Crónicas urgentes
Otras caras, nuevas manos
Claudia Constantino
Es claro
que los buenos funcionarios no se dan en maceta, y menos aún los honestos, pero
sin duda una de las atrocidades del sistema es esa práctica frecuente de
reciclar a quienes ya probaron suerte en la función pública sin notorios
resultados. En el “nuevo proyecto político” de Veracruz, que arrancará el
primero de diciembre, veremos muchas caras conocidas, y no todas de grata
memoria.
Aunque es un ejercicio ocioso, uno
se pregunta cómo se venden estos personajes, cómo se vuelven atractivos a los
ojos de quienes los rescatan del olvido y la inactividad. Porque es común ver a
expolíticos vueltos prósperos empresarios, que tras eso sienten que son muy
buenos administradores. O qué tal aquellos que por haber vivido una temporadita
en el extranjero, ya se siente muy de primer mundo y que puede aportar grandes
ideas a una ciudad, un municipio o al estado.
Aunque parece cosa sencilla, así lo
hacen parecer tantos ignorantes oportunistas que hemos visto de funcionarios;
la administración pública no debería ser sólo tema de bromas y provocar
risa. Deberíamos estar más atentos a
quienes nos administran y hasta nos gobiernan y cuáles son los reales méritos
que ostentan.
Parece un chiste cuando un exsecretario
desempleado hace lustros, un día despierta con ganas de volver y llama a su amigo
mejor colocado y le platica que tiene algunas inquietudes y propuestas que le
pueden servir para perfilar un proyecto turístico, artístico o cultural. Lo
hace, y voilà, el amigo consigue que, para empezar, lo hagan director de un
festival en la capital del estado.
Ejemplos como este hay centenares;
la administración pública es una carrera que muchos ejercen sin mayor trámite
que una buena amistad o compadrazgo. Ante la pésima administración del gobierno
estatal, y el precio que pagaron, perder la gubernatura, los ciudadanos
esperaríamos que hubiesen aprendido la lección, que hubiesen entendido que no
pueden seguir manejando lo público como si se tratara de su empresa privada.
Pero no.
El gobernador electo ha generado
“hoy, hoy, hoy”, una gran expectativa, casi tan grande como la que hizo famosa
la frase entre comillas. A partir del primero de diciembre veremos cuánto podrá
hacer diferente y si, en esa diferencia, sigue poniendo en evidencia los yerros
que resultan de favorecer a los amigos y compadres.
En las urnas, los veracruzanos
recientemente le recordaron a la clase política que sí los observa, sí nota sus
excesos y también pueden hacer que se arrepientan, al menos temporalmente, de
sus desatinos. Los amigos de los
políticos bien colocados deberían mostrar su aprecio por ellos, dejándoles de pedir
puestos, oportunidades o presupuestos para experimentar con sus inquietudes.
El próximo año, los veracruzanos
volverán a las urnas. Volverán a ejercer su voto, que a todas luces seguirá
siendo de castigo. En muchos municipios la elección será muy cerrada: el PRI
tratará de volver y el PAN de avanzar, lo mismo que MORENA. La sociedad, más
despierta y mejor informada, se apresta a sacar real provecho. No como los
amigos de alcaldes, senadores, diputados, secretarios y demás hombres en el
poder.
Ya no es de chiste: en esta esquina,
la clase política y sus prácticas ancestrales; en esta otra, más veracruzanos
tratando de mandarlos a la lona. Más ciudadanos pidiendo otras caras y nueva
manos, más limpias.
Cualquier
comentario para esta columna que busca y no encuentra a:
Twitter: @aerodita





