El Baldón: ¿Y cómo le hago Contador?
Por José Miguel Cobián
Como tú sabes amable lector, me gano la vida en mi despacho de
contadores públicos. Así, vivo de manera directa las dudas, preocupaciones y
molestias de algunos contribuyentes que me han contratado para llevar su
contabilidad. De esas experiencias quiero
comentar algunas:
Llega un señor que tiene una tiendita en una esquina de una colonia
popular, y me pregunta sobre sus obligaciones fiscales, ahora que ha dejado su
régimen de pequeño contribuyente. Cuando le explico que tiene que hacer
facturas al público en general, calcular
el IVA y el IEPS que le cobra a sus clientes y los que a él le cobra, y
presentar cierta información por internet, me comenta que él estudió hasta
segundo de primaria, que jamás ha usado una computadora, y que además no tiene
el dinero ni para comprarla ni para contratar un servicio de internet, y mucho
menos la capacidad de cumplir con esas obligaciones. Me dice que a duras penas subsiste y que no
le alcanza ni para pagarle $200.00 al mes a un contador. Yo le explico que por esa cantidad nadie le
va a hacer ningún trabajo y que si alguien se contrata por esa cantidad,
simplemente se la va a robar. Le sugiero
que se acerque a un ciber (donde rentan computadoras) y le pida al joven administrador
que lo auxilie, pero le explico de lo costoso que puede resultar que cualquier
desconocido maneje sus facturas fiscales o pueda cometer algún error que le
perjudique y le cueste mucho dinero.
Después de una hora de charla, este señor de 72 años me dijo que
simplemente se va a dar de baja, y que están locos los del SAT si piensan que
él o cualquier abarrotero va a decirle al gobierno quiénes son sus proveedores
que no le expiden factura. Que en última instancia, no sabe cómo hacer lo que
le explico y no puede cumplir él con sus obligaciones fiscales ni contratar a
quien lo auxilie. Y no porque no pueda
usar el supuesto programa que hacienda pondrá a disposición de los
contribuyentes, con el fin de llevarles la contabilidad y calcular sus impuestos,
sino por el riesgo de cometer un error al no saber nada de computación, y tener
que pagar cantidades enormes de dinero, por impuestos originadas por su posible
error. Al final, insistió en que se dará
de baja, y que sea lo que Dios quiera.
Un médico al que le hice una visita de cortesía brincó de susto cuando
le expliqué que sólo serían deducibles sus recibos si los expedía de manera
electrónica, y si eran pagados con tarjeta de débito, crédito o cheque. Me dijo que de ninguna manera va a poner una
maquinita de esas para recibir tarjetas de crédito porque los bancos de México
ya de por sí hacen el gran negocio con los mexicanos sin que el gobierno nos
proteja, y él no les va a engorda más la cartera. Y no va a recibir cheques porque muchos de sus
clientes son desconocidos y no sabe si serán buenos o no esos cheques. Cuando le expliqué que ya no hay comprobantes
simplificados y que por lo tanto, no tenía que entregar nada a quien no le
pidiera recibo de honorarios electrónico, me comentó que simplemente no iba a
declarar nada, y que ante la autoridad solo va a vivir de su sueldo del
seguro. Que si de por sí la gente no
pide recibo, ahora con esta regla menos. Que hay que celebrar al gobierno por
la modificación que le trae felicidad a los doctores. Y enseguida y con voz queda me comentó que así
como él, muchos médicos estaban hartos de las obligaciones fiscales, y que
simplemente se darían de baja, jubilándose anticipadamente, y quien quiera
consultarlos tendría que llamarlos a consulta privada, totalmente fuera de
cualquier acto de fiscalización. Si le
conviene al paciente que bueno y si no, pues no le damos consulta y asunto
arreglado. Además, -me comenta-, ¨en el IMSS hay crisis. Antes valía la pena
ser médico del IMSS porque tenías una buena jubilación. Hoy ya no hay nada de
eso, así que ya no hay médicos que quieran trabajar en el IMSS, ya no se
aprende allí y ya no hay ni siquiera medicinas. La gente tiene que consultar de
manera privada o correr el riesgo de no curarse¨.
Cuando escucho a empresarios, industriales, comerciantes,
profesionistas, pequeños comerciantes y cualquier tipo de contribuyente, veo
que hay mucha desesperación, pues las reformas fiscales no han sido
suficientemente claras, no han simplificado procedimientos, al contrario los
han complicado, y la percepción sigue siendo la de que mientras unos cuantos
pagamos impuestos, otros literalmente se roban esos recursos, mientras que los
servicios públicos como seguridad, justicia, salud, servicios municipales,
pavimento, etc., cada día están peor. Y
desde ese punto de vista, no vale la pena pagarle impuestos a gobiernos
municipales, estatales y federales que no cumplen adecuadamente con su función
de gobernar y usar los recursos públicos en beneficio de sus gobernados. Desgraciadamente, aunque en lo personal creo
que la reforma fiscal es positiva –aunque incompleta-, veo que no ha sido bien
recibida y tampoco va a dar los resultados que se esperan en cuanto a
recaudación. Con lo cual sus beneficios
se nulifican. Y tal parece que se estimula la economía informal ante la
complicación que se genera a los contribuyentes, aunado a lo que ya se percibe
como el negocio del siglo, pues unas cuantas empresas venden todas las facturas
que se expidan en el país, y todos los recibos de nómina que se expidan en el
país. Millonario negocio para unos
cuantos, con cobros muy elevados, por dichos documentos… Pronto se sabrá que
funcionarios del actual y del anterior
régimen han sido los beneficiados.