“CRI-CRI EL GRILLITO CANTOR" CUMPLE UN AÑO MAS.
Por Antonio Hernández
Orizaba Ver. 06/10/16.- Don Francisco José
Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-Cri, el Grillito Cantor,
nació el 6 de octubre de 1907 en Orizaba, Veracruz; hijo de los señores
Tiburcio Gabilondo y Emilia Soler. Desde pequeño mostró interés por aprender y
estudiar más no por asistir a la escuela, prefería el rumor del campo y el
murmullo del bosque al molesto barullo de sus compañeros de clase; aprendió más
por sí mismo que con profesores que le parecían poco interesantes.
Era aficionado a los idiomas y al origen de las
palabras; adquirió diversos conocimientos no sólo por lo aprendido en libros
sino por lo que sus oídos le permitían asimilar: voces de mil seres diferentes
con el canto del agua que formaban música en su cabeza y se sumaban a la
algarabía de una abuelita que lo entusiasmaba con narraciones infinitas y
alegres melodías al piano. Algunas lecturas que lo inspiraron para crear sus
propios relatos fueron las fábulas de Esopo, las historias de Julio Verne y los
cuentos de Emilio Salgari, Hans Christian Andersen, Wilhelm Hauff y los
hermanos Grimm.
A pesar de que a sus diez años de edad enfrentó
circunstancias difíciles como asimilar el deceso de hermanos pequeños, el
divorcio de sus padres, una economía apretada, vivir en internados y tomar la
decisión de establecerse con su papá, su infancia giró en torno a su abuela, la
fantasía y la naturaleza, a quienes años después dedicaría tantas canciones.
Se consideraba hombre metódico y autodidacta;
indagó en diversas áreas del conocimiento siendo la astronomía la ciencia que
realmente lo atrapó. Durante su adolescencia canalizó su energía en los
deportes, incursionó en el boxeo, la natación y la tauromaquia, disciplina en
la que fue conocido como El estudiante.
A los 17 años viaja a Nueva Orleans para estudiar
la que se consideraba en ese entonces la carrera del futuro: Linotipia, la cual
nunca ejerció pero gracias ésta quedó cautivado por el alma musical de esa
ciudad de Estados Unidos en donde el movimiento de jazz, junto con otros
géneros que estaban en pleno apogeo, lo motiva también para su formación como
compositor.
Cuando tenía 19 años decidió aprender música; pidió
permiso para estudiar en la pianola de unos baños públicos de Orizaba en la que
accionaba el mecanismo, se fijaba en dónde bajaban las teclas y ponía los dedos
en ese lugar hasta que, a fuerza de practicar, dominó el teclado y se convirtió
en pianista.
A principios de 1934, cuando su trabajo musical
festivo ya era reconocido, solicita una oportunidad a Emilio Azcárraga
Vidaurreta quien aceptó haber notado que cuando tocaba sus temas los niños
ponían atención a la radio, por lo que le sugirió escribir letra infantil
para La Marcha de Zacatecas, pero Francisco consideró
que era mejor arriesgarse con un número propio, mismo que le presentó a Otón
Vélez, entonces gerente artístico de la XEW y quien finalmente le abre un
espacio.
Es así como el 15 de octubre de ese año interpretó,
únicamente con voz y piano, sus temas El chorrito, Bombón I y El
ropero; fueron quince minutos sin patrocinador ni publicidad, con poca
paga, a prueba, sin éxito aparente, sin nombre y sin personaje, el inicio de un
programa de radio que se mantuvo al aire durante casi veintisiete años, a pesar
de que Francisco creía que sólo duraría algunas semanas.
Poco después de iniciado el programa, el gerente
artístico de la estación le sugirió que algún animalito narrara las aventuras
de sus canciones por lo que Francisco —quien ya contaba con la colaboración del
violinista Alfredo Núñez de Borbón— pensó en un grillito e, influenciado por el
idioma francés, decidió llamarlo Cri-Cri, el Grillito Cantor,
personaje que a quince días de haber nacido ya era patrocinado por la Lotería
Nacional.
Después de un tiempo su espíritu aventurero lo
orilló a dejar el programa para viajar a Sudamérica (pasó de la Patagonia a
Argentina) y empaparse de otra de sus pasiones: el mar, en donde todas las
noches observaba el cielo y disfrutaba de su libertad; consideraba que “ver un
astro a través de un telescopio era todo un espectáculo”.
Al regresar a México retoma el programa
—transmitido en vivo por cortos meses desde La Habana, Cuba, y cuya última
emisión se realizó el 30 de julio de 1961—, aunque esta vez sus necesidades
habían aumentado por lo que Francisco Gabilondo Soler, quien hasta ese momento
tocaba el piano de manera lírica, aprendió a leer y escribir música, a
transcribir sus textos y determinar la producción general en la que ya estaba
inmerso.
Algunas de sus canciones son Llueve, ¡Al
agua todos!, El sillón, Castillo azul, Chong
Ki Fu, Jorobita, Ché araña, La patita, El
jicote aguamielero, Jota de la J, El ropavejero, La
banda del pueblo, El ratón vaquero, Caminito de la
escuela, Teté, Acuarela, Marina y Pico
peñón, entre muchas otras.
Su repertorio incluye más de doscientas veintiséis
composiciones, de las cuales ciento veinte fueron grabadas; creó más de
quinientos personajes y escribió más de tres mil quinientas páginas de textos y
cuentos. Su obra ha sido interpretada por diversos grupos y cantantes tales
como Libertad Lamarque, Hugo Avendaño, Plácido Domingo, Emmanuel, Timbiriche,
Chabelo, Alejandra Guzmán, Enrique Bunbury, Eugenia León, Iraida Noriega y Voz
en Punto, entre otros.