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LA TIERRA, APETITO
DEL SOL
Ing.
Fernando Padilla Farfán
Los científicos aseguran que los
terremotos son fenómenos producto de la energía que se acumula, debido a la
fricción por el reacomodo de las placas tectónicas. Que es tal la fuerza, dicen,
que ha provocado el levantamiento de montañas y la profundización de las fosas
marinas.
Sin embargo, hay algo que soslayamos,
que no comentamos ni reflexionamos.
La tierra es un cuerpo que vive, que
siente y que se duele. Y como todo ser vivo se mueve y reacciona. Pero, además,
nos da vida, nos protege, nos cuida.
Lo explico de manera más poética.
La tierra vive una eterna lucha para
no ser atraída por otro cuerpo muy superior a ella en tamaño y en fuerza de
gravedad: el Sol.
La tierra gira alrededor del Sol
dentro de una trayectoria elíptica, es decir, a veces está más lejos del Astro Rey,
a veces más cerca. Cuando está más cerca, la fuerza de atracción del Sol es
mayor. Es en esta posición cuando se produce ese “jaloneo” de fuerzas que
provocan en la tierra ciertas deformaciones que causan que las placas
tectónicas tiendan al reacomodo, produciendo energías de alta potencialidad que
en algún momento se tienen que liberar provocando temblores y terremotos.
Dijéramos que la tendencia de la
tierra es huir del Sol a pesar de ser necesarios sus rayos caloríficos para la
vida terrenal. Si la tierra disminuyera su fuerza de huida sería “tragada” por
el Sol con todo y nosotros. El Sol utiliza su fuerza de atracción para jalarla
a su centro, pero la tierra “huye” utilizando su fuerza centrífuga. Por cierto,
en el ámbito terrenal ocurre algo similar: El varón trata de atraer a la dama, pero
ella se resiste. Ahí lo poético.
Hay otro aspecto de la tierra en el
que es importante puntualizar. La tierra tiene memoria, distinta pero muy
superior a la nuestra. Nuestro planeta se mueve dentro de una exacta sincronía con
el universo, al grado que sus movimientos se pueden medir en milisegundos. La
tierra siempre se traslada por el mismo camino a la misma velocidad. Nada ni
nadie la detiene excepto la ingratitud del hombre, entiéndase nosotros:
Extracción de hidrocarburos, pruebas nucleares, calentamiento global.
Volviendo a lo de la memoria de
nuestra Madre Tierra, bastan dos ejemplos. Mismo día, mismo mes, solo que 32 años
después, nos sorprende con un terremoto tan devastador como aquel. Desde hace
millones de años nos ha cumplido con el día, la noche y las estaciones del año.
Los días y sus noches siempre han
mantenido las mismas horas, minutos y segundos. Todos los días son iluminados,
todas las noches son oscuras. La Luna camina acorde a los tiempos y ritmos de
la Tierra. Siempre muy atenta a “salir” cuando el Sol se ha ocultado. Nunca se
ha comportado de manera diferente.
La Tierra “sabe” que necesitamos al
Sol, pero nos protege de sus incandescentes rayos manteniendo la atmósfera a su
alrededor.
Por su parte, el Sol estará siempre
atento a un “descuido” de nuestra madre Tierra para llevarla a su seno.
Esperemos que nunca incremente esa fuerza de atracción.