Crónicas Urgentes























Claudia Constantino













Ponerse en marcha a Papantla, para asistir a la edición número 16 de la Cumbre Tajín no presupone emoción alguna y sí mucho esfuerzo; no es el plan austero recién anunciado por el gobernador Javier Duarte (muy tarde, por cierto) lo único que acrisola esta sensación de que "algo falta".




Salimos muy temprano de Xalapa; es sábado; tercer día de cumbre; aunque la primavera entró ayer a las 16:45, miles se congregarán en torno a la pirámide de los nichos de la ciudad ceremonial de El Tajín, hoy al medio día, como cada año.




La misma carretera: angosta, con sus hondos baches y sus muchos topes. A la derecha, cada tanto del camino aparece el Golfo de México. Poco antes de la Costa Esmeralda; paso migratorio de las aves; grandes nubes de éstas, salvan del tedio a la mañana.




Al Takilsukut arribamos sin demora, no encontramos el tráfico habitual para Cumbre Tajín; acreditarse; acomodarse; casi es medio día y el parque temático sigue medio vacío. "La gente fue a la pirámide", nos aseguran. Por la tarde esperan mejore la afluencia. La cantidad de gente depende de las bandas que toquen en el masivo del nicho de la música; el día de más éxito ha sido cuando estuvieron: Los Ángeles Azules y La Banda Limón, nos reportan. No vimos tal éxito.




Las escuelas de los alrededores fueron invitadas a venir sin pagar, por eso vemos a niños y jóvenes uniformados. 




En el Kantiyan o casa de los abuelos, los candidatos a suceder al recién fallecido Juan Simbrón, líder del Supremo Consejo Totonaco, se apresuran a recibir a los visitantes distinguidos, repitiendo para cada grupo de ellos, el mismo discurso, como si fuera el guión de una representación teatral. La gran foto del Tata Juan, impresa en la manta que cuelga afuera del Kantiyan, reza: "el alma del totonacapan".




En efecto, esta cumbre y este totonacapan se han quedado sin alma.

Cuentan que por eso las discusiones sobre el futuro del Supremo Consejo Totonaco está muy jaloneado y manoseado.




El discurso oficial dice que La Cumbre Tajín, es tan exitosa que otras naciones latinoamericanas los copiarán (Chile y Perú). Es bien sabido que es muy buen negocio para quienes tienen la concesión y para su socio perenne: el gobierno del estado.




Fuera de la Cumbre Tajín, recorrer las muchas comunidades 

Indígenas de Papantla, es un viaje al atraso y la marginación. Fuera del showbiz, esta región no tiene mucho de próspera y pintoresca. 




El sol, no se tapa con un dedo y a este pueblo no le podrán impostar un alma nueva, por muy buenos mercadólogos que tengan. El alma del totonacapan proviene de otro lado y no es de La Cumbre Tajín.