El Baldón: ¿Vales algo mexicano?
Por: José Miguel Cobián
Platicando con un Médico, me comenta que
hay un producto en el mercado internacional muy útil para combatir problemas
venosos en miembros inferiores. Pero
también me dice que no se ha podido importar a México porque la Cofepris no lo
ha autorizado, debido a que la marca líder ha negociado que ningún competidor
pueda entrar al mercado mexicano.
Me comenta que el producto líder en varios
tratamientos de salud, generalmente resuelve los síntomas, pero no resuelve el
problema es decir no cura. Y lo mismo pasa para un medicamento para las hemorroides que para le
medicamento para las venas de las piernas, y para muchos otros medicamentos.
Leo un análisis sobre el etiquetado de
productos en nuestro país, y descubro que la información nutrimental que
presentan los fabricantes de alimentos resulta muy confuso para el
consumidor. Por ejemplo, cuando leemos
la información de un litro de ^algo^, resulta que la información viene por
porción, es decir, considerando que el consumidor sólo va a utilizar un cuarto
de litro, o 250 mililitros. Así, si el consumidor consume el litro completo,
tendrá que multiplicar por cuatro la información que se presenta en el empaque
del líquido.
Y lo mismo sucede para alimentos
sólidos. Nos enfrentamos a situaciones
como el caso de unas galletas, en que la porción son dos galletas, pero son tan
adictivas que se acaba uno varios paquetes antes de vencer la tentación. Claro que si piensa usted consumir alimentos
frescos, como el queso, considere que nadie vigila la higiene con la cual fue
preparado. Y si pensamos en fondas y restaurantes, taquerías y antojerias, la
situación es exactamente la misma. No
hay autoridad que lo proteja a usted.
¿A dónde quiero llegar? A que mientras en otros países hay reglas claras,
para proteger a la población, en México no existe el interés ciudadano. La población se percibe como una manada de
consumidores sin razón y sin criterio, prácticamente tenemos el mismo valor que
un animal. La autoridad no hace
absolutamente nada por mejorar nuestra situación y por protegernos de cualquier
confusión o abuso de los grandes consorcios.
Así como nuestra salud importa menos que
la negociación que haga una empresa líder en venta de ¨x¨ producto medicinal,
de tal manera que la autoridad no permite que se importe un medicamento más
efectivo y sobre todo curativo. Así
también el gobierno finge combatir la obesidad, elevando los impuestos a los
alimentos calóricos, peor en realidad no le importa la epidemia de obesos que
pululamos por todo el país, y mucho menos importa el costo para los sistemas de
salud, ante males y enfermedades que no deberías tener si estuviéramos al tanto
de los problemas a los que nos enfrentamos debido a nuestros hábitos
alimenticios.
Así, los intereses de las grandes empresas
siempre están por encima del interés del pueblo de México. Desde el Olimpo nacional, nos miran a todos
como fuente de ingresos, pero jamás como seres humanos. Y si no somos humanos, ni para vigilar que un
queso de Oaxaca no esté contaminado con heces fecales, tampoco seremos
considerados como humanos por ningún otro motivo.
Y esto viene a colación, porque un
ciudadano norteamericano tiene un valor enorme para su gobierno. Allá el pueblo exige al gobierno la defensa
de los intereses del ciudadano, y cuando el gobierno no responde a la petición
correctamente, siempre es castigado en las urnas. Aquí en México no importamos absolutamente
para nada en ningún nivel de gobierno, salvo por el día en que valemos mucho
por unas horas, el día de las elecciones.
Cuando en una película vemos que un tipo
dice: ¨no me harás nada porque soy americano¨, seguro que nos morimos de
envidia, porque sabemos que si dijéramos lo mismo, pero afirmando que somos
mexicanos, el propio maleante nos diría tras una carcajada, que en México, los
mexicanos no le importan a nadie, y por consiguiente no le importamos a las
autoridades, al gobierno.
¿O usted ha percibido que es importante
en… digamos, en el IMSS? ¿O en el MP
cuando presenta usted una denuncia? ¿Se atreve usted a denunciar? –Que
valiente-. En presencia de una empresa
muy grande y poderosa, como por ejemplo las compañías que proporcionan el
servicio de telefonía celular ¿Usted siente que la relación de negocios es
justa? ¿Qué es equitativa? ¿Qué no hay abusos?
Seguro estoy que se ha sentido vejado y humillado en más de una ocasión,
y posteriormente frustrado ante la realidad de que no hay autoridad que le
defienda, le proteja, le haga sentir que como ciudadano y en estos casos, como
consumidor (Lo lamento profeco, pero eres demasiado burocrática) usted a nadie
le importa. Ni a la empresa que le vende
un bien o servicio, ni a la autoridad que está en su puesto supuestamente para
servirle. Si acaso, ya sabe usted que
vive en un país donde campea la ilegalidad, el abuso, y sobre todo la
frustración e indefensión de las mayorías que se dan cuenta de que son vejadas,
pero nada pueden hacer para evitarlo.
Mi conclusión es que no sirve de mucho ser
mexicano, cuando uno enfrenta un problema grave. De hecho sin problemas, nos sirve para
celebra nuestra mexicanidad y adorar a los falsos héroes actuales. Pero fuera
de eso, ni la autoridad se preocupa por usted, ni los particulares, sus proveedores
están dispuestos a perder un minuto de soberbia en su trato con usted.
¿Es el México que heredaremos a las
siguientes generaciones? ¿El de la corrupción rampante? ¿Ese México dónde
alguien se atreve a jugar con la salud de millones a cambio de una jugosa
mordida? México: me dueles. México: me
averguenzas. México: a pesar de todo te
sigo queriendo como el primer día.