Contratan a “un taller” foráneo para poder reparar bomba de “Las Doncellas”
Río Blanco Ver.- Desde adolescente Karim Hernández Torres nuevo director de la CAEV de Río Blanco siempre quiso ser una marioneta. Su madrina Corina sorprendida pensó que su ahijado había enloquecido, pero ayer lo comprobó porque contrató a José Elías Sánchez el asesor de imagen y vocero oficial de la dependencia con un sueldo 15 mil a la quincena.
Karim se había mudado en un férreo defensor de la ley del mínimo esfuerzo, tras constatar que el futuro –un buen futuro- y un buen porvenir se labraban a tenor de tres reglas muy simples: dejarse llevar –como un títere personificado-; renunciar a la conciencia y, a partir de allí, decir "sí" cuando te decían que debías decir "sí" y decir "no", cuando te indicaban que debías decir "no". Era sencillo. Sorprendentemente sencillo. Aunque en el mundo de las marionetas, también existían clases sociales. Las había con estudios y sin estudios. Pero, en cualquier caso, el éxito dependía siempre de la sumisión.
Ahora dentro del primer capítulo de su vida es un títere pero con estudios. Y su madrina -¡pobre ignorante!- que lo único que le habló fue de robar, robar y robar, porque el mundo se va acabar.
Pero si otras marionetas como la diputada federal, se movían sin titulación, sin estudios, sin preparación, pero con una carrera espléndida en el Congreso, aunque no universitaria.
Ella se había voluntariamente domesticado y aplicado las dos reglas de oro: obedecer siempre el dictado de la formación y en caso de confrontación orden/conciencia, optar por la primera. Luego, sólo quedaba esperar. Siempre habría un cargo para quien, por todo mérito, únicamente podía esgrimir un "constante bajarse los calzones". Y, si el cargo no existía, pues se creaba… Esas marionetas habían acatado, recientemente, y de forma totalmente unánime, la última y apremiante orden del manual: "no entre en detalles".
Karim y Corina, las marionetas borrego. Los asesores movían los hilos, elaboraban el guion en forma de "estado de opinión" y los títeres, felices, se comportaban de acuerdo a lo que éste marcaba callar y negar todo.
