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El Baldón: Fanatismo o estulticia Por José Miguel Cobián

El Baldón: Fanatismo o estulticia

Por José Miguel Cobián
Me he encontrado con distintos amigos que simpatizan por Acción Nacional, y salvo una honrosa excepción, cuando hemos platicado sobre las elecciones, invariablemente escucho los mismos comentarios, como si todos los simpatizantes del partido azul recibieran una consigna y la creyeran al pie de la letra, sin analizar lo que dicen, y mucho menos, trascender más allá del comentario inicial. La única persona que analiza y permite una discusión razonable, basada en hechos y no en rumores o difamaciones es una mujer de ascendencia italiana. Algo curioso, porque en nuestro país, a las mujeres normalmente no les interesa la política y en el caso de las ragazzas, el acendrado catolicismo generalmente las inclina a una derecha más radical.
Cada elección escucho los mismos argumentos, y me apena que personas que se supone son pensantes los expresen sin el mínimo cuestionamiento. Por ejemplo, recuerdo al ex candidato a la municipal en Córdoba haber expresado que aquéllos que votan por el PRI son ignorantes o son nacos, y uno de sus simpatizantes agregó: ¨O les conviene¨. Ese argumento fue repetido en todos los casos por mis amigos panistas. Al escucharlos yo pensaba en la falta de respeto a la libertad de elección de los demás, pues yo jamás pensé que quien votara por el PAN o por el PRD debía ser una persona tonta, ignorante o cualquier otro calificativo despectivo. Al contrario, en el caso del PRD conozco personas muy ilustradas, cultas, preparadas y sobre todo conocedoras de la realidad social del país, preocupadas por ese 60% de la población que no avanza en su bienestar económico y nivel de vida. Lamentablemente, este grupo de ¨pensantes¨ en el PRD no siempre logra ser escuchado entre la barahúnda que representa ese partido. Sin embargo, jamás me he avergonzado cuando he votado por sus siglas en cualquier elección. Tampoco he pensado que quien vota por el PAN es un estúpido, y en muchas ocasiones cuando en lo personal considero que es un verdadero error votar por los candidatos azules, jamás he cuestionado el voto de quienes por ellos se inclinan, pues creo en la vocación democrática de México, y aspiro a que poco a poco lleguemos a una democracia perfeccionada y avanzada. Es más, las pocas veces que he votado por acción nacional en función de su candidato, jamás me he arrepentido ni avergonzado, salvo cuando voté por Fox. Como no me avergüenzo de haber votado por el PRI cuando así lo he considerado pertinente.
Cuando escucho a alguien expresarse mal de quien simpatiza por otro partido político comienzo a preocuparme porque el fantasma del fascismo ronda. Cuando alguien afirma cualquier tontería porque otra persona que él considera de mayor jerarquía se lo dijo, sin analizar la posibilidad de que pueda ser falso lo que se afirma, me preocupo aún más, pues entonces percibo intolerancia, esa intolerancia que tanto criticamos en cualquier religión y que tanto dolor y daño le ha causado a la humanidad.
Normalmente quien es intolerante no escucha a los demás. Afirma tener la razón por encima de cualquier prueba o razonamiento y sólo escucha a quien él considera calificado, sin prestar atención a cualquier argumento en contra de su posición. No conoce la empatía, y por lo tanto, tampoco puede entender una visión de la realidad diferente a la suya. Así el único camino es el del enfrentamiento, generalmente verbal, pero en más de una ocasión, cuando hay intolerancia y ausencia de diálogo, se llega a más que gritos y discusiones. Es decir, esa postura de yo tengo razón y tú no, porque me lo dijo mi superior, rompe con la armonía social, y lo que es peor, aunque sean minorías, quieren imponer su criterio en el modo de vida de las mayorías. En el caso de la política lo vemos cuando un candidato perdedor discute y protesta como ha sido el caso del partido de Convergencia, que en estas elecciones demostró el verdadero nivel en el que se encuentra, a pesar de haber crecido en municipios que gobernará a partir del 1 de enero próximo. Ridículo se vio su líder moral al raparse a coco en protesta por sus resultados en una elección que queda claro, de todas maneras no hubiera ganado.
Ridículo también se escuchó al candidato a gobernador del PAN reclamar el voto por voto y casilla por casilla, cuando la legislación electoral lo prevé pero sólo en ciertos casos, cuando la diferencia es menor al 1%. Y luego, cuando tuvo en su poder todas las actas, sólo entonces notó que había perdido la elección y cambió su discurso, por otro para buscar anular la elección, y si no le resulta, ya le escucharemos otro distinto, en lugar de actuar con madurez y reconocer su derrota.
Como conclusión cabe recordar que el fanatismo es lo más alejado a la razón, y el fanatismo político o religioso o en el peor de los casos el político-religioso es el más grave y peligroso de los fanatismos, que puede ocasionar volver a derramar sangre de hermanos mexicanos, como ya sucedió en la guerra de reforma, las guerrillas contra Santana, la revolución y la guerra Cristera. México tiene que aprender de su historia aunque muy pocos mexicanos la conozcan, y no repetir los mismos errores por ignorancia y sobre todo por forjar ídolos de barro en aquéllos en los que algunos ven la posibilidad de escalar socialmente, sin cuestionar sus palabras y acciones. Nada más lejano de la doctrina social cristiana que la intolerancia, la calumnia y el fanatismo.
www.josecobian.blogspot.com miguelcobian@gmail.com
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