Por José Miguel Cobián
En Facebook, me encontré esta historia,
que creo que vale la pena traducir al español y compartir contigo amable
amig@ que me haces el honor de leerme.
La abuelita criada en el Sur: En el supermercado, la joven cajera le
sugirió a la viejecita traer sus propias bolsas para el mandado, pues las
bolsas de plástico no son buenas para el ambiente. La ancianita se disculpó comentando
¨nosotros no teníamos este asunto de la ecología en mis tiempos¨ La joven empleada le contestó ¨ese es
nuestro problema ahora. Su generación no se preocupó suficiente para salvar el
ambiente¨.
La viejita comenta: ¨ella tiene razón,
nosotros no teníamos este asunto de la ecología en nuestros días¨. ¨En aquéllos tiempos, nosotros regresábamos
las botellas de leche, las de refresco, las de cerveza. La tienda las enviaba a la fábrica, y allí
eran lavadas y esterilizadas para ser llenadas de nuevo, así, usábamos las
mismas botellas, una y otra vez. Así,
eran verdaderamente recicladas.
Pero ella tiene razón,
nosotros no teníamos este asunto de la ecología en nuestros días. Las tiendas
embolsaban las compras en bolsas de papel café, que eran reusadas para muchas cosas,
incluso para bolsas de basura, y hasta para forrar los libros de primaria que
nos prestaban las escuelas, para que no se dañaran por nuestros hijos. Entonces
podíamos personalizar nuestros libros con ese papel café.
Nosotros subíamos las
escaleras, no teníamos de las eléctricas en cada tienda o elevadores en cada
oficina. Caminábamos hacia las tiendas, y no nos subíamos en una máquina de 300
caballos de fuerza cada vez que teníamos que caminar dos cuadras.
En aquéllos tiempos,
nosotros lavábamos los pañales porque no teníamos de los desechables. Nosotros
secábamos la ropa en tendederos, no en máquinas de 220 voltios. Aire y sol
realmente secaban nuestra ropa en nuestros tiempos. Los niños tenían sus ropas
reparadas en casa, y heredadas de sus hermanos mayores, no se compraba ropa
nueva a cada rato.
Teníamos una
televisión, un radio en la casa, no uno
en cada cuarto y la tele tenía una pantalla del tamaño de un pañuelo no de una
pared. En la cocina molíamos,
mezclábamos y licuábamos a mano, no teníamos una máquina eléctrica para cada
cosa. Cuando teníamos que enviar algo frágil por correo, lo envolvíamos en
papel periódico para protegerlo, no había styrofoam o burbujas de
plástico. Nosotros no gastábamos
gasolina sólo para cortar el pasto, usábamos energía humana. Nosotros hacíamos ejercicio trabajando, no
teníamos que ir a un club para correr en caminadoras eléctricas.
Tomábamos agua en un bebedero, sin usar
vasos o botellas de plástico. Las plumas las rellenábamos en lugar de tirar el
bolígrafo y comprar uno nuevo. Las
navajas de rasurar, las cambiábamos, en lugar de tirar el rastrillo completo y
comprar otro.
En aquéllos tiempos, tomábamos el autobús,
y los niños iban a la escuela caminando o en bicicleta, en lugar de convertir a
sus madres en servicios de taxi de 24 horas. Teníamos un solo contacto por
habitación, en lugar todo un banco de conexiones para una docena de aparatos
eléctricos. Incluso, no necesitamos un artilugio computarizado para recibir una
señal enviada desde satélites a 35,000 kilómetros en el espacio, utilizado
solamente para encontrar la próxima tienda de hamburguesas o papelería.
Nosotros sabíamos dónde encontrar lo que necesitábamos.
Es muy triste, pensar que la generación
actual lamente cuan desperdiciados éramos solamente porque no teníamos ese
asunto de la ecología. ¨