Fútbol, identidad y negocio; la cultura también
vende
*Por Renato Consuegra
Una Copa del Mundo no solo se juega en los
estadios, sino también se vive en las calles, en los mercados, en los barrios,
en los colores, en los olores y en los sabores como ya lo vivimos en 1986 o
1970, aunque muchos jóvenes aún no nacían. Pero si saben todo lo que se vive en
la gente porque de forma menos impactante, lo viven en cada final del futbol
doméstico. Y si algo tiene México —y en abundancia— es identidad. Pero el gran
reto, como siempre, es convertir esa riqueza cultural en una oportunidad real
de negocio, sobre todo para las micro, pequeñas y medianas empresas.
A menos de un año del arranque del Mundial
2026, que México compartirá con Estados Unidos y Canadá, la pregunta no es solo
si nuestras ciudades están listas para albergarlo, sino la pregunta es: ¿están
nuestras comunidades empresariales culturales preparadas para jugar en la
cancha de la economía global?
México no necesita demostrarle al mundo que
tiene cultura. Ya lo sabe la multitud de turistas que nos visitan año con año.
Sin embargo, lo que sí necesita es convertir esa cultura en un modelo económico
justo, sostenible y escalable y es aquí donde el Mundial puede convertirse en
una palanca sin precedentes.
Desde artesanos en Guerrero y alfareros en
Jalisco, hasta diseñadores textiles en Chiapas, músicos urbanos en Monterrey,
cocineras tradicionales en Michoacán o productores de mezcal en Oaxaca… el país
está lleno de talento que podría aprovechar el evento como plataforma de
visibilidad y comercialización. El reto es articularlo y aquí es donde las
MiPyMEs juegan un papel fundamental.
En tiempos donde el turismo internacional busca
experiencias auténticas y donde la economía digital permite contar historias
con solo un clic, la identidad local ya no es un adorno: es una ventaja
competitiva. Un tamal puede competir con una hamburguesa si se cuenta bien su
historia o un rebozo puede valer lo mismo que un bolso de lujo si se posiciona
con dignidad y estrategia.
Pero eso no sucede por arte de magia, por el
contrario, requiere capacitación, inversión, acompañamiento y una visión
empresarial que permita aprovechar las oportunidades, y el Mundial brinda la
excusa perfecta para acelerar ese proceso porque la derrama turística, la
atención mediática global y la posibilidad de alianzas comerciales son
oportunidades que rara vez se repiten.
Y sin embargo, hasta ahora, la cultura ha
quedado rezagada en el discurso oficial. Se habla de obras, de estadios, de
movilidad, de seguridad, pero poco —muy poco— se ha dicho sobre cómo la riqueza
cultural mexicana formará parte del modelo de negocio del Mundial.
¿Dónde están las convocatorias para integrar a
colectivos culturales en la cadena de valor del evento? ¿Qué instancias están
mapeando emprendimientos con potencial para conectarlos con el turismo
mundialista? ¿Qué fondos están habilitados para que artesanos y creativos
digitalicen su oferta y puedan venderle al mundo? Las respuestas, de momento,
son escasas.
Y lo que es peor: si no se actúa con
inteligencia cultural, el Mundial puede convertirse en una feria del folclor de
escaparate, donde la identidad mexicana se reduzca a clichés reciclados,
gestionados por agencias internacionales o empresas sin raíces locales.
Eso no solo es injusto, sino económicamente
torpe porque quienes mejor cuentan México… somos los propios mexicanos. Y en
especial, quienes lo hacen desde lo cotidiano, desde lo comunitario, desde lo
auténtico. Ellos —las y los emprendedores culturales— no deberían estar en las
gradas, sino en el área chica, listos para meter gol.
Propuestas para incluir a las MiPyMEs
culturales en el Mundial puede haber muchas, pero podríamos contar con algunos
ejemplos como:
1. Crear una “marca cultural mundialista”
oficial, curada con apoyo de universidades, cámaras empresariales y
colectivos culturales locales.
2. Establecer mercados temporales temáticos
(gastronomía, arte, diseño, música) durante los días del evento en zonas
estratégicas de las tres sedes mexicanas.
3. Articular alianzas con plataformas de
comercio electrónico y turismo para dar visibilidad a las ofertas
culturales locales.
4. Lanzar una convocatoria nacional para
identificar y fortalecer a las MiPyMEs culturales que puedan formar parte
del circuito económico del Mundial.
5. Evitar la subcontratación de experiencias
culturales por grandes consorcios sin conexión local, lo cual solo
reproduce dinámicas extractivas.
Pero el gol más importante del Mundial 2026 no
será el que se anote en el nuevo estadio Azteca, ni en Guadalajara ni en
Monterrey: será el que se logre si el talento cultural mexicano se convierte en
sustento para miles de familias emprendedoras. Será el que se anote si una
cocinera tradicional puede abrir su primer local gracias al flujo turístico. O
si un joven músico puede grabar su primer disco gracias a una venta exitosa en
redes durante la Copa.
Ese es el verdadero campeonato que México puede
ganar, uno que no termina en julio de 2026, sino que puede transformar nuestra
economía desde la raíz porque la cultura también vende. Y cuando se vende con
dignidad, genera riqueza, no solo simbólica, sino también material.
De emprendimientos y más…
Desde la trinchera de la salud digital, HgSoft
irrumpe con Rtr3s, un software que convierte el expediente clínico en un
pasaporte inteligente: automatiza cada dato que el paciente comparte, evita la
recaptura y, sobre todo, pone la información en manos del propio enfermo, listo
para ser consultado —y actualizado— por cualquier médico, en cualquier lugar.
Así, la empresa de Hugo Paulino no solo agiliza procesos hospitalarios y reduce
errores, sino que allana el camino hacia el Expediente Clínico Universal, una
plataforma segura y centralizada que promete diagnósticos más precisos,
decisiones médicas en tiempo real y, en última instancia, una medicina mexicana
más conectada, eficiente y humana… Rappi destacó su participación activa en las
mesas de diálogo con la STPS y el IMS,S que dieron forma al nuevo marco
normativo de la reforma laboral para personas trabajadoras de plataformas
digitales en México, cuyo programa piloto arrancó el 1 de julio. Rappi aseguró
haber realizado las adaptaciones necesarias para cumplir con las nuevas
disposiciones y reiteró su compromiso con el bienestar de los repartidores, la
transparencia y el trabajo conjunto con las autoridades, lo cual ayudará a
mantener el ritmo de las MiPyMEs que utilizan estos servicios.
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