POR QUÉ LEER Y ESCRIBIR
Por Fernando Padilla Farfán
A
la gente no le interesa la política porque no vive de la política. Tienen otras
prioridades que le ocupan su tiempo y su espacio. Es común escucharlos decir
que la política no les deja nada, por eso no se acercan con los dirigentes de
partidos o con las agrupaciones políticas.
Observan
con desencanto las peleas políticas y las denostaciones entre políticos. La
gente considera esos pleitos como ajenos. Compara los líos políticos con los
escenarios de lucha libre, solo que sin el arte de ese deporte. No entienden
por qué las disputas se den también entre los miembros de un mismo partido, tampoco
justifican que los de un bando tengan que entrar en conflicto contra los
adversarios políticos. Notan la ausencia de cordura entre la llamada clase
política. Consideran que es una guerra de todos contra todos.
Desde
1999 a la fecha, el interés de la población por la política ha disminuido
ostensiblemente. Sin embargo, su alejamiento de la política le acarrea
consecuencias negativas como el que los partidos, sin la presión social
necesaria, postulen a personajes sin el perfil adecuado para gobernar o
legislar.
Otro
de los problemas como integrantes de una sociedad como la mexicana, es que no
tenemos la costumbre de resolver nuestros propios problemas. Delegamos esa
responsabilidad en otros. Estamos habituados a que los políticos resuelvan
nuestros problemas como miembros de una sociedad, pero mostramos desinterés por
tener una participación más comprometida en la selección y posterior elección
de los que serán nuestros representantes. No nos ocupamos en conocer la
trayectoria política y social de los aspirantes a los diferentes cargos de
elección popular, ni sus habilidades para resolver las necesidades de la
población. Por lo tanto, no todos los que resultan elegidos entregan las
mejores cuentas como gobernantes o legisladores.
La
democracia española es diferente. En aquel país mucho tiene que ver la
participación de la población. Los ciudadanos españoles tienen mayor nivel
participativo que nosotros los mexicanos. Eso es saludable para la democracia,
sin lugar a dudas.
No
siempre la participación política nos va a gustar. La apatía es ancestral. No
se ha determinado el origen de esta pero lleva tantos años que algunos la
ubican desde antes que los españoles llegaran a México; obviamente en
circunstancias diferentes y con otras formas sociales.
Por
otra parte, la administración pública de muchos países en el mundo,
principalmente los de mayor atraso cultural, tienen severas deficiencias en su
educación. Los trámites en estos países son lentos y costosos; la corrupción es
alta, y las molestias entre la población es creciente como creciente es el
reclamo por trámites administrativos más agiles, más al alcance de los usuarios
que están de acuerdo en pagar los servicios, solo que sean más expeditos. Hay
deseos de combatir la corrupción porque, a final de cuentas, afecta la economía
del país y de los ciudadanos.
En
otros temas, es importante destacar la importancia de elevar la calidad de la
sociedad en general. Todo país debe apostar a que su gente escriba y lea. Deben
de rediseñarse políticas públicas para fomentar la lectura y estimular la
creatividad. Es redituable apostarle al fomento del desarrollo intelectual de
los niños para que cuando sean adultos, se conviertan en seres productivos y
creativos. Es bastante complicado que un país avance si su gente carece de
creatividad. La modernidad no llegará sin una identidad cultural que distinga a
cada uno de los pueblos de la tierra.