LA FESTIVIDAD DE “TODOS LOS SANTOS”
Celebramos
a las personas que han llegado al cielo, conocidas y desconocidas.
Por:
Oscar Paz Serrano
Orizaba Veracruz., noviembre
01 de 2012.-Este día se celebran a todos los millones de personas
que han llegado al cielo, aunque sean desconocidos para nosotros. Santo es
aquel que ha llegado al cielo, algunos han sido canonizados y son por esto
propuestos por la Iglesia como ejemplos de vida cristiana.
La comunión de los santos,
significa que ellos participan activamente en la vida de la Iglesia, por el
testimonio de sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por su oración.
Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado
en la tierra. La intercesión de los santos significa que ellos, al estar
íntimamente unidos con Cristo, pueden interceder por nosotros ante el Padre.
Esto ayuda mucho a nuestra debilidad humana, Indicó el Director de la Pastoral
de Medios de Comunicación de la diócesis de Orizaba, Presbítero Marcos Palacios
Cárdenas.
Añadió que su intercesión,
es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que
intercedan por nosotros y por el mundo entero.
“Aunque todos los días
deberíamos pedir la ayuda de los santos, es muy fácil que el ajetreo de la vida
nos haga olvidarlos y perdamos la oportunidad de recibir todas las gracias que
ellos pueden alcanzarnos. Por esto, la Iglesia ha querido que un día del año lo
dediquemos especialmente a rezar a los santos para pedir su intercesión, este
día es justo hoy 1 de noviembre” Explicó.
Enfatizó que este día es una
oportunidad que la Iglesia nos da para recordar que Dios nos ha llamado a todos
a la santidad. Que ser santo no es tener una aureola en la cabeza y hacer
milagros, sino simplemente hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien,
con amor y por amor a Dios. Que debemos luchar todos para conseguirla, estando
conscientes de que se nos van a presentar algunos obstáculos como nuestra
pasión dominante, el desánimo, el agobio del trabajo, el pesimismo, la rutina y
las omisiones.
Puntualizó que se puede
aprovechar esta celebración para hacer un plan para alcanzar la santidad y
poner los medios para lograrlo:
¿Como alcanzar la santidad?
- Detectando el defecto
dominante y planteando metas para combatirlo a corto y largo plazo.
- Orando humildemente,
reconociendo que sin Dios no podemos hacer nada.
- Acercándonos a los
sacramentos
Recordó que la primera
noticia que se tiene del culto a los mártires es una carta que la comunidad de
Esmirna escribió a la Iglesia de Filomelio, comunicándole la muerte de su santo
obispo Policarpo, en el año156. Esta carta habla sobre Policarpo y de los
mártires en general. Del contenido de este documento, se puede deducir que la
comunidad cristiana veneraba a sus mártires, que celebraban su memoria el día
del martirio con una celebración de la Eucaristía. Se reunían en el lugar donde
estaban sus tumbas, haciendo patente la relación que existe entre el sacrificio
de Cristo y el de los mártires
La veneración a los santos
llevó a los cristianos a erigir sobre las tumbas de los mártires, grandes
basílicas como la de San Pedro en la colina del Vaticano, la de San Pablo, la
de San Lorenzo, la de San Sebastián, todos ellos en Roma.
Las historias de los
mártires se escribieron en unos libros llamados Martirologios que sirvieron de
base para redactar el Martirologio Romano, en el que se concentró toda la
información de los santos oficialmente canonizados por la Iglesia.
Destacó que cuando cesaron
las persecuciones, se unió a la memoria de los mártires el culto de otros
cristianos que habían dado testimonio de Cristo con un amor admirable sin
llegar al martirio, es decir, los santos confesores. En el año 258, San
Cipriano, habla del asunto, narrando la historia de los santos que no habían
alcanzado el martirio corporal, pero sí confesaron su fe ante los perseguidores
y cumplieron condenas de cárcel por Cristo.
Más adelante, aumentaron el
santoral con los mártires de corazón. Estas personas llevaban una vida virtuosa
que daba testimonio de su amor a Cristo. Entre estos, están san Antonio (356)
en Egipto y san Hilarión (371) en Palestina. Tiempo después, se incluyó en la
santidad a las mujeres consagradas a Cristo.
Antes del siglo X, el obispo
local era quien determinaba la autenticidad del santo y su culto público. Luego
se hizo necesaria la intervención de los Sumos Pontífices, quienes fueron
estableciendo una serie de reglas precisas para poder llevar a cabo un proceso
de canonización, con el propósito de evitar errores y exageraciones.
El Concilio Vaticano II
reestructuró el calendario del santoral:
Se disminuyeron las fiestas
de devoción pues se sometieron a revisión crítica las noticias hagiográficas
(se eliminaron algunos santos no porque no fueran santos sino por la carencia
de datos históricos seguros); se seleccionaron los santos de mayor importancia
(no por su grado de santidad, sino por el modelo de santidad que representan:
sacerdotes, casados, obispos, profesionistas, etc.); se recuperó la fecha
adecuada de las fiestas (esta es el día de su nacimiento al Cielo, es decir, al
morir); se dio al calendario un carácter más universal (santos de todos los
continentes y no sólo de algunos).
Subrayó que los fieles
católicos distinguen tres categorías de culto:
- Latría o Adoración: Latría
viene del griego latreia, que quiere decir servicio a un amo, al señor
soberano. El culto de adoración es el culto interno y externo que se rinde sólo
a Dios.
- Dulía o Veneración: Dulía
viene del griego doulos que quiere decir servidor, servidumbre. La veneración
se tributa a los siervos de Dios, los ángeles y los bienaventurados, por razón
de la gracia eminente que han recibido de Dios. Este es el culto que se tributa
a los santos. Nos encomendamos a ellos porque creemos en la comunión y en la
intercesión de los santos, pero jamás los adoramos como a Dios. Tratamos sus
imágenes con respeto, al igual que lo haríamos con la fotografía de un ser
querido. No veneramos a la imagen, sino a lo que representa.
- Hiperdulía o
Veneración especial: Este culto lo reservamos para la Virgen María por ser
superior respecto a los santos. Con esto, reconocemos su dignidad como Madre de
Dios e intercesora nuestra. Manifestamos esta veneración con la oración e
imitando sus virtudes, pero no con la adoración.