Realiza celebración de sus bodas de plata, en el lugar que lo vio nacer: Nogales Veracruz
Por: Oscar Paz Serrano
Nogales Veracruz.- Rodeado del cariño de amigos, familiares y feligreses, el presbítero Ismael Luis Olmedo Casas, sacerdote misionero miembro de la orden religiosa Vicentina, originario del municipio de Nogales Veracruz, celebró sus “bodas de plata sacerdotales”.
A la concelebración eucarística que presidió en el templo de San Juan Bautista, asistieron decenas de fieles católicos que con las debidas medidas sanitarias llenaron el recinto religioso para acompañar a tan peculiar jerarca eclesiástico en un momento verdaderamente inolvidable para muchos.
“Somos seres humanos: no somos santos, ni ángeles, somos gente como ustedes, pero con la gran responsabilidad de administrar los sacramentos, los sacramentos no son míos yo los administro en medio de gozos, alegrías, en medio de broncas y problemas, ahí tengo que sembrar el reino de Dios, ahí tenemos que anunciarlo”, expresó.
Evocó a uno de sus impulsores: el segundo arzobispo de Xalapa, don Emilio Abascal y Salmerón, quien le vaticinó (sin que pudiera entenderlo) allá por los años 70s, que no sería un cura diocesano sino que saldría lejos.
Reveló que al finalizar sus estudios de Teología, inició una búsqueda, búsqueda que tardó diez años en lugares difíciles, misionando parte de Sudamérica y el norte de nuestro país, donde fundó el sindicato blanco de las maquiladoras, en lugares de violencia y de personas indígenas.
“Estuve en el Totonacapan: como sabía hablar el totonaco se me hacía fácil, pero también pase momentos muy duros pues ahí estaba prohibido hablar el totonaco por parte de la autoridad, hasta golpeaban a los niños y como yo me oponía a todas esas cosas y a conservar las costumbres de los indígenas, por eso me dieron un tiro en mi pata derecha por defender a los indígenas, pero yo me sentía contento porque sabía que era por obra de Dios”, mencionó.
Contó que en una ocasión mientras supervisaba la remodelación de un templo, junto con los arquitectos, de pronto se le acercó un pequeño que le dijo: “Hey Padre, ¿ya sabes que están diciendo que estás loco?, hecho que momentáneamente le provocó enfado, sentimiento que cambió cuando el mismo chiquillo, reviró: “No te desanimes porque eso mismo dijeron de él”, mientras contemplaba una imagen de Cristo Crucificado, meditó entonces que no lo comparaban con un mamarracho sino con el mismo Señor del cielo y de la Tierra.
Refirió que como sacerdote misionero Vicentino, le ha tocado recorrer países en guerra, momentos angustiosos, momentos que a veces no entiende, pero que en su interior siempre está fija la idea de no dimitir en la tarea evangelizadora.
“Como cuando me tocó fundar el leprosario: tenía que quedarme por tres días en un lugar intermedio para no llegar a mi casa, fumigaba mis ropas, para no contaminar a mis hermanos sacerdotes, pero me decían, estás loco y cuando terminamos la capilla, le pedí a unos padres de Portugal que me consiguieran el Cristo Roto, la imagen más grande que me puedan regalar y cuando le quitamos el lienzo al Cristo, todos decían, se parece a mí, sin pedazos de carne, sin pedazos de mano, de pierna, se identificaron, me decía yo, ahí es donde vale la pena nuestro ministerio”, externó.
Narró que misionando en la Selva o en el Desierto, tomaba su Rosario y se ponía a rezar por las conversiones, pues era cuando más pesaba el camino a unos 50 grados de temperatura caminando sin cesar.
“Ahí está el culmen de nuestra oración: ellos fueron mis acólitos”, manifestó mientras señalaba a los curas con celebrantes, los presbíteros Moisés Ernesto Cordero Reyes y Javier Onofre Valeriano.
Añadió que en África le tocó en medio de la Malaria, ser atendido por un grupo de médicos de formación cubana, que eran ateos los cuales le decían: “no tu viniste a evangelizar, no viniste anunciar a tu Dios y mira cómo estás”, a lo que les respondió: “Dios hará alguna cosa a través de mi enfermedad”.
Al transcurrir de los meses, tras varios chequeos mensuales a los que acudía más para que lo revisaran, sino para hablarles y preguntarles sobre Dios, lo que dio finalmente como resultado que aquellos tres médicos, terminaran haciendo su primera comunión a pesar de que inicialmente no creían en Dios.
“Ustedes me cuestionaron hace unos meses que Dios me había abandonado, No, Dios me mando aquí para que ustedes lo conocieran, para que ustedes recibieran la Eucaristía y recibieran el sacramento del Bautismo, entonces mi enfermedad vale, no es un sufrimiento tonto o estúpido, es un sufrimiento unido al de Cristo”, aseveró.
Ataviado en la celebración de sus “bodas de plata sacerdotales”, con una casulla y estola color plata, acompañado de su bastón que le ayuda para desplazarse, el Padre Olmedo, recibió el cariño de los presentes a la con celebración, donde recibió el aplauso y reconocimiento por su labor pastoral, gesto al que correspondió con sonrisas, como cuando distribuyó la comunión entre los fieles católicos.
Emotivo momento fue el que vivió el festejado cuando las pequeñas del ofrecimiento de flores, le cantaron el tema: ¿Cuántas letras tiene el nombre de María? Canción que disfrutó escuchando mientras mostraba los 5 dedos de su mano derecha.
PARA SABER:
El presbítero veracruzano, misionero Vicentino, Ismael Luis Olmedo Casas, excepcional pastor religioso de gran fortaleza espiritual es investigador de la cultura totonaca y conocedor de su lengua, ha visitado en tierra de misión un total de 56 países, habla 12 idiomas y en 25 años de labor sacerdotal, ha celebrado 22, 382 misas, ha permanecido, 22, 742 horas frente al confesionario y ha celebrado 18, 687 bautizos y bodas. Actualmente radica en la ciudad de México.
¡Muchas Felicidades y que Dios lo colme de Bendiciones y lo llene siempre de su grande Amor”
“Denme un hombre de oración y será capaz de todo”… San Vicente de Paul.
