturón.
Asco da ver que aquéllos que criticaban el beneficiarse con un puesto
público ahora se dan cuenta de que sus subordinados lo hacen y por discreción
se callan.
En los funcionarios que ya tienen algo de tiempo en la
administración pública el problema es grave. Allí no hay mayor criterio que la
voluntad de la familia real. El problema es que su ínfimo nivel intelectual no le permite al funcionario
menor entender que los intereses de la familia real se basan en el mejor
servicio público y la mejor atención a los ciudadanos con el fin de ser bien
vistos para los proyectos futuros. O
quizá con la maña de no entender, la corrupción y el abuso están a la orden del
día, sin que nada ni nadie pueda parar la molestia ciudadana que crece día con
día.
Se entiende que no haya vocación para pensar en el beneficio de
Veracruz. Se comprende también la pequeñez al nivel de estar en un puesto de
medio pelo, y sentirse el amo o la ama del mundo. Lo que no se entiende es la razón por la cual
se traiciona hasta la educación recibida en casa. Tal parece que subirse al rol de funcionario
público implica traicionar la buena cuna, la educación, la lucha contra la
corrupción, la búsqueda de eficiencia, la transparencia y todo con el afán de
aparentar lo que no se es. Me explico,
el pequeñín que llegó a cierto puesto por el único mérito de tener cierta
amistad con alguien importante en Acción Nacional, cree que ser déspota,
prepotente, arbitrario, ignorar al ciudadano, no cumplir su función y de ser
posible beneficiarse con el puesto, es lo adecuado. Eso no conviene ni a los Yunes, ni a Acción
Nacional ni a Veracruz ni a México. Pero
ellos juegan su rol como su pequeño cerebro les da a entender.
Hay otros casos, en los cuales se reciben órdenes del superior de
hacer lo incorrecto. Y por necesidad o por el ego de disfrutar el puesto, se
llevan a cabo dichas órdenes, en lugar de explicar el error en que se
incurre. Total, que la administración
pública en Veracruz está de cabeza.
Entrando al terreno de los cachetones y sinvergüenzas, el colmo de
el arte de ser cachetón lo practican funcionarios menores de sefiplan
responsables de contratos y adquisiciones.
Quien esto escribe tiene información de muchos inmuebles que rentaba la
anterior administración, mismos que siguen ocupados por la actual, pero el
gobierno de Miguel Ángel Yunes no paga renta, no renueva contratos y tampoco
desocupa, ejemplifican en hechos el abuso de poder. En un par de reuniones se ha comentado que
la encargada no recibe a los propietarios, no atiende llamadas, y elude la
responsabilidad pare resolver el problema.
Tiene la ventaja de ser joven y guapa, pero los arrendadores no tienen
tiempo de que aprenda su función. Los
problemas se deben resolver, no dejar que se acumulen.
Cuando Miguel Ángel, en aquél entonces candidato firmó un acuerdo
con el actual presidente de Concanaco dónde establecía que los adeudos justos se
pagarían y habría una administración ejemplar, muchos acreedores pensaron que
habría mano firme, pero también justa e íntegra... A la fecha siguen esperando, sin esperanza y
comenzando a cambiar su criterio. La
realidad desengaña.