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Las vacas gordas, flacas y sagradas del PRI

Crónicas urgentes
Las vacas gordas, flacas y sagradas del PRI






Claudia Constantino

            Tras la derrota del PRI en Veracruz, luego de 83 años de reinado, “muchos priístas se han quedado catatónicos”. Esto no lo digo yo, sino el delegado federal del ISSSTE en Veracruz, Renato Alarcón Guevara. Este funcionario federal priista se muestra valiente al reconocer: “sí, los priístas nos quedamos con una papa caliente tras la aparatosa derrota que sufrimos en Veracruz, pero habremos de recordar que a nivel nacional somos un partido sólido y podemos construir una propuesta seria de cara a las contiendas electorales por venir”.
            Después de hablar de las vicisitudes que entraña el servicio del ISSSTE de Veracruz a 550 mil derechohabientes, y recordar que esa institución invierte más en pensiones que en salud, Renato Alarcón reconoció: “sí, tengo muchas aspiraciones y estoy preparado para irme desde el segundo día que llegué a la delegación”.
            De cara a la elección del año entrante, cuando se renovarán las presidencias municipales, el priista convencido dijo: “creo en el PRI desde mis épocas de estudiante, cuando a los 19 años increpé a Sebastián Lerdo de Tejada, diciéndole que no creía en el PRI porque los conocía a todos, que siempre eran las mismas caras perpetuadas en el poder y todos eran unos corruptos, a lo que me respondió categórico: yo no lo conozco, usted nunca me había visto, mi cara es nueva para usted, esta es la primera vez que me ve,  mi trayectoria es intachable y este es el primer cargo público que ocupo”.
            Y es que, desde entonces, fue conociendo a las vacas sagradas del PRI y a figuras destacadas, como el mencionado Lerdo de Tejada o Roberto Campa Cifrian, con quienes colaboró. A pesar de su juventud, su trayectoria en el servicio público es amplia, lo mismo que sus estudios en la materia. No está ciego, ve los yerros de su partido y lamenta que “paguen justos por pecadores”.
            Claro que le parece un error que el PRI no acabe de reaccionar ante su derrota en Veracruz. Cuenta que el tiempo que están perdiendo en reagruparse es muy valioso. Quisiera, como tantos otros, que “los que tienen que irse que acaben de irse y los que tienen que llegar, que acaben de hacerlo”.  Y arenga: “ahora, en tiempo de vacas flacas, es cuando veremos quiénes son verdaderos priístas; en tiempo de vacas gordas ya se sabe que todos quieren estar”.
            Este joven xalapeño dice estar dispuesto a trabajar por el PRI en Veracruz, con el mismo ahínco que ha mostrado en la delegación del ISSSTE, donde muchos le reconocen, y hasta se cuenta el chiste aquel: “si debido al proyecto de universalizar los programas de salud pública, desaparecieran a un delegado y hubiera que elegir entre Antonio Benítez Lucho del IMSS o Renato Alarcón del ISSSTE, el primero ya estaría en su casa, pero ahora sí oficialmente”.
            Pues, total, que en el corral priista no hay arriero todavía, y ni dentro ni fuera ven para cuándo. Mientras, Jorge Carballo Delfín quiere hacerse de la presidencia del partido, ignorando que estatutariamente está impedido, pues ya ocupó ese cargo. Pero dirá que, total, para lo que sirven los estatutos. Con eso de que el actual líder estatal Amadeo Flores Espinoza también se ha saltado tal impedimento. Es decir, de facto, serán encargados de despacho, pero ¡con eso!
            Bien me lo decía esta mañana el columnista Luis Ramírez Baqueiro: “ni con los estatutos en la mano se puede impedir que vuelvan los mismos”. De todo esto, panistas y perredistas deben estar muy contentos y frotándose las manos. ¿No?

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