En una fiesta priista se convirtió la Convención de Delegados
Boca del Río, Ver., 28 de marzo de 2010.- En una fiesta con la familia como estandarte se convirtió la Convención de Delegados para postular a Javier Duarte de Ochoa como el candidato priista a la gubernatura. En medio de las camisetas y también los vestidos rojos, el ritmo de las batucadas marcó el paso del triunfo de la unidad priista.
A muy temprana hora, porque había que ganar lugar para el estacionamiento, hicieron su aparición los grandes electores del PRI. Uno a uno, llegaron para saludarse en el encuentro o el reencuentro, eso sí, todos con fidelidad bien puesta y sin distingo de edades porque ahí estaba Salvador Manzur con su líder, el diputado federal Juan Nicolás Callejas Arroyo.
El registro, obligatorio. A los estantes pasaron todos para registrarse y recibir su acreditación como delegados, ni uno solo pudo entrar sin cubrir el requisito, pero en el momento en que todo era barullo, Javier Duarte de Ochoa anunció su presencia cuando los camarógrafos y fotógrafos salieron a su paso para el recuento fotográfico de la victoria.
De pronto todos se abalanzaron, todos querían acercarse al candidato, ni siquiera los responsables de logística lograron contener la multitud que se abrió paso para acompañar al todavía precandidato a la gubernatura. Adentro, los reflectores iluminaban al presidium, pero hay políticos que brillan con luz propia y son rápidamente identificables.
Ahí estaba la señora Rosa Borunda de Herrera y hacia su asiento se acercó Javier Duarte de Ochoa para saludarla, para expresar su afecto con un abrazo y de pronto las cámaras ya los tenían en las pantallas gigantes para que los priistas pudieran ver, para que no les digan ni les cuenten, que la familia veracruzana es una prioridad del sexenio y de los años por venir.
Muy, pero muy cerquita, se encontraba el gobernador Fidel Herrera Beltrán que tampoco ocultaba su emoción, y ahí, en primera fila para observar el relevo generacional, también estaba el ex gobernador Miguel Alemán Velasco, uno de los primeros en levantar su gafete para avalar la candidatura de Duarte de Ochoa.
A la expectativa, así se encontraban todos, incluidos los reporteros que se preguntaban “¿y ahora qué sigue?”, pero entonces el presidente de la Comisión Estatal de Procesos Internos, Zeferino Tejeda, abrió los protocolos. Su informe como árbitro interno, unos cinco minutos, y entonces todo se hizo oficial: Javier Duarte de Ochoa se convirtió en el candidato a gobernador.
“¡Duarte, Duarte, Duarte!”, gritaban los delegados territoriales y el elegido casi brincó de gusto, como si sólo esperara escuchar su nombre para saber que sí era cierto. A su lado, los abrazos de líderes priistas de hoy y de hace más de seis años, pero antes de subir al estrado, algo así como una pista de pasarela, buscó con la mirada a Héctor Yunes Landa, “el abrazo de Acatempan”, dijeron muchos.
Algo se dijeron y sonrieron y ahora sí se encaminó para recibir su constancia de mayoría; estaba muy, pero muy emocionado, como si quisiera expresar su felicidad con lágrimas. Vinieron los saludos mano a mano, entre ellos del dirigente priista Jorge Carvallo Delfín, pero de la formalidad política regresó a los momentos familiares.
Llegó la hora del discurso. Para el gobernador Fidel Herrera Beltrán y su esposa Rosa Borunda de Herrera, todo su agradecimiento, reconocimiento, lealtad y afecto. A su esposa, la señora Karime Macías, la mujer que lo apoya en sus recorridos, la gratitud por acompañarlo en la construcción de un mejor futuro para los veracruzanos, y a sus hijos, a Javier y Caro, una solicitud de comprensión porque trabajar por un Veracruz moderno implica tiempos fuera de casa.
De pronto empezó la lluvia de papelitos de colores, el humo que se pintó de colores con los reflectores, las porras, y Javier Duarte de Ochoa tomó de la mano a su esposa para que juntos, así como deben caminar los priistas y los veracruzanos durante los próximos años, caminen hacia el progreso de Veracruz.