por José Luis
Barragán Fabián
Primer giro: México, aunque me dueles, la solución no es
que renuncie EPN: No voté por él e incluso, estoy en desacuerdo con
varias de las acciones emprendidas o descartadas por el presidente Enrique Peña
Nieto, pero tengo claro mi convencimiento de que su renuncia, manifestada por
muchos en reuniones de amigos y/o por redes sociales, no sería lo mejor para
nuestro país; es más, sería lo peor que podría sucedernos como sociedad
aspirante a mejores días.
Esto
lo externé recientemente en Facebook, a raíz de una imagen del primer
mandatario en que se lee “¿Y si, en vez de criticarlo, oramos por él?”, ante lo
cual recibí tanto comentarios a favor de mi planteamiento inicial y
cuestionamientos como “En desacuerdo, pues el no ver la realidad que está en
nuestro entorno nos hace más mal, al igual que seguir apoyando a un presidente
que le da total y absoluta libertad a la delincuencia. Es mi opinión y la de
muchos mexicanos, preguntémosle a un amigo, a un conocido o mejor aún, a
alguien de nuestra familia, si este sexenio la inseguridad le afectó de alguna
manera. El orar no remedia nada, Dios no va a bajar a remediar nuestro país;
somos todos, como mexicanos, los que debemos poner la solución”.
Otro
amigo señala que “¿Quién puso al presidente? Me imagino que muchos mexicanos
ignorantes y comprados; ah, pero aun ellos y los que no votamos por él pedimos
su renuncia. Y peor aún, un padre, una madre y amigos de los desaparecidos de
Ayotzinapa (Guerrero) y mejor aún, mexicanos que tenemos a un hijo o hijos
vivos. ¿Tu crees que perder un hijo es fácil? Espero que nunca sientas ese
dolor; imagina las horas, los minutos, la angustia de no saber si están muertos
o vivos… Como padre y mexicano, me uno a todos aquellos que piden la renuncia
de Enrique Peña Nieto”.
En
ambos casos, tomados como ejemplo de la tónica de los comentarios en respuesta a
mi precisión inicial, enfaticé que la renuncia del titular del Ejecutivo
Federal no es la solución; pues, para él, sería un descanso y para los malos
mexicanos, la oportunidad de aprovechar para su mayor beneficio el impasse que
un escenario de “río revuelto” haría, en lo que otro presidente toma y da rumbo
al país.
Sin
embargo, otro conocido me dice que “El orar es algo sagrado para tu esencia y
espíritu, más no para justificar a un mal gobernante, la oración es para
salvación de uno mismo. El creer que la suma de otros ayudaría, es bueno que lo
creas, pero ¿A cuántos vemos orar y seguir maldiciendo a la vez? Por eso digo
que no sirve para ese fin”, respondiendo en mi caso que, respecto a la oración
y sin tratar de generar polémica por cuestiones religiosas, creo sería la suma
de energías por un objetivo positivo y por ello me uno a las plegarias por el
eterno descanso de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, pero también
al de todos aquellos mexicanos que han dejado este mundo en medio de esta
vorágine de violencia, sin distinción de bandos y sin prejuzgar a ninguno.
Así,
puedo abundar en el sentido de que, si queremos que México cambie, si queremos
un país sin sangre, sin corrupción, sin abusos ni mentiras; si estamos cansados
y hartos de ello, hay que empezar por ser sinceros y dejar la hipocresía: Lo
que pasa en México es responsabilidad de todos, en mayor o menor grado, por indiferente,
por agachada, por ciega; porque muchos siguen comprando piratería o buscan como
chingar al consumidor, sin importar que son nuestros conciudadanos.
Lo
que nos pasa no es culpa sólo del presidente ni de sus funcionarios, de la
clase política, de los partidos políticos (no importa el color o si son de la
vieja o la nueva guardia); pues, en todo caso, son emanados de nosotros mismos,
como sociedad y es entonces que debemos autocuestionarnos, cuando necesitamos
dejar de ser una sociedad que muchas veces practica lo que critica, que cae en
la ilegalidad, que actúa con deshonestidad y aprovecha cuando nadie ve, que
tira basura, que se pasa un alto, que se estaciona mal y le vale madres lo que
suceda con los demás; que incluso, tras crecer con la nefasta mentalidad de
"el que no tranza no avanza" o de que “el pez grande se come al
chico”, se ufana cuando puede verle la cara de idiota a alguien y sacar ventaja
de ello.
Está
bien que pretendamos transformar a México, pero no basta con tirar cabezas y
poner otras. ¿Es qué acaso creemos que en nuestro país los políticos nacieron
en laboratorio o vienen de otro planeta? ¡No!, ya decía que los políticos que
deseamos quitar por ineptos, nacieron de y en nuestra sociedad, crecieron
viendo esas "pequeñeces" que muestran una falta de civismo y respeto,
con esa mentalidad de ilegalidad, corrupción, complicidad y apatía.
Asimismo,
para que nuestro país avance no basta ya con ser un buen mexicano. De hecho, muchos
lo son y lamentablemente las cosas no han cambiado demasiado. Necesitamos
también salir de nuestra zona de confort, de esa apatía, del egoísmo, del
"a mí no me afecta", del "todos lo hacen" y otros pretextos
poco inteligentes… Entonces sí, exijamos, demandemos servidores públicos que
realmente sirvan al pueblo y no se sirvan con cuchara grande de él hasta
sangrarlo; exijamos justicia, pero incluyéndonos a nosotros mismos como
hacedores de ella.
Cómo
bien reitera otra amiga, “Transformemos el país, pero siendo uno mismo lo que
desea ver; trabajando con amor por esta tierra hermosa, por esas
características que nos erizan la piel y nos hacen sentir orgullo al sabernos
mexicanos; por esa sangre mestiza que nos hace únicos; por esas cosas que
amamos de este México”.
Por
todo lo anteriormente mencionado, finalmente te invito a exigir el cambio, a no
quedarnos callados ni quedarnos de brazos cruzados; a que vigilemos con ojos y
corazón, a esforzarnos día con día; a mostrarnos a nosotros mismos que somos
dignos merecedores de otras circunstancias, más positivas, en un ambiente de
seguridad; a dejar en el pasado la carga negativa de que tenemos el gobierno
que nos merecemos, a darle un sentido positivo y fortalecer en conjunto,
autoridades y ciudadanos, el gran México que nos merecemos; que nos vio nacer,
que amamos y que hoy nos duele tanto.
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Caleidoscopio: Tubo ennegrecido interiormente, que
encierra dos o tres espejos inclinados y en un extremo dos láminas de vidrio,
entre las cuales hay varios objetos de forma irregular, cuyas imágenes se ven
multiplicadas simétricamente al ir volteando el tubo, a la vez que se mira por
el extremo opuesto (Diccionario de la Real Academia); aunque también tiene la
acepción de referirse a un conjunto diverso y cambiante.
Así las cosas, por hoy guardamos el
caleidoscopio y quedamos a la expectativa de lo que podamos seguir captando
entre sus giros y contragiros, recordando que tendrás la mejor opinión sobre
las imágenes “observadas” hasta el momento. Comentarios:
twitter@JoLuisBarraganF y/o jolubarf@yahoo.com.mx