Caminaron horas o días enteros para entregar su corazón y su saber a los niños de Veracruz
* Celebraron, además del Día del Maestro, 30 y 40 años de servicio
Boca del Río, Ver., 19 de mayo de 2013.- Sus pasos, todos juntos, han recorrido de punta a punta el estado de Veracruz. Su voz ha sido guía, alegría, llamada de atención y también felicitación. Sus manos han curado raspones luego del futbol y han enseñado las vocales, matemáticas, historia, ciencias naturales y geometría; son maestros, son veracruzanos, y son los mejores.
Hoy están reunidos en los salones Tajín del World Trade Center en Boca del Río. Acudieron a festejar el Día del Maestro con el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, vienen desde todos los puntos cardinales de nuestra tierra, desde las sierras más alejadas, la costa, la ciudad, pueblos mágicos, pequeños y grandes. Todos están aquí, puntuales, como en su escuela.
Son tres mil 254 profesores con 30 y 40 años al servicio de la educación, de la niñez, dedicados en cuerpo y alma a formar y guiar desde la más tierna edad a los veracruzanos de todas las generaciones y de todas las latitudes, consagrados a poner los cimientos de una sociedad cada día más justa, equitativa y preparada.
Llegaron desde las siete de la mañana para el registro y, como relojito -como cuando dictan clase frente a grupo- a las ocho en punto tomaron el desayuno, juntos, compartiendo, además del pan y la sal, experiencias, sonrisas, anécdotas de enseñanza que se vuelven de familia, de la historia personal o colectiva. Aquí se unen sus vidas y se premian sus esfuerzos.
Poco antes de las 10 de la mañana, ya en el acto protocolario, los maestros, haciendo gala de quienes son, educando con el ejemplo, escuchan atentos las palabras de bienvenida a cargo Juan Nicolás Callejas Roldán, quien agradeció al titular del Ejecutivo estatal, en el homenaje al magisterio veracruzano, el reconocimiento y el respaldo a la labor docente.
Minutos después, el aplauso y la ovación de pie se registraron por primera vez en el recinto. “La permanencia laboral del magisterio en Veracruz no está en riesgo”, las palabras del gobernador Javier Duarte de Ochoa en su mensaje a los profesores, a quienes además felicitó por ser testimonio simbólico de la generosidad, profesionalismo y rectitud al servicio de los veracruzanos.
El aplauso crece a medida que avanzan las horas. Los maestros y las autoridades han pasado ya del discurso al saludo de mano, al reconocimiento personal. Formados y en orden alfabético, los educadores se preparan para recibir sus medallas. La Enrique C. Rébsamen y la Rafael Ramírez para quienes tienen 30 años de servicio, así como la Carlos A. Carrillo y la Ignacio Manuel Altamirano para quienes ya cumplieron 40 años de educar.
Uno a uno, como en la fila que hacen sus pequeños para entrar al salón de clases por la mañana, así están los maestros, listos para recibir su medalla, con una sonrisa y el corazón lleno de anécdotas, de satisfacciones, pensando algunos en seguir frente a grupo mientras haya vida y fuerza, y otros, en el momento de retirarse.
Ahí, en esa fila, en las sillas que abarrotan el WTC, están Reyna Erminda Silva, con 41 años de servicio en educación primaria y ocho de ser directora, antes, siempre frente a grupo; más atrás, María Martha Pérez León, con 30 años dando clases, y que actualmente educa a unos pequeños de cuarto grado. Casi al final, se distingue un maestro bilingüe, Jun Tiburcio Pérez.
Ellos tres visten distinto, hablan distinto, miran distinto, pero todos coinciden en la satisfacción que les dio –y les da- ser docentes. Mirar que sus niños convertidos en hombres y mujeres productivos y de bien, a los que vieron, en el caso de Jun, desde el preescolar, aprender las primeras letras, y en el caso de María Martha y Reyna Erminda, transitar por la educación primaria.
Reyna Ermida, María Martha y Jun relataron sus historias, sonriendo, expectantes, evocando con todo su cuerpo los momentos más gratos de su andar por la enseñanza. Coinciden también en decir que no ha sido fácil, pero sí ha sido lo mejor que les ha pasado en la vida.
Su labor, aunque encaminada al mismo objetivo, es diferente, se condujo a lo largo de los años por vías distintas. Reyna Ermida, de Chicontepec a Veracruz, María Martha, de Misantla a Martínez de la Torre, y Jun, recorriendo la sierra papanteca, a veces a pie, sin luz eléctrica, por veredas, aprendiendo siempre las 20 variantes dialectales del totonaco para poder enseñar.
Jun es maestro bilingüe, educa, forma, inspira en español y en lengua totonaca, pero además da ejemplo, dice que ser un maestro indígena al cien por ciento no es fácil, pero para él es gratificante. Platica su experiencia y sus ojos se iluminan. Recuerda que caminó días enteros para llegar a su aula y hoy se siente feliz con su pasado, contento, digno.
En los altavoces los nombres siguen sonando, el Gobernador les entrega mano en mano las preseas por tantos años de esfuerzo. En espacios breves hay rifas en las que se entregan relojes, autos último modelo, salas, comedores, mientras Amanda Miguel les canta Las Mañanitas.
Los últimos maestros suben al estrado, ya tienen en sus manos las medallas, las llevan con ellos y se llevan también un sinfín de agradecimientos acumulados a lo largo de muchos años. Las llamadas de sus exalumnos para felicitarlos, las visitas esporádicas. Se llevan la satisfacción de saber que forman parte del corazón y la mente de cada uno de los veracruzanos y de su gobierno.