El
Baldón: ¡Que se maten entre ellos!
Por:
José Miguel Cobián
Platicando sobre la cantidad de jóvenes
cuyas vidas fueron segadas por asuntos de narcotráfico, escuché a una persona
decir ¨mientras se maten entre ellos, ¡qué bueno!¨. Esa postura me hizo reflexionar, respecto de
la simpleza con la cual vemos los problemas los mexicanos. La postura de quien me dijo eso es simple,
si son malos, mejor que se exterminen entre ellos. Postura por cierto nada cristiana en un país
en el cual el catolicismo y las denominaciones cristianas dominan el panorama
religioso.
Pensé en principio que nadie debe
alegrarse por el sufrimiento ajeno, y hay muchas familias que han perdido a sus
jóvenes. Jóvenes que quizá las mismas familias y la sociedad no supieron guiar
por otra ruta diferente de esa tan arriesgada.
Ya la prueba es muy clara. Hay
narcotráfico en todos los países del mundo, sin embargo, la violencia que
conlleva en México, no tiene parangón.
Cierto que la responsabilidad primera de
aquéllos que escogen el sendero del crimen es de ellos mismos. Sin embargo, hay
una responsabilidad familiar, y sobre todo una responsabilidad colectiva, ante
una situación económica desesperante y ante la absoluta falta de oportunidades
para desarrollarse productivamente.
Cierto también que muchos jóvenes caminan hacia la economía informal, y
no hacia el crimen. Pero la propia
situación social, la cultura en México, definida como una idea nacional sobre
cómo deben ser las cosas, y el actuar de los mexicanos, nos llevan también a
crear un ambiente propicio para el desarrollo de todo lo que hoy padecemos.
La impunidad con la que se vive en el país
es denigrante. La cultura de la tranza y el robo, de la corrupción y el abuso
tanto en el gobierno como en la sociedad alientan comportamientos antisociales. En nuestro medio se premia socialmente el
éxito económico, sin diferenciar los métodos para haberlo logrado, de tal
manera que al no existir condena social ante comportamientos que atenten a la
propia convivencia social, las conductas atípicas se convierten en conductas naturales
y aceptadas socialmente.
Hoy nos quejamos de secuestros, de robos,
de asaltos, de abusos de autoridad, de impunidad, de corrupción, de malos
servicios públicos, de pésimas construcciones de calles, carreteras y cualquier
cosa que haga el gobierno en sus tres niveles, de falta de administración y
procuración de justicia, de temor ante
fuerzas policiales, etc., sin embargo, tenemos que recordar que México
es nuestro y nosotros somos responsables de que las cosas se deterioren día con
día, pues hemos dejado que nuestra sociedad y nuestras instituciones se pudran
cada vez más. Nuestra apatía, y nuestra
falta de valor civil han propiciado un ambiente favorecedor y entusiasta ante
actos ilegales de cualquier tipo. Para
poner en palabras de un joven lo que sucede en México, transcribo lo que dijo:
¨En este país solo a los malos les va bien¨
y por malos no se refería a mafiosos, se refería a personas en general
que violan las leyes…
A pesar del mal que pudieran haber hecho a
sus semejantes, no es correcto alegrarse por la muerte de nadie, y mucho menos
cuando aún en una pequeña parte, somos responsables de ella, por el simple
pecado de omisión. Habrá que ver hasta
cuando aguantamos el deterioro social. Hasta cuando permitimos que el gobierno
no cumpla con sus obligaciones ni con las leyes. Hasta cuando seguimos celebrando el éxito
económico a cualquier precio. Hasta cuando permitimos que México no otorgue
oportunidades a los mexicanos. Hasta cuando diremos un hasta aquí al baño de
sangre. No lo sé, pues la capacidad de
adaptación es infinita, pero espero que sea pronto.
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