El Baldón: El Gas Shale
Por: José Miguel Cobián
¨El ignorante protesta por lo que le dicen,
el sabio por lo que sabe que está mal¨. Florestán
Se acercan los tiempos de la reforma
energética. Es y será usada políticamente. Los mexicanos en nuestra absoluta
ignorancia, estaremos a favor o en contra, por razones sentimentales, más jamás
sabremos técnicamente si es necesaria o no, porque no nos preocupamos por
enterarnos. También habrá quien se oponga simplemente por desconfianza en la
honestidad de las petroleras y de nuestro gobierno y su capacidad de
supervisión. Esto último es imposible de negar. Lo técnico es diferente y aquí
va un primer avance.
El gas shale, de lutitas o de esquisto es
la vedette de moda en el sector energético mundial. Es tan importante su
producción que en 2017 USA será el principal productor a nivel mundial. Y
sabemos que los gringos no invierten en negocios que no valen la pena. Los
americanos ya explotan miles de pozos. La producción de USA de gas shale en el
2000 era del 2% de sus necesidades, hoy ya representa el 35% de su consumo.
Este gas abunda en una roca sedimentaria
porosa que se llama esquisto. Para extraerlo hay que abrir brecha en las
formaciones rocosas e inyectar agua con arena y otros químicos como ácidos,
cloros y sales a alta presión. Después de extraer el gas, la presión acumulada
se libera y el líquido regresa a la superficie en un proceso conocido como
fractura hidráulica o fracking. Además del gas, de una tonelada de rocas de
esquisto bituminoso se pueden extraer hasta 125 litros de petróleo. Cabe aclarar que el potencial de recursos de
shale en su forma prospectiva es de 60 mil millones de barriles de petróleo. En
el Este del País, en el noreste de Chihuahua con gas y aceite (en estudio), en
Sabinas Cohahuila con gas seco, en la frontera entre Veracruz y Coahuila con
Gas y condensados, y en Veracruz con aceite.
México es de las naciones con mayores reservas, ocupa el 6to. Lugar con
545 billones de pies cúbicos recuperables.
Por esto, el Shale es una prioridad para asegurar la sostenibilidad
energética de México.
Su extracción es riesgosa y hay que
perforar muchos pozos para poder identificar las zonas económicamente
explotables. Se requieren datos precisos e investigación de campo. Los pozos de Shale además, muestran tasas
anuales de declinación muy elevadas entre 29 y 52% anual.
Fuentes del Instituto de Investigaciones
Económicas de la UNAM informan que hay pozos con formaciones de lutitas que
contienen petróleo líquido (condensado) y crudo, pero con un volumen
indeterminado. Para que la explotación
de lutitas sea rentable, se requieren por lo menos de 800 pozos. En Texas se han perforado 3,600 pozos de gas
Shale, y Shale oil (petr´poleo o aceite de esquisto), mientras que en México
sólo han sido explorados 10, lo cual no sirve realmente para nada.
Según PEMEX, hay cinco provincias
geológicas donde hay yacimientos: Chihuahua, Sabinas-Burro-Picachos, Burgos,
Tampico-Misantla y Veracruz. Por
cierto, el petróleo de las formaciones rocosas puede venderse a un mejor precio
que el gas. Y las regiones más prometedoras son Tampico y Veracruz.
Explorar y explotar pozos de gas shale es
muy cara, porque implica un gran despliegue de tecnología y trabajo para
fracturar las rocas. En México se requieren entre 12 y 15 millones de dólares
por pozo. Esto porque no existe ni la tecnología ni la infraestructura
necesaria para los trabajos ni las economías de escala. Aquí hay que construir
caminos, mientras que en USA ya existen y tienen instalaciones y tanques
cercanos para separar los hidrocarburos, también cuentan con oleoductos para su
distribución, etc. Por ello en USA un pozo cuesta entre 3 y 10 millones de
dólares. Hoy por hoy, el precio del gas shale va a la baja, 3.50 dlls por
millar de pie cúbico, y el condensado (hidrocarburo líquido) anda en 75 dlls
por barril.
En México si se puede tener éxito y
rentabilidad, pero hay que construir nueva infraestructura industrial, caminos,
ductos, etc., y contratar compañías de servicios y proveedores de equipo de
alta tecnología. Por ello, la forma más rápida y fácil de explotación es
mediante la inversión privada, mediante empresas extranjeras que tengan la
tecnología y el personal adecuados. PEMEX no tiene esta tecnología, ni el
personal capacitado para ello, pues todo es nuevo.
Una ventaja de la participación
extranjera, sería que ya no se tiraría el dinero en la exploración de Lutitas
como ha sucedido, gracias a la incapacidad y corrupción reinantes en
Pemex. A cambio, la inversión y por ende
el riesgo y los beneficios deben ser compartidos. Así, Pemex tendría el
beneficio de tecnología de punta, capacitación y aprendizaje de sus técnicos y
menores riesgos económicos.
La explotación del shale causa daños
ecológicos lo cual implica que es un puente entre la energía basada en
hidrocarburos y la energía autosustentable, como lo es la solar, eólica, etc. México tiene que aprovechar el momento, sobre
todo cuando la producción petrolera declina, y la renta petrolera ya no es
suficiente para mantener el nivel de bienestar del país, y lamentablemente la
única opción viable es mediante la participación de empresas privadas.
Hoy Pemex no es de los mexicanos, es el
negocio privado de los funcionarios corruptos, de los empleados corruptos y de
los sindicalizados corruptos. Eso sin contar
el robo y venta de derivados del petróleo en la economía informal. Pensar en defender los privilegios de esos
que se benefician sin que el resto de México obtenga beneficios es un absurdo.
Hay que pensar como Noruega o como Brasil.
Pemex ha sido descuidado en cuanto a su desarrollo tecnológico (y ha
sido a propósito), hoy no nos queda otro camino. Lo demás es politiquería barata.
En lugar de discutir si entra la
iniciativa privada a invertir en proyectos energéticos, deberíamos discutir
cómo eliminar la corrupción en la industria energética nacional. Eso sería mucho más beneficioso para México.
Pero nadie quiere tocar ese tema, porque tiene costos políticos tanto para el
PRI como para el PRD. Y cuando el PAN lo pudo hacer, tampoco lo hizo,
prefirieron beneficiarse igual que gobiernos anteriores.