EL PRI EN EXAMENES
Ángel Lara Platas
Si bien
es cierto que Enrique Peña Nieto alcanza el triunfo para la Presidencia de la
República cobijado por el PRI, observando las cosas con mayor acuciosidad
resulta que la fuerza del Revolucionario Institucional no hubiera sido, por sí
solo, suficiente para soportar la victoria en las urnas electorales, como
tampoco el ahora mandatario con todo y su discurso pacifista que llevó a todos
los eventos proselitistas, sus actitudes de no confrontación con sus rivales,
sus propuestas de campaña y su carisma; hubieran sido suficientes para ganar la
carrera presidencial.
La
conjugación de las dos partes fue determinante para los resultados obtenidos.
Con un
estilo muy propio, el PRI septuagenario logró consolidarse en un sistema que
todo lo hacía girar en su entorno. Amalgamó los intereses de una sociedad
heterogénea, hasta fundirlos en las más altas expectativas de bienestar social y
progreso económico.
Sin
embargo, durante los últimos sexenios antes de su derrota contra el PAN, el
partido había venido siendo usado para legitimar la llegada al poder de presidentes
de la República, gobernadores y ediles municipales; y maquillar un poco el enraizado
procedimiento de elección ampliamente conocido como “Dedazo”. Estas formas de
selección le causaron un fuerte desgaste ante la militancia priísta y ante la
sociedad en general.
El
Partido Revolucionario Institucional estuvo a punto de ser liquidado cuando se
le convirtió en un vehículo solo para llegar al poder, y a nadie hizo intento
alguno por revitalizarlo.
Muy
lejos quedaban los tiempos de de las connotadas figuras que dirigieron al PRI
como don Jesús Reyes Heroles, Carlos Madrazo o Carlos Sansores Pérez, entre
otros personajes que brillaban por sus elevados niveles de intelectualidad y
amplia visión de la política.
Un
claro ejemplo de lo que había venido ocurriendo con esa organización política
está en el PRI del Distrito Federal, que según la clase priista “defeña” lo
mandaron a la basura. Y había –o hay- algo de cierto en esos comentarios. Desde
hace años la cúpula priista le entregó el comité completito a la controvertida
familia Gutiérrez de la Torre, la misma que lidera a los pepenadores del tiradero
de basura de Santa Catarina.
Desde
entonces, los acaudalados herederos del famoso “Zar de la basura”, han
encontrado en ese partido la maquinaria perfecta para auto reciclar los cargos
de elección popular.
El
futuro del Revolucionario Institucional será incierto si no se toman medidas
inteligentes y decididas para posicionar su reconocimiento ante la sociedad. Ya
no puede seguir dependiendo únicamente de los votos que le dan sus electores.
El PRI
debe transformarse en un verdadero artilugio de hacer política, al margen de
las tareas electorales.
El
Presidente Peña Nieto ha dado muestras de su intención de transformar al PRI
desde sus estructuras. En su discurso –más
abierto y pluralista que los mandatarios priístas anteriores-, se percibe cierto
propósito que su partido sea puente y no pared.
Sabe
bien que mientras en el PRI no se reactiven áreas para la permanente capacitación
de sus miembros -principalmente los jóvenes que pretendan hacer carrera
política-, y aquellas que se ocupan para realizar estudios serios sobre
diversos temas nacionales tanto políticos como para el desarrollo del país, y
se ubique en la vanguardia de las causas de interés social, no podría
transformarse en un partido competitivo que garantice triunfos.
Entra
al relevo Cesar Camacho Quiróz -también mexiquense-, con amplia experiencia
política y legislativa. Fue presidente municipal de Metepec, gobernador del
Estado de México, Senador y Diputado Federal. Pero aparte de su amplio
currículo, seguramente el Jefe de las instituciones lo escogió por sus
habilidades para tender puentes de diálogo y conciliación.
Sin
lugar a dudas tratará de aplicar la fórmula que aplicó con el PRI estatal
cuando fue gobernador: todo militante que cumplía con las tareas propias del
partido, finalmente terminaba ocupando algún cargo en la administración o la
política. Para ser más claros: todo aquel que se formaba alcanzaba boleto.
Por eso,
el PRI en el Estado de México es el mejor estructurado y el que mayor comunicación
establece con su militancia.
Camacho
Quiróz llega al CEN con varios retos. Primeramente la tarea de recuperar el
interés de la gente por la actividad partidista, luego, entrarle al mayor
desafío de su historia: ganar por incuestionable margen las posiciones de
elección popular que estarán en juego durante este 2013.
En los procesos electorales que se realizarán
en 14 estados, el PRI tendrá que satisfacer un caro deseo de los electores: que
la gente conozca por nombre propio a los diputados y ediles que resulten
electos.
También
tendrá que reactivar los procedimientos democráticos en la selección de sus
candidatos, para atajar los aturdidores esquemas de imposición.
El PRI ahora tiene todo para hacer un buen
papel. Cesar Camacho sabe -y muy bien- qué es lo que quiere el Presidente; y el
Presidente sabe -y bien-, qué es lo que quiere del nuevo dirigente.