El
Baldón: Carta a Don Enrique Peña
Por
José Miguel Cobián
Señor Presidente, soy un humilde ciudadano
de un pueblito del estado de Veracruz denominado Córdoba. Me dirijo a usted sumamente preocupado por la
situación del país. A raíz de su llegada y la de su gabinete, las cosas no han
mejorado. Al contrario, todo se percibe
más complicado.
No es sólo la cifra de muertes por el
crimen organizado, las cuales ya se ocultan de manera consuetudinaria en la
prensa nacional. Tampoco es sólo el problema de Michoacán, que tiene siete
años, y no se vislumbra solución. Ni es el hecho de que ni usted visite ese
estado mexicano. Tampoco es el asunto del juego ese llamado pacto por México,
que si bien está funcionando para llevar a cabo las reformas que usted y su
equipo proponen, también está sirviendo como medio de chantaje de las fuerzas
políticas, como si al apoyarlo le hicieran un favor, en lugar de considerar si
apoyarlo es correcto o incorrecto en función del destino de la Patria.
La economía nacional va en picada, ya la
cifra estimada de crecimiento anda en menos del uno por ciento, y a pesar de
ello, el manejo de las finanzas públicas sigue siendo en función de las tripas
y no del cerebro. Se castiga a los
estados y municipios de oposición, y a los que no lo son, pero no son bien
vistos en los pinos o enfrente de la alameda central. Eso ha provocado que el
gasto público vaya en picada, con enormes subejercicios, que frenan la economía
y favorecen el desvío de recursos públicos.
Su gobierno no puede darse el lujo de hacer lo mismo que el PRI
criticaba del sexenio de Calderón.
La sensación de que todo marcha peor, se
refleja en las encuestas, que al evaluarlo a estas alturas de su gobierno, lo
tienen debajo de la evaluación pública de Fox o de Calderón. Esa sensación de que su gobierno negocía la
ley es alarmante. De un gobernante se
espera primero que nada el cumplimiento estricto de la ley, y en el caso de su
gobierno, se percibe un manejo político de la aplicación de la ley, acorde a
los criterios de quien tenga que tomar tal o cual decisión. Y recuerde que la
ley es el edificio sobre el cual se cimenta la convivencia social, y si no hay
ley, hay anarquía, y por lo tanto se deslegitimiza cualquier acto de
gobierno. No puede dejar de aplicar la
ley ni con la CNTE ni con nadie más.
Aumentar los impuestos en momentos
recesivos es un grave error y nos recuerda que fue durante los gobiernos
priístas que la nación sufrió las peores crisis económicas. Hoy, una vez más se aplica la frase de Bill
Clinton en su debate con Bush ¨Es la economía estúpido¨. Una frase que en su gabinete económico no
parece permear. Le sugiero
respetuosamente que deje de pensar en función de agradecimientos por la campaña
o lealtades y comience a evaluar a su gabinete en función de su
eficiencia. Eso de que no salude al secretario
de gobernación manda un muy mal mensaje, y si pasa lo mismo con el de
educación, se multiplica el mal efecto del mensaje. Usted sabrá y quizá muchos mexicanos lo
entendemos, pero si nosotros y usted consideramos que no han hecho bien su
papel, entonces ya es momento de buscar mejores opciones. Le recuerdo que tiene en Manlio Fabio un
prospecto para secretario de gobierno, con pantalones y conocimiento suficiente
para aplicar la ley y aplacar el país.
La desesperación de niños y jóvenes es
cada día mayor. Hoy se escucha a niños
de 16 años considerar seriamente trabajar para el crimen organizado, y los
jóvenes también piensan igual, al no haber mejores oportunidades de trabajo
para ellos. Y lo peor, es que la
esperanza se perdió este sexenio demasiado pronto. Ya no hay expectativas de
que algo mejore. Incluso si pasa su reforma energética, los mexicanos piensan
que los beneficiados serán unos cuantos como siempre, y que el país será
saqueado una vez más. Pero no es sólo
el pensarlo, o la desazón pública, sino también que desde su gobierno no hay
mensajes claros respecto a combatir la corrupción y la impunidad. Tal parece que una vez más, los que ganaron
las elecciones, llegaron como piratas al saqueo indiscriminado en lugar de a
cumplir como mandatarios, es decir, obedecer la voluntad del pueblo para
gobernarlo.
La confianza en las fuerzas de seguridad
pública cada vez es menor. Cada vez hay más mexicanos considerando armarse para
protegerse ante la incapacidad del gobierno para hacerlo. Y lo que es peor,
muchos piensan armarse para protegerse de los abusos de las propias fuerzas
gubernamentales, convertidas en funcionarios de seguridad y al mismo tiempo en
criminales, o aliados de criminales.
Educación, economía, salud, trabajo,
impuestos, seguridad, energía. La percepción es que estamos mucho peor. Estamos atrasados 700 años en cuanto a
aplicación de justicia. Tenemos órganos estatales represores, más no
proporcionan justicia a una sociedad ávida de ello.
A ojos de muchos su gobierno se está
desmoronando y todavía no llega al primer año. Yo en lo personal no creo que se
pueda ganar una presidencia siendo un incompetente. Más bien creo que se han
elegido las políticas inadecuadas. Y no se ha querido tomar con mano dura la rienda
del gobierno federal. En sus manos está
corregir el rumbo y comenzar a mejorar, o seguir el camino al precipicio al que
nos lleva a todos.
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