Ángel Lara Platas
Venustiano Carranza pensaba que el país debía vivir democráticamente y
regir sus relaciones por el derecho.
Para ello inició una serie de reformas que más tarde incorporó a la
constitución. De igual manera, concebía las relaciones internas de la sociedad
normadas por el derecho; también pensaba que el derecho de las naciones a su
propia existencia debía prevalecer sobre la fuerza.
Para llevar a la realidad este principio, Carranza nombró como Oficial
Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores a Isidro Fabela.
Fabela, joven abogado originario de Atlacomulco, Estado de México, tenía
una amplia trayectoria en política y gozaba de reconocimiento. Cuando el
dictador Victoriano Huerta se apoderó del gobierno, Fabela decidió abandonar un
congreso que avalaba las acciones del usurpador y se marchó a Coahuila, a las órdenes
de Carranza, quien había sido nombrado por los legistas primer jefe del
Ejército Constitucionalista y encargado del poder ejecutivo.
A Isidro Fabela lo preocupaba la nueva relación que habría de establecerse
entre México y su vecino del norte. Estaba convencido de que solo asumiendo una
actitud cautelosa de la integridad y de la soberanía del país podía
garantizarse la existencia de México como nación. No proponía una política
exterior suicida, ni aspavientos de fuerza bruta, sino la búsqueda de la
prevalencia de los derechos, la autonomía sobre asuntos internos y el trato
igualitario entre las naciones.
El estilo diplomático de Fabela supo resolver atinadamente el conflicto que
la muerte de William Benton hubiera podido desatar. Benton -ciudadano inglés-,
había sido fusilado por las fuerzas villistas y ello dio lugar fuerte crítica
de la opinión pública mundial.
A manera de explicación, Villa envió un telegrama a Carranza explicándole
que Benton había intentado asesinarlo y que él logró desarmarlo. Para hacer
justicia, había enviado al frustrado homicida a un consejo de guerra, mismo que
lo encontró culpable y lo mandó ejecutar.
Pero en los hechos no habían ocurrido así. Fabela averiguó que el ciudadano
ingles le había reclamado a Villa ciertos abusos contra sus propiedades y que
el General ni siquiera se había disculpado, y menos aún le había ofrecido
explicaciones.
El inglés se enfureció y vociferó frente al Centauro del Norte para
desahogar su enojo por la arbitrariedad sufrida. Como la ecuanimidad no era
virtud de Villa, respondió a las agresiones verbales de Benton con unas
bofetadas y una orden de fusilamiento.
El asunto era grave y el reclamo del gobierno inglés no se hizo esperar. La
protesta fue secundada por varios ciudadanos estadounidenses que ansiaban una
intervención armada en México. Los cónsules norteamericanos de Nogales y El Paso exigieron una
explicación satisfactoria de los hechos al Primer Jefe Constitucional don
Venustiano Carranza.
Hábilmente, Isidro Fabela cuestionó la injerencia de Estados Unidos en el
asunto, a lo que el Departamento de Estado contestó que lo hacía a petición de la Embajada
Británica. Fabela encabezaba la Secretaría de Relaciones Exteriores y no aceptó
la representación estadounidense, que parecía oficiosa, en un asunto ajeno a la
competencia estadounidense. Informó cortésmente que daría satisfacciones
solamente al gobierno inglés.
Además solicitó que todo asunto internacional se le remitiera a él en su
carácter de representante del poder ejecutivo en el país.
Con esa sutil táctica, la habilidad diplomática de Fabela logró imponerse,
pues supo, “sin gritos ni sombrerazos”, manifestar la firmeza de los
constitucionalistas en materia de la autodeterminación de México y, a la vez,
obtuvo en cierto modo el reconocimiento del gobierno de Carranza por parte de
naciones extranjeras.
Isidro Fabela, diplomático durante el periodo presidencial de Carranza, y
por muchos años más miembro de academias y sociedades de internacionalistas,
logró reafirmar los vínculos de México con Latinoamérica y el reconocimiento de
las grandes potencias para el gobierno constitucionalista.
Además de su carrera como diplomático, Fabela fue gobernador de su estado
natal (1942-1945). También es considerado como fundador en su entidad del Grupo
Atlacomulco, con gran influencia en la política nacional.
Las inquietudes
revolucionarias de Isidro Fabela estuvieron Influenciadas por su maestro de
Derecho Constitucional Rodolfo Reyes.
Al escribir el libro
Mis Memorias de la Revolución Mexicana, Fabela manifestó que estudiar la
Constitución de 1857 le había hecho comprender que “el estado de injusticia creado
por el régimen porfirista tenía que llegar a su término en plazo perentorio”.
En 1910, una vez
definido su interés por participar en la política, Fabela se sumó
a la causa de
Francisco I. Madero participando en la fundación del Club Liberal
Progresista y
asistiendo a las reuniones de la Casa del Obrero Mundial, proscritas en
aquellos días.
Fue contemporáneo y
amigo de José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes, Genaro Fernández
McGregor, entre otros muchos intelectuales.