Claudia
Constantino
Tan
sólo ayer, Fortín de las Flores, Veracruz, conmemoró el 84 aniversario de haber
sido decretado municipio libre. Hoy, destaca en la lista publicada por el
Órgano de Fiscalización Superior del Estado (ORFIS) como uno de los municipios
cuyas administraciones serán denunciadas penalmente por los delitos de
peculado, incumplimiento de un deber legal y abuso de autoridad.
Las
calles del centro de Fortín, han cambiado su fisonomía prácticamente a cada
nueva administración municipal en las últimas tres décadas, refieren los
lugareños; siempre a capricho del munícipe en turno, más que obedeciendo a
cualquier otra necesidad. Sus parques; la circulación de sus pocas avenidas, y
hasta el ornato de sus famosos jardines, son pretexto común para justificar
grandes gastos, que no reportan mayores beneficios a la cabecera municipal.
El
municipio completo carece de drenaje, el agua escasea en algunas colonias, el
pavimento de fraccionamientos y caminos continuamente debe ser “remozado”, pues
el tránsito de vehículos de paso es intenso y permanente. Los olores de las
granjas avícolas propiedad de prominentes familias, cuyos miembros participan
en política a buen nivel, en la administración estatal, es una molestia que
afecta al turismo, actividad preponderante en el pequeño municipio.
Pese
a su extensión territorial de casi 74 kilómetros cuadrados y tan sólo 60 mil
habitantes, en los años recientes ha visto mermada su actividad ecoturística,
debido al estado de abandono de sus exuberantes barrancas y fértiles riveras de
ríos o márgenes de lagunas casi en extinción, afectadas por una contaminación
creciente, producto de la falta de drenaje o plantas de tratamiento de aguas
residuales.
Toda
una tradición en torno al cultivo de la gardenia, está a punto de desaparecer
por la falta de apoyos a los productores. Esta “ciudad dormitorio”, pues es
como el traspatio de Córdoba, donde muchas familias sólo pernoctan después de
realizar sus actividades en las ciudades vecinas, enfrenta una disminución
considerable en las actividades productivas que antes les sostenían.
Como
buen “pueblo chico”, el infierno es grande, de modo que son del dominio público
los excesos de los munícipes que se han sucedido en los últimos años. Corren
por cafés y restaurantes las muchas historias de enriquecimiento de quienes han
puesto oficina en el Palacio Municipal y cuentan y recuentan los pocos avances
que este municipio ha conseguido en décadas.
Cuando
los alcaldes fueron miembros de las familias más connotadas de Fortín, los
acusaron de “ambiciosos sin llenadera”; por eso, los fortinenses se atrevieron
a confiar en un hombre más, “del pueblo” que poco tiempo después de haber
tomado posesión de su encargo, mostró al mundo còmo enloquecía causando el
mayor daño patrimonial del que Fortín tenga memoria.
Actualmente,
Fortín de las Flores cuenta con un recinto ferial que no tiene feria; con Festival
de la Gardenia, y no hay ya quien produzca la aromática flor; una barranca del
Metlac, amenazada por los devastadores efectos que causará la construcción de
la hidroeléctrica de El Naranjal; gastronomía oculta; cultura sin difusión;
historia oscura y gente valiosa muy harta de lo mismo.
No
obstante, parecen enfrentar una especie de maldición: “alcalde que llega
enloquece y más nos empobrece”, dicen los que allí han habitado toda su vida.
Impunidad, es la palabra que los maldice; y Justicia, la que los libraría.
Veremos si es otro asalto en despoblado.
Cualquier comentario a esta columna que
conoció muy bien Fortín a:
Sígame en Twitter: @aerodita