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TURCO, EL HERÓE DE HAITÍ

POR: MARICARMEN GARCÍA ELÍAS

Muy poco se ha hablado de los animales de Haití quienes tras el terrible terremoto han padecido penas similares a las de las personas de aquel país. Se calcula que existe medio millón de animales abandonados tras el terremoto y los que tienen dueño es como si no lo tuvieran pues la situación aún es critica para ambos principalmente en lo alimenticio.

Por si el problema de la hambruna fuera poco, muchos de estos animales están heridos o enfermos como consecuencia del desastre, sólo 100 mil de ellos están vacunados contra la rabia, el gobierno de Haití carece de medicamentos suficientes para proteger a los cerdos y el ganado contra enfermedades comunes como ántrax y cólera porcina.

Afortunadamente una coalición conformada por organizaciones de protección animal llegó a Haití. El equipo representa a la Coalición para el Rescate de Animales en Haití (ARCH, por sus siglas en inglés) que fue formada específicamente para atender la crisis en el país caribeño y es liderada por la Sociedad Mundial para la Protección Animal (WSPA) y el Fondo Internacional para la Protección de los Animales y su Hábitat (IFAW).

El equipo de la ARCH está reuniéndose con funcionarios del gobierno haitiano y de agencias internacionales como Naciones Unidas, para definir los problemas más apremiantes del país en cuanto a los animales e identificar posibilidades de planeación a largo plazo que incluyan un programa de vacunación a gran escala, servicios de control de poblaciones animales, un quirófano móvil y opciones para crear y mejorar la infraestructura veterinaria.

Cabe mencionar que de por sí los animales de Haití no vivían en optimas condiciones antes del terremoto pero ahora es peor, sin embargo las organizaciones no gubernamentales tratan de que la calidad de vida de los animales mejore de ahora en adelante al igual que la de los haitianos, viendo esto como algo positivo dentro de la tragedia que ocurrió.

La mayoría de los miembros de la ARCH, que tienen una cultura impresionante de respeto a los animales propia de los países desarrollados, han retornado a Santo Domingo para organizar los suministros para el siguiente ejercicio de asistencia. La coalición continuará su valoración en áreas fuera de Puerto Príncipe, ofreciendo atención veterinaria inmediata para los animales en cooperación con el gobierno haitiano.

Tan importante es el papel que juegan los animales en la vida del hombre (animales humanos) que uno de los niños haitianos que permaneció dos días bajo los escombros fue rescatado por un perro labrador llamado Turco, tal como lo relata el periodista Carlos Manuel Sánchez.

Abandonado por su dueño en Tarifa, España, este labrador estaba al borde de la muerte cuando fue recogido por unos militares. En unos meses pasó de ser un vagabundo a convertirse en el orgullo de un cuerpo de bomberos. Acaba de regresar de Haití, graduado tras salvar 18 vidas.


Turco, un labrador jovencito, quizá un regalo de Navidad o Reyes para algún infante, vagabundeó no se sabe cuánto tiempo por las afueras de Tarifa, en pleno verano de 2008, y acabó en un campo de maniobras. Lo recogieron unos militares que hacían ejercicios de tiro, muerto de sed, hecho un saco de huesos, lleno de pulgas y parásitos. Y con un a pedrada en el hocico que todavía supuraba. Turco estaba tan traumatizado que olvidó cómo se ladraba. Un año después de su odisea, el perro seguía sin poder articular un guau guau. Así fue como Turco se cruzó en la vida de Cristina Plaza Jorge, una soldado profesional de 22 años quien cruzó el Estrecho en el ferry para conocerlo y llevárselo a casa.

Turco se recuperó de sus heridas gracias a los mimos de Cristina. Y recobró la alegría, pues la nobleza nunca la perdió. “Es el perro más juguetón del mundo. Incansable. Lo que más le gusta es correr por la playa. Le puedes tirar un palito cien veces, que cien veces irá a por él y te lo traerá”, dice su dueña. Vivieron juntos ocho meses felices, ganó peso, aunque seguía sin ladrar. Una mañana cayó una tromba de agua: 160 litros por metro cuadrado. Y la casa de alquiler de Cristina, una planta baja, se inundó de tal modo que era inhabitable, “Rezumaba tanta humedad que tuve que volver al cuartel. Como allí no podía tenerlo, lo llevé a casa de mi madre, un pueblo de Valladolid”, allí, Turco conoció la nieve. Pero el destino le tenía reservada una nueva sorpresa. El perro rescatado de la muerte por unos soldados de buen corazón iba a tener ocasión de demostrar su generosidad y devolver el favor.

El sobrino de una vecina de la mamá de Cristina, bombero del grupo de especialistas en rescates de la Junta de Castilla y León, lo vio corretear por el pueblo e intuyó enseguida que aquel perro alegre, que olfateaba todo con la curiosidad de un detective, sin despistarse jamás, tenía madera de héroe, entonces el bombero le pidió permiso a Cristina para hacerle una prueba.

Cristina les puso a los bomberos tres condiciones antes de donarles a Turco: que no le cambiaran el nombre, que le dejaran verlo cada vez que fuera a Valladolid y que, si el perro no superaba las pruebas, se lo devolvieran. Y les avisó, además, del gran inconveniente: no ladraba. ¿Cómo se las arreglaría para alertarlos si encontraba un superviviente entre los escombros? A los quince días la llamaron por teléfono. “Tu perro ya ladra y está hecho una máquina, cuando salimos a correr se viene con nosotros. Y luego se va a correr con el siguiente turno. Nunca se cansa”. Comenzó entonces el durísimo entrenamiento de un rescatador canino en edificios y estructuras colapsadas.

Completado su entrenamiento, llegó la prueba de fuego. Turco y Dopy, un golden retriever, volaron a Haití con un equipo de siete bomberos de los parques de Valladolid, Tordesillas y Palencia, con Francisco Rivas como jefe de expedición. Y demostraron lo que valen. Fueron nueve días de trabajo tan intensos como atroces, trabajando 16 horas diarias en condiciones inimaginables, entre réplicas del terremoto y actos de vandalismo o supervivencia. Participaron en 18 rescates y hablar de 18 finales felices en Haití es algo valioso. Entre esos rescates se encuentra el del niño Redjeson Hausteen Claude, de dos años, un milagro que dio la vuelta al mundo; El pequeño estaba entre los escombros de la vivienda familiar, abrazado a su abuelo muerto. Cuando el bombero Óscar Vega lo sacó en brazos gracias al olfato de Turco, la familia lo rodeó y empezó a bailar alrededor, entre gritos de alegría. “Cuando lo vi. por televisión, me puse a llorar y no podía parar. ¡Ése es mi Turco! Es lo más grande que me ha pasado en la vida», recuerda Cristina. Turco ya está de vuelta en España, mordisqueando palitos, su gran afición, jugando con Dopy, su compañero de fatigas. Y entrenándose diariamente para seguir salvando vidas humanas. ¿Cuándo empezaremos nosotros a salvar las suyas? Es tiempo de tomar conciencia y respetar a los animales.
gaem80@gmail.com
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