JACOBO ZABLUDOVSKY, EL MITO VIVIENTE
Ángel Lara Platas
Mientras
otros disfrutan de su fama, el licenciado Zabludovsky disfruta plenamente de su
trabajo de reportero.
A
diferencia de muchos, Jacobo Zabludovsky usa el micrófono como la mejor vía de
la palabra, y el periódico como el mejor medio para hacer trascender las ideas.
Por supuesto que no ha escatimado en las bondades que ofrece la cibernética.
Escribiendo
o hablando, siempre hace uso de una de sus principales fortificaciones: su
natural capacidad universal de la síntesis. Puede sintetizar toda una época en tan
solo una frase.
El legendario
conductor del noticiero 24 Horas, creó un estilo -insuperable aún-, de hacer
periodismo por televisión. Dejó a un lado el formato del periodista que frente
a la cámara se convierte en tan solo un lector de noticias, y adopta un formato
ágil, novedoso y atractivo. Su público le ha admirado su compromiso de escoger
las palabras que, por su ligereza o señorío, aviven la noticia.
La
sabia Santa Teresa de Ávila decía que el humilde ve las cosas como son, lo
bueno como bueno, lo malo como malo. En la medida en que un hombre es más
humilde crece una visión más correcta de la realidad.
Un
detalle que ha caracterizado al Lic. Zabludovsky en su vida profesional, es la
humildad. Toda su carrera como periodista ha estado marcada por la sencillez en
su trato y la congruencia entre su tarea y los valores que, como fieles
compañeros, siempre los ha llevado a su lado.
Jacobo
es una persona muy orgullosa de haber nacido en un barrio pobre: el barrio de
La Merced. También orgulloso de otro barrio: el barrio Universitario.
Indiscutiblemente que es uno de los mejores frutos de ambos barrios, pero
particularmente del universitario.
Sin
titubeos se puede afirmar que es un producto genuino de la formación
universitaria. Zabludovsky formó parte de aquella generación de los grandes
pensadores mexicanos. Él mismo es un destacado intelectual.
Su
fama trasciende las fronteras de México.
Fue
el único reportero mexicano en Cuba que entrevistó al Che Guevara, el mismo día
que Fidel Castro y sus guerrilleros entraron a la Habana.
Es
también el único periodista que ha entrevistado al prestigiado chelista catalán
Pablo Casals en su casa de Puerto Rico. Igual exclusividad obtuvo del mítico pintor
español Salvador Dalí.
Pareciera
olvidado, pero toda vía en la mente de mucha gente aparece como imborrable
recuerdo aquella entrevista en Lima, Perú, que con estilo poético Jacobo
Zabludovsky le hizo a la cantante y compositora peruana Chabuca Granda,
teniendo como fondo musical una de sus máximas glorias: Fina Estampa.
Una
de las imágenes que el diestro camarógrafo captó en esa entrevista, fue el fino
perfil del padre de María Isabel Granda, sentado en una mecedora como la que
Agustín Lara usaba en su casa de la bella y pulcra Tlacotalpan (Veracruz) para mecer
su inspiración de poeta. Igual que el Flaco
de Oro, Don Eduardo Granda también se mecía solo que para observar, de
lejos, cómo frente al reportero su hija inspiraba sus respuestas en el aroma de
la flor de la canela. “Fina estampa, caballero de fina estampa…”
Cuando
el escritor colombiano Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel de
Literatura, rogó la presencia de su gran amigo Jacobo Zabludovsky para que lo
acompañara, en calidad de invitado de honor, en tan significativo evento para
la vida del escritor conocido también como Gabo.
Y
qué decir de sus encuentros periodísticos con Indira Gandhi, Sir Winston
Churchill, Julio Iglesias, su adorada amiga María Félix, y muchísimos otros
personajes de la política, el arte, la cultura y la ciencia.
En cuestiones
del Tango es un experto. Adora a Carlos Gardel al que bautizo como el mudo.
Sus entrevistas son una verdadera delicia
periodística, igual que la lectura de sus artículos. Las frases brotan a
llamaradas y las palabras adquieren formas convertidas en imágenes, que cadenciosamente
danzan en las mentes de su complacido público.
Se
sabe que su primer embeleso fueron los libros. Y a la fecha siguen siendo su
fuente inagotable de inspiración y de conducta. Hasta pareciera que su pasión
por la lectura es nutrida con el hojear de los libros que lee, que para los
oídos de Jacobo vienen siendo como el dulce aleteo de las alas sublimes del
saber.
Pero
no podemos continuar hablando del periodista, como profesional, si no nos
detenemos para tocar la parte humana.
Para
el laureado periodista la comunicación con su familia es fundamental. La unión
familiar ha sido inquebrantable a pesar de los éxitos y los momentos de alta
decisión.
Uno
de los principales ejes de su desarrollo como periodista exitoso y como
personaje ejemplar, es Sarita, su esposa. Sarita no tan solo lo ha apoyado en
sus decisiones, a veces también ha tenido que enmendarle la plana o revisarle
la tarea. Igual que su marido, Sarita es
una persona preparada, culta y muy sensible. No se podía entender de otra
manera.
¿Alguien
no conoce a ese personaje, pulcro en su vestir y formal en su andar, llamado
Jacobo Zabludovsky? ¡Vaya, hasta los taxistas son sus cuates, sus improvisados
reporteros!
Qué significativo
fue su paso por la Revista Siempre!, de su gran amigo José Pagés Llergo; como
importantes las reuniones de aquel nutrido grupo de personajes que se congregaban
los viernes en el restaurante español El Parador de José Luis, ubicado en la
calle de Niza (antes que esa zona cambiara de color), para discutir sobre los
temas más importantes del país. No fueron pocas las veces que los comensales vieron
brotar conclusiones trascendentales que abonaron la cosecha cultural y política
de México.
Jacobo
Zabludovsky es el periodista mexicano con mayores distinciones. Ha recibido
premios, condecoraciones, diplomas y nombramientos. Y los sigue recibiendo.
Recientemente
acaba de ser distinguido con una de las máximas preseas que otorga la Cámara de
Diputados: la medalla Eduardo Neri, por sus 70 años en el oficio de comunicar.
El reconocimiento
que prontamente le entregará la revista Entérate -su preferida-, tendrá una
especial connotación. Ya lo veremos.
El
mexicano más conocido en el mundo, investido en la antigua escuela de
jurisprudencia de la UNAM, Jacobo Zabludovsky, tiene una misión cardinal que
cumplir: continuar con la construcción del periodismo libre y respetuoso, tal como
bien nos acomoda a los mexicanos que amamos nuestro país.