Crónicas Urgentes
Claudia Constantino
Circula en Veracruz, hace ya casi
una semana, un tema que poco a poco va perdiendo fuerza mediática, al tiempo
que se polariza más: “El caso MaryJose Gamboa”. La directora del Instituto de
la Mujer de Boca del Río, atropelló accidentalmente a un joven, dándole muerte.
No huye y es detenida.
Para unos, víctima del sistema;por
vanagloriarse al andar entre los rudos; sus excesos como comunicadora; su
soberbia como candidata a la diputación local por el distrito XX; de los
enconos generados por su carrera política, y el fuego cruzado entre grupos del
poder.
Para otros, figura en desgraciaque
espera, sus influencias como columnista le alcancen para recibir un trato privilegiado;
y supone que sus compañeros panistas pronto podrán ponerla a salvo; se mueve
para lograr convertirse en figura nacional y pareciera que busca colaborar con
el descrédito de una administración estatal, tan cuestionada como errática.
Los más, opinan que es una política
presa que deberá encarar las consecuencias de un hecho imposible de modificar:
mató a un hombre accidentalmente; donde lo justo es que siga por ello un
procedimiento justo y estrictamente apegado a la Ley.
Otros tantos, dicen que es una presa
política que paga el precio de no ser bien vista por el mandatario estatal
debido a su postura crítica; argumento que no alcanza si se analiza el ámbito
de injerencia que la comunicadora tiene y ha tenido en la opinión pùblica.
Saltar a la palestra nacional, al
ser entrevistada por la periodista Carmen Aristegui, no basta para convertirse
en caso emblemático de los “ataques contra la libre expresión en Veracruz”,
pues lo que se juzga no es su ejercicio periodístico, sino la seria imprudencia
que cometió.
Estar en la cárcel de manera no
calculada, es una experiencia indeseable en todo caso, pero sí es su
prerrogativa encarar su difícil circunstancia con dignidad, estatura, e
inteligencia; pero sobre todo, con justicia.
Leí su declaración acerca de porqué
no ha dado la cara a su pequeña hija aún: “no sé qué decirle” explicaba. En su
lugar, a mis hijos les diría que estamos separados porque me vi involucrada en
un terrible y fatal accidente que cobró la vida de un ser humano y debo
responder por ello. No puedo más que pensar en sus argumentos prefabricados
para mover a una absolución que no alcanza dada la gravedad de su falta.
Leí también las opiniones de otras
plumas que hicieron escarnio de su circunstancia y me ha sido difícil dilucidar
si Maryjose Gamboa, cosecha lo que sembró entre sus colegas; o si es
vilipendiada por la creciente mezquindad del gremio, abonada por la relación
perversa con el poder.
No es un tema fácil de abordar o
analizar; bordeando los detalles morbosos, la victimización y el encono, he de
concluir que sabremos si Maryjose Gamboa es una política presa o una presa
política en unos días más; cuando su desesperación se apacigüe y pueda ver
claramente quiénes son sus aliados y quiénes sólo la utilizan; cuando pueda
pensar con inteligencia y recuerde que, aún en prisión, conserva su mayor
libertad: la del pensamiento y además su pluma.
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