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LAS RECLUSAS DE SANTA MARTHA ACATITLA Y LA CARICATURA

ENTREVISTA A LA HISTORIADORA PATRICIA GALEANA

 

Por Ana Celia Montes Vázquez



“La caricatura es un medio magnífico de comunicación con gran público. Nuestro país destaca en el mundo por la magnitud de su producción de caricatura política. Hoy mismo lo podemos ver en la prensa mexicana en comparación con la europea, tanto de hombres como mujeres”, así lo afirma Patricia Galeana, historiadora especialista en el Siglo XIX en México y directora del Museo de la Mujer perteneciente a la Federación de Mujeres Mexicanas (FEMU) enclavado en pleno Centro Histórico de la capital mexicana. Añade que es una vieja tradición desde tiempo virreinal, cuando el público era mayoritariamente analfabeta. Asegura que no hubo mujeres en la caricatura hasta el fin del siglo XIX en México porque los medios impresos estaban manejados por los hombres, “pero después aparecen periódicos y revistas literarias ilustradas, cuya meta no era cuestión política, sino social y cultural y tenían menos caricatura a diferencia del periodismo, cuyo objetivo era político sí la tenía. La caricatura exagera los defectos de los gobernantes”.

De mujeres y monitas. Taller de historieta en Santa Martha Acatitla constituye un trabajo de la caricaturista Cintia Bolio con presas que fue promovido por José Carlos Balaguer hace unos años, que tuvo como consecuencia que 14 presas narraran a través de la historieta sus anhelos de libertad. Por ello, la doctora Galeana califica como contemporánea la labor de Cintia Bolio, “y encomiable con presas de Santa Martha que les sirvió para expresar sus historias de vida (terapia dramatizada). No buscaron exagerar un personaje en especial y constituye un mensaje de denuncia de discriminación en contra de la mujer. Lograron por este medio liberarse de emociones, porque las presas representan un problema del Estado y la sociedad no da acceso a sus derechos, pues también han sufrido violencia toda su vida, desde su infancia, así como los hombres presos. La historieta fue una forma de liberarse positiva, no sólo con aspectos tristes, aun con trazos infantiles, pero llenos de mucho color”.


Califica a la caricatura como instrumento maravilloso y artístico que ayuda a expresar sentimientos humanos, como también lo logran la música y la literatura: “La caricatura es una herramienta más accesible; una forma de expresión útil y no sólo político de denuncia social”.

Señala que el Museo de la Mujer busca despertar una nueva cultura de los derechos humanos bajo una sintética visión histórica de la mujer con enfoque de género, “de mujeres que lograron trascender en el anonimato y lucharon por sus derechos, la educación y la política, pero sobre todo por una vida libre de violencia y discriminación y derechos reproductivos. El Museo de la Mujer busca despertar la conciencia acerca de la injusticia sobre los derechos. Llevamos la historieta a las internas, considerando como objetivo primordial hacerlas visibles a los ojos de una sociedad de corte patriarcal que tiende a olvidarlas o estigmatizarlas. Acudimos para establecer un diálogo entre ellas  nosotros/as a través de las viñetas para escucharlas y saber sus vivencias, sabiendo que la discriminación de género avala procesos injustos y penas más severas para las mujeres --más allá de su culpabilidad o inocencia--, sabiendo que el arte transforma vidas”.


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