ANIMALIA
SENSIBILIDAD
POR: MARICARMEN GARCÍA ELÍAS
A inicios de esta semana regresaba del Distrito Federal cuando de repente el conductor del autobús se quedó dormido y casi se estrella contra el muro de contención, al hacer su maniobra para salvarnos coleteó tan fuerte que parecía que se iba a voltear, por supuesto no sólo provocó sustos sino palabras que le recordaron a su mamá y entre esa lluvia de picardías que sólo los mexicanos sabemos decir, hubo una señora que a todo pulmón gritó “maneja con cuidado que no traes animales”.
Esta frase me vino resonando todo el camino y por más que quise entender a la señora no pude hacerlo, recordé los videos que me han enviado de animales transportados vivos para consumo humano, en su mayoría cerdos, reses y pollos, en estos videos he visto como los enjaulan hacinados en medio de sus excrementos sin poder moverse, los traen a calor o lluvias, a alta velocidad provocando que se golpeen entre ellos o con lo que tengan cerca, sin importarles porque como dice la señora “son animales”.
También recordé algunas pláticas de gente que ha visto como se han volcado estos camiones con los animales adentro y la agonía que han sufrido, porque quienes hemos convivido con animales haciéndolos parte de la familia sabemos que tienen la capacidad tanto de sentir felicidad como de sentir dolor, por eso no comparto la frase de esta señora y de tantas otras personas que piensan que los animales no sienten dolor o miedo, y tal vez no lograré cambiar su idea pero como activista de los derechos animales, deseo compartirles mi postura.
El escritor Peter Singer, en su libro Liberación Animal, menciona que ha publicado importantes investigaciones nos dice que nosotros mismos podemos sentir dolor y lo sabemos por experiencias directas que tenemos cuando, por ejemplo, alguien apaga un cigarro encendido en la palma de nuestra mano. Pero ¿cómo sabemos que los demás sienten dolor? No podemos experimentar directamente el dolor de nadie más, sea ese ''alguien'' nuestro amigo o un perro abandonado. El dolor es un estado de conciencia, un evento 'mental' y como tal nunca puede ser observado. Comportamientos como retorcerse, gritar, o retirar la mano del cigarro encendido no es dolor en sí; ni tampoco lo son las grabaciones que un neurólogo pueda hacer de las observaciones cerebrales del dolor mismo. El dolor es algo que sentimos, y sólo podemos deducir que otros lo están sintiendo por varias indicaciones externas.
¿Sólo es justificable asumir que otros seres humanos sienten el dolor como nosotros, hay alguna razón por la que tal deducción no sea justificable en el caso de otros animales? Casi todas las señales externas que nos llevan a deducir dolor en otros humanos pueden ser vistas en otras especies, especialmente las especies más cercanas a nosotros - las especies de mamíferos y aves. Las señales de comportamiento son retorcerse, contorsiones faciales, quejas, alaridos u otras formas de grito, intentos de evitar la fuente de dolor, apariencia de miedo ante la perspectiva de su repetición, y otros. Además, sabemos que estos animales tienen sistemas nerviosos como los nuestros, que responden psicológicamente como los nuestros cuando el animal está en circunstancias en las que nosotros sentiríamos dolor: una elevación inicial de la presión en la sangre, pupilas dilatadas, transpiración, pulso agitado, y si el estímulo continua, una caída de la presión sanguínea. Aunque los humanos tienen una corteza cerebral más desarrollada que otros animales, esta parte del cerebro está relacionada con las funciones pensantes más que con impulsos básicos, emociones y sentimientos. Estos impulsos, emociones y sentimientos están localizados en el diencéfalo, el cual está muy desarrollado en algunas otras especies de animales, especialmente en mamíferos y aves.
También sabemos que el sistema nervioso de otros animales no fue artificialmente construido - como un robot puede ser artificialmente construido - para imitar el comportamiento ante el dolor de los humanos. El sistema nervioso de los animales se desarrolló como el nuestro y de hecho la historia evolutiva de los seres humanos y otros animales, especialmente los mamíferos no divergieron hasta que las características centrales de nuestro sistema nervioso ya estaban en existencia. La capacidad de sentir dolor obviamente mejora las esperanzas de supervivencia de una especie, puesto que ocasiona que los miembros de una especie eviten las fuentes del daño. Es seguramente irracional suponer que los sistemas nerviosos que son virtualmente idénticos psicológicamente, tienen un origen común y una función evolutiva en común y resultan en formas de comportamiento similares en circunstancias similares, deberían de operar de una forma totalmente diferente en el nivel de sentimientos subjetivos.
La gran mayoría de científicos que se han hecho esta pregunta están de acuerdo. Lord Brain, uno de los más eminentes neurólogos de nuestro tiempo, ha dicho: ''Personalmente no puedo ver la razón para concederle mente a mi compañero hombre y negárselo a los animales... Yo por lo menos no puedo dudar que los intereses y las actividades de los animales están correlacionadas con el entendimiento y el sentimiento de la misma manera que el mio, y que puede ser, que yo sepa, tan vívido”.
El autor escribe: ''Cada partícula de evidencia apoya la afirmación de que los mamíferos vertebrados superiores experimentan sensaciones de dolor al menos tan agudas como las nuestras. Decir que sienten menos porque son animales inferiores es absurdo; puede ser fácilmente demostrado que muchos de sus sentidos son mucho más agudos que los nuestros. Aparte de la complejidad de la corteza cerebral (que no percibe el dolor directamente) sus sistemas nerviosos son casi idénticos al nuestro y sus reacciones al dolor extraordinariamente similares. Aunque careciendo (hasta donde sabemos) de los tonos filosóficos y morales. El elemento emocional es muy evidente, principalmente en la forma de miedo y enojo.
Incluso el lenguaje no es una excusa para decir que los animales no sienten dolor, comenta Peter Singer, “puede ser necesario para el pensamiento abstracto, a cierto nivel de todos modos; pero los estados como el dolor son más primitivos, y no tienen nada que ver con el lenguaje... Los bebés humanos y niños pequeños son incapaces de usar el lenguaje. ¿Debemos negar que un niño de un año puede sufrir? Si no, el lenguaje no puede ser crucial” .
Para concluir Peter Singer puntualiza que no hay buenas razones, científicas o filosóficas, para negar que los animales sienten dolor. Si no dudamos que otros humanos sienten dolor, no deberíamos dudar que otros animales también lo hacen. Los animales pueden sentir dolor. Para reforzar este tema que me parece importante difundir para concientizar a las personas, la siguiente semana les traeré una entrevista realizada al Dr. Marc Bekoff, doctor en etología y experto en conducta animal, donde nos afirma que los animales tienen las mismas emociones que nosotros, pero las expresan de modo distinto. Los animales se enamoran, se ponen felices, muy tristes, lamentan la pérdida de un ser querido, celebran un reencuentro, etc. gaem80@gmail.com