Crónicas
urgentes
Claudia
Constantino
Por
supuesto que el accidente de la planta de Clorados III del complejo
petroquímico Pajaritos atrajo la atención hasta del presidente Enrique Peña
Nieto, quien este día, en lugar de estar en Antón Lizardo celebrando la gesta
heroica de la defensa del puerto de Veracruz, prefirió recorrer la zona de
desastre y exigir celeridad en la identificación de cuerpos.
La difusión de imágenes, videos y
notas de familiares de los trabajadores desaparecidos tras el accidente,
exigiendo información sobre su paradero, tensó la situación e incendió los
cuestionamientos a PEMEX sobre las causas del accidente, en primer lugar, y
muchas otras preguntas después. Esto
obligó al presidente a aterrizar en Coatzacoalcos y, a partir de ello, los
heridos más grave fueron trasladados a centros de alta especialidad en otros
puntos del país y en el extranjero. Se comprometió a acelerar la identificación
de los cuerpos, para cumplir las demandas de los deudos.
El
espacio informativo fue copado por esta terrible tragedia y sus
consecuencias. Debido al impacto del suceso, las campañas políticas fueron
relegadas a segundo plano y las actividades de los candidatos a casi nadie le
importaron por un día, o ya dos. Quien primero agradeció las circunstancias
tuvo que ser el candidato de la alianza PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes, a quien le
sigue lloviendo desde los medios nacionales e internacionales.
Todo este ruido le permitió salirse
del atolladero y lucir su buena suerte, pues se sabe que en política mucho es
de circunstancia. Y las circunstancias le siguen ayudando a enganchar al
descontento social, causado por los múltiples temas que requieren atención o
que hacen crisis a lo largo y ancho del estado.
Así que casi no tiene que hacer
nada. La circunstancia hace casi todo por él. No así por los otros candidatos,
que se organizan y caminan el estado; en el caso de Héctor Yunes, se centra en
colocar los temas torales de un posible plan de gobierno ante el escrutinio de
los veracruzanos. Las concentraciones masivas dan pauta a que se hagan cálculos
y se aventuren cifras, pero son pocos los días de campaña y, por lo tanto, toda
medición aún puede fallar.
El candidato que aventaja, al menos
en posicionamiento mediático, un día, se puede caer de un solo error al otro,
como fue el caso reciente de Cuitláhuac García. Y un partido apenas
competitivo, puede tener un muy buen candidato, como es el caso de Armando
Méndez de la Luz, quien hace gala de oficio político y preparación.
De la promesa de útiles escolares
gratuitos, hecha por Héctor Yunes, a la seguridad de acabar con los aviadores,
de Méndez de la Luz, es poca la atención que se presta a las propuestas, ante
el ruido conveniente de las noticias manejadas con notorio amarillismo y la
estridencia de las declaraciones de odio contra el grupo en el poder, ya por
irse.
Lamentable lo sucedido a muchas
familias en el sur de la entidad, pero igualmente lamentable es la manipulación
de la información con ánimo de enrarecer un ya de por sí complicado escenario
electoral.
Que la mesura y la claridad imperen
en el sinuoso camino a la sucesión del gobierno del estado sería lo deseable y conveniente.
Que las noticias desastrosas se quedaran en su rasero y no sirvieran para contaminar
el proceso electoral le vendría bien a esta sociedad veracruzana tan lastimada.
Es reprobable que, ante tanto enojo justificado, ante tantas demandas no
cubiertas, ante tantas promesas no cumplidas, ante tantos errores y abusos,
grupos que buscan el poder por el poder se aprovechen de las circunstancias,
exclusivamente para su beneficio.
Habrá que poner fina atención en las
razones subyacentes de declaraciones, propuestas y acciones de todos los que
van en esta carrera por el poder. No se trata solamente de quién será el
próximo gobernador de Veracruz. Esa sólo es la punta del iceberg. Se trata de
un reacomodo de grupos de poder, y es
aún muchísimo lo que falta por considerar.
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