Claudia Constantino
Se ven muy pocos anuncios
en los periódicos donde dependencias como la Comisión Federal de Electricidad o
Petróleos Mexicanos, soliciten personal. Lo que si es común, es ver letreros, a
las puertas del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República
Mexicana que rezan: No hay vacantes.
Y si tal milagro ocurre: que haya
plazas vacantes, uno de los muchos filtros que hay que pasar es un nada
sencillo examen “psicométrico” que debe arrojar el resultado ineludible de
demostrar que el aspirante es “apto para el trabajo en equipo.” Además de
cumplir con el perfil profesional adecuado.
Y ante tales previsiones uno piensa:
¿porqué esto no aplica a quienes ocupan cargos públicos?
Los psicólogos y psiquiatras saben
que existe algo llamado: psicodiagnóstico y es como una radiografía de la
personalidad. Un mapa de la psique de cada individuo que ahorra años de terapia
o permite anticipar el desarrollo de algunos padecimientos mentales.
¿Qué nos diría el pues el
psicodiagnóstico de Enrique Cambranis, Elízabeth Morales, Alfredo Tress, Adrián
Ávila y el resto de los dirigentes partidistas del estado?
¿De qué nos enteraríamos si
dispusiéramos de dicho estudio del gobernador del estado y todo su gabinete?
¿En manos de quién tenemos a la
máxima casa de estudios?
¿Con qué perfil son elaboradas y en
su caso aprobadas las leyes que manan del congreso local?
¿Cuáles serán las patologías de
jueces y magistrados?
¿Porqué en los cargos de elección
popular nunca es hecha esta consideración, para elegir a “los mejores hombres y
mujeres”?
Recuerdo las propuestas para
aspirantes que reemplazarìan a Mauricio Audirac en el Orfis, la lista de
curriculums presentados era amplia, pero fue al final una decisión política la
que determinó que Lorenzo Antonio Portilla se alzara ganador para dirigir al
Órgano de Fiscalización Superior del Estado.
Sucede igual en todos los casos,
como el procedimiento para encumbrar a Sara Ladrón de Guevara, en el cargo que
hoy ocupa. Ejemplos estos del ejercicio del poder en nuestro país: entre menor
el cargo más los filtros; a medida que la importanciadel cargo es mayor,la
decisión de quién será el elegido, nada tiene que ver con su capacidad,
curriculum y menos perfil psicológico.
Así se explica haber tenido
presidentes alcoholicos, gobernadores adictos, gobernantes mitómanos o líderes
asesinos y sociópatas. ¿En manos de quiénes estamos? Pero sobre todo ¿Cómo
podemos los ciudadanos pedir este “lujo” de información?
Cualquier
comentario para esta columna que ya tiene psicodiagnóstico a: aerodita_constantino@hotmail.es
Sígame
en Twitter: @aerodita