El Baldón: Engañar al ignorante, defender lo indefendible
José Miguel Cobián
Imagina
que tienes un hijo que lleva 20 años con su tienda de abarrotes, y que cada mes
de esos 20 años, te ha pedido dinero, porque su tienda de abarrotes cada mes
pierde dinero. Llevas 240 meses
subsidiando la tienda de tu hijo, y haciendo corajes, porque sabes que los
empleados de tu hijo tienen salarios superiores a los del resto de los
mexicanos. Sabes que tu hijo se da vida de rey sacando dinero de la tienda de
abarrotes, y ha contratado empleados de confianza que también ganan muy por
encima de lo que gana el resto de los mexicanos, y lo que es peor, te enteraste
que tu hijo le otorga jubilación a sus empleados a los 55 años, vacaciones de
30 días, aguinaldo de 90 días, etc., los que te salen más caros a ti, porque
ganan muy bien sus empleados. ¡Y todo,
pagado por una tienda de abarrotes que jamás ha tenido utilidades, que se
mantiene gracias a que tú cada mes le das dinero a tu hijo para pagar todas las
pérdidas de su tiendita. Hoy hiciste
cuentas y con lo que le has dado a tu hijo de subsidios ya hubieras pagado 10
tiendas como la suya, que si estuvieran administradas de manera eficiente,
generarían utilidades. Lo mejor es que
tu hijo, siempre afirma que la tienda es patrimonio de la familia, y que es una
bendición para la familia. Mientras tú sabes
que sólo ha servido para beneficiar a unos cuantos, y perjudicar el patrimonio
de toda la familia tirando dinero bueno al malo.
Exactamente
esa sensación que tuviste al leer el párrafo anterior, era la sensación que
teníamos los mexicanos hasta que llegó el gobierno de Carlos Salinas de
Gortari. Todos los gobiernos anteriores
nos decían que era ¨nuestro¨, que era ¨bueno¨ para México, estar subsidiando
haraganes incompetentes que se llevaban buena parte de nuestro presupuesto, en
pagar sus excesos de beneficios laborales, de gastos absurdos, de dinero
desviado vía corrupción.
Cuando
Carlos Salinas de Gortari llega al poder, se da cuenta de que el presupuesto de
México ya no aguanta para seguir manteniendo a unos cuántos mexicanos
privilegiados, y decide hacer lo que hasta hoy se considera uno de los mayores
aciertos de su administración:
Privatizar los activos públicos que más pérdidas generan a la tesorería
de la Nación, y sólo quedarse con bienes estratégicos como el petróleo o la
electricidad.
Así,
de un día para otro, comenzó a alcanzar el dinero público para invertirlo en
escuelas, en salud, en bienestar de los mexicanos. Mejoró mucho la calidad de vida del
mexicano, incluso la esperanza de vida medida en años, aumentó
significativamente a partir de que se tomó esa decisión. A cambio, los mexicanos mejoramos
brutalmente en los servicios de las empresas que se privatizaron. Por ejemplo, Telmex pasó de ser una empresa
que necesitaba subsidios a una empresa que paga enorme cantidad de impuestos, y
además mejoraron el servicio. En
aquéllos años, para conseguir una línea de teléfono tardabas meses o años en
conseguirla, el servicio era muy malo y además muy caro. Si comparas lo que te cuestan ahora los
servicios de Telmex, todo México salió ganando con esa venta a particulares.
Volviendo
al tema de la tienda de abarrotes, todos en la familia pensarían, que es mejor
vender esa tienda, que seguir ¨echándole dinero bueno al malo¨. Seguramente muchos estarían encantados de
venderla en un peso, con tal de evitar seguir gastando en ella, pues ya se
dieron cuenta de que tu hijo es el peor administrador que existe. Hay miles de tiendas de abarrotes en el mundo
en manos de gente eficiente, que generan utilidades, pero resulta que la que
maneja tu hijo, tiene pérdidas siempre.
Ese
hijo de la tienda de abarrotes es el gobierno.
Cualquier negocio que pongas en manos del gobierno mexicano genera
pérdidas estrepitosas, y con ello, exige que el dinero de nuestros impuestos se
utilice para subsidiar ese negocio, en lugar de usarlo para beneficio de todos
los mexicanos, y aun así, hay muchos mexicanos que piensan que los negocios del
gobierno son ¨nuestros¨. Y no acaban de
entender que son ¨nuestros¨ cuando de pagar sus pérdidas se trata, pero que cuando
otorgan beneficios no son ¨nuestros¨, pues los beneficios solo son para unos
cuántos.
Por
ejemplo, durante el sexenio de Peña, mediante el pago de una indemnización, se
logró aumentar la edad de jubilación de los empleados de CFE. Llegó AMLO, y Bartlett regresó la edad de
jubilación a 55 años. Sus decisión fue
política, para obtener el agradecimiento de los empleados de CFE, en perjuicio
de todos los mexicanos, que seremos quienes tendremos que pagar las pensiones
tempranas de todos los empleados cuando se jubilen. Pero además, CFE que es ¨nuestra¨, resulta
que le paga salarios mucho más altos a sus trabajadores, más altos que el que
tú ganas, y sin embargo, tú eres el que tiene que pagar las pérdidas de CFE. En resumen, tú que no tienes pensión, o que
la tienes pero pequeña, con un salario inferior, tienes que pagar los altos
salarios y las pensiones de los empleados de CFE. Pero no nada más eso, también todas las
compras que por corrupción o por error perjudican a la empresa. A fin de cuentas si pierde, tú querido
mexicano pagarás esas pérdidas, por lo tanto, a nadie en el gobierno le
interesa que tenga utilidades. Y aun
así, te agarran de tonto y te crees la
historia de que la CFE es de los mexicanos.
Por
cierto, en este sexenio se han multiplicado las pérdidas de todas las empresas
del gobierno mexicano.
Usé
CFE como ejemplo, pero Pemex Refinación podría haber sido otro ejemplo de lo
que nos cuesta una empresa fracasada y mal administrada. Sobre todo cuando el administrador actual
sigue generando pérdidas cada vez mayores, que exigen mayores subsidios de tus
impuestos. Un mal administrador que no ha sabido corregir los errores de
sexenios anteriores, sino que por el contrario ha generado más errores… ¡Y
todavía hay idiotas que presumen que la electricidad o el petróleo son
nuestros! … cuando hay pérdidas, pues
las utilidades son para un pequeño grupo que de esas empresas se beneficia.
elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex
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