El Baldón: A acabar con las buenas
inversiones
Por José Miguel Cobián
Soy un fanático de las energías limpias y renovables. Me molesta mucho
que las personas se opongan a algo por intereses que desconocen, simplemente
porque algún líder político, sindical o religioso busca detener el avance de la
civilización, sobre todo cuando lo que se hace beneficia a México.
Tengo a la mano dos ejemplos de lo que es atacar buenos proyectos
regionales, que generan inversión y empleo.
El primero y más pequeño es el de la Central Energética de Atoyac. Esta empresa puede producir etanol, pero
PEMEX por intereses particulares no le compra el etanol, que ayuda a disminuir
la contaminación de sus gasolinas. Por
ello produce alcohol, con la gracia de que a los cañeros que le surten, les
paga mejor la tonelada de caña, que los ingenios de la región. Además produce energía eléctrica, tiene 520
trabajadores que son empleos directos, con el consiguiente impacto de empleos
indirectos (se calculan cuatro por cada directo).
Los sindicatos azucareros no la ven con buenos ojos porque no tiene
sindicato. Los ingenios tampoco porque compite con ellos, y las agrupaciones
cañeras tampoco, porque no hay arreglos con los líderes para reducir pagos a
los productores, y entregar la diferencia a esos liderazgos y organizaciones.
Total que por hacer bien las cosas, lograron infiltrar a un sindicato
del STIARM, la sección 50, y están a punto de colapsar la empresa mediante
demandas laborales, con lo cual el propietario está considerando seriamente
cerrar la factoría e instalarla en otro lado, dónde los obreros acepten una
paga superior al promedio de la zona, pero no haya problemas laborales ni se
use a los sindicatos como arma de competencia.
Así, mediante un problema laboral, todos aquéllos enemigos de la
factoría, todas las mafias, logran su cometido, aunque se perjudique a la
región, al empleo y a México, pues la tecnología es de punta.
Por otro lado tenemos la inversión de la Hidroeléctrica Naranjal. Un proyecto de inversión de tres mil
quinientos millones de pesos. Con un impacto
ambiental mínimo. 70% del movimiento de agua será subterráneo. Y con una generación del 50% de la que
produce la Yesca, pero con una cortina de 14 metros nada más, y con un impacto
ambiental mínimo. 50 empleos directos
cuando esté funcionando. 750 KW de generación eléctrica. Tres años de construcción con el consiguiente
beneficio a la región, para prestadores de servicios, constructoras,
restaurantes, materialistas, hoteles, etc.
Desarrollo tecnológico en la región.
Y todo parado porque un grupo de personas insisten en el daño ambiental,
que es usado como pretexto para detener el desarrollo económico de la
región. Incluso quien me ha informado
al respecto, el Sr. Antonio Nieto, me comenta que hay un sacerdote involucrado
que como de costumbre, quiere detener el progreso económico.
Generar electricidad mediante el uso de agua, es una manera muy
eficiente de aprovechar recursos hídricos. Sobre todo cuando vienen de aguas
como las del Río Blanco, un río totalmente muerto en su flora y fauna, ante la
terrible contaminación que padece. Aquí
no habría ni siquiera daño a peces, pues no existen. Obvio se afecta el terreno circundante,
pero los beneficios son muy superiores a los daños que se causan, sobre todo en
un país con déficit de energía eléctrica, y que la produce en su mayoría en
plantas de ciclo combinado, es decir quemando gas o carbón o petróleo que
contaminan. La hidroeléctrica no
contamina y funciona por cientos de años.
Lo curioso es que la secretaría del trabajo y en general el gobierno del
estado no voltean a ver lo que esta región se pierde, y no hay intervención ni
operación política. En el caso de la
Central Energética de Atoyac se puede entender por los compromisos políticos
con los líderes cañeros, ingenios y sindicatos, pero en el caso de la
hidroeléctrica no se entiende la razón, pues sólo trae beneficios, salvo algún
acuerdo en privado con la jerarquía católica.
He preguntado a opositores de la Hidroeléctrica cuáles son sus razones.
Hasta la fecha nadie me ha dado razones, mucho menos válidas o de peso.