Crónicas
Urgentes
Claudia
Constantino
En el cabal ejercicio de la
profesión de periodistase investigan temas de interés público, se
contrastan, sintetizan, jerarquizan y publican. Para ello se recurre a fuentes
periodísticas (aquel emisor de datos del que se sirve el profesional de los
medios de comunicación para elaborar el discurso narrativo de su producto
informativo) fiables y verificables. Así se elaboran artículos, que pueden
tomar varias formas para su difusión: oral, escrita, visual.
Existen varios principios que guían la
labor del periodista, el principal de los cuales es el respeto por la verdad,
el rigor en la búsqueda de la información fidedigna y verificable. En general,
se considera buen periodista al que consigue información relevante, breve y
exacta en el menor tiempo posible.
En ninguna definición de libro de texto, o en
ninguna regla del cotidianoejercicio periodístico,el periodista: deberá difundir
sin cuestionamiento alguno las actividades de instituciones, asociaciones,
partidos políticos o sujetos, procurando que la nota sea lo más lucidora
posible y que por sobre de todo rinda cuenta de sus destacados desempeños.
No es función de los comunicadores ayudar a
construir la imagen de estadista de ningún gobernante, tampoco coludirse para
ocultar a los gobernados los pésimos manejos que se hacen con los recursos
públicos, no es menester de la profesión observar de lejecitos las galas,
cenas, comilonas, entregas de reconocimientos que ostentan el derroche, ni
asistir mansamente a funciones especiales para la prensa de funciones
artísticas y presentaciones de espectáculos a cambio de un pase gratis.
Una compañera reportera de cultura
recientemente evidenciaba la invitación que se hizo a los medios de
comunicación locales para una presentación de ópera, con el fin principal de
que le dieran “difusión”. Antes, para ello se pagaba publicidad en diarios y
spots en la radio. No es una función a beneficio de ninguna buena causa y
aunque así fuera, esa difusión amerita publicidad pagada.
Entonces pareciera que este país ya se
acostumbró y ve como normal que los licenciados en letras, maestros,
historiadores, y prácticamente cualquiera sean columnistas, los taxistas lancen
portales de noticias, los abogados pongan diarios, los publicistas dirijan
empresas de marketing político.Los periodistas no se respeten.
Entre los chistes del gremio, unas generaciones atrás
escuché el de : “cualquiera que deja el cajón de bolero se mete a periodista”.
No es chistoso, es grave; el desorden y falta de respeto por una profesión cuya
función en la sociedad es fundamental, lo ha causado la perversa relación de
los poderosos con los dueños de los medios de comunicación.
En medio de ello, tratando de sobrevivir: los verdaderos periodistas y por supuesto: una sociedad duramente
vapuleada por los incontables excesos de los señores en el poder, muy cómodos
con el hecho de no tener quien quiera evidenciar sus yerros.
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