EL ANIVERSARIO NÚMERO 481 DE LAS APARICIONES DE NUESTRA SEÑORA DE
GUADALUPE
-Se trata de la solemnidad religiosa más arraigada entre
los fieles católicos del territorio nacional-
POR: OSCAR PAZ SERRANO
Un
sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy
de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus
clases de catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado
Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su nombre. Él subió a la
cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante
como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito:
el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del
verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un
templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y
defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en
Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano.
Anda y pon en ello todo tu esfuerzo". De regresó a su pueblo Juan Diego se
encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le
pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le
repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oír a Juan Diego le dijo que
debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la
Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo. De
regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que
volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día
siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba
muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa
para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al
lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para
evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba. El
indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no
se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le
pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la
cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma,
cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo. Una vez ante Monseñor Zumárraga
Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba
pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una
ermita en el lugar que había señalado el indio. Pio X la
proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pio XI de todas
las "Américas", Pio XII la llamó "Emperatriz de las
Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y
"la Madre de las Américas". La imagen de la Virgen de Guadalupe se
venera en México con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que
rezan a la Virgen de Guadalupe son extraordinarios.