Crónicas Urgentes
V Informe
Claudia Constantino
En un ejercicio de
imaginación, eliminemos a los acarreados al velódromo de Xalapa, ayer. Ahora,
pongamos que los cientos de asistentes al V Informe del gobernador Javier
Duarte de Ochoa no son sus funcionarios, ni empleados, simpatizantes o miembros
de su partido; en vez de eso: sus gobernados.
Imaginen a cientos de familias veracruzanas
llegando ahí por su propio pie: padres, madres, hijos, abuelos con cartas de
felicitación, pancartas de apoyo, sin tener que pasar por detectores de
metales, tres puntos de seguridad, ni el requisito indispensable de trabajar en
el gobierno del estado para poder ingresar al recinto.
¿Cómo habría tenido que ser la
administración estatal, para que en vez del gasto suntuoso de un evento donde
el gobernador luciera como un estadista, aquello hubiese sido una verbena
popular con todo tipo de manifestaciones de aprobación?
Imaginen un Veracruz donde los
gobernantes se atrevieran a estar cerca del pueblo que los eligió, los
funcionarios dispuestos a responder las preguntas de los periodistas y con servidores
públicos sin escoltas, y ese evidente entrenamiento para mantener la actitud
de: “no me paro, llevo prisa”.
Imaginen que hubiese soluciones
posibles en lugar de la única propuesta de ignorar los reclamos sociales,
desacreditarlos, criminalizarlos y sofocarlos con los gritos histéricos de las
huestes de algún líder, de esos que se alquilan para concentrar acarreados
donde habría de tener lugar alguna genuina manifestación.
Un Veracruz, donde la clase política
una vez encumbrada, no diera la espalda a los ciudadanos que los llevaron a sus
puestos, sino continuaran siendo sus interlocutores.
Que se dieron cita muchas y grandes
personalidades en el V Informe, rezan muchos titulares esta mañana, pero lo
cierto también, es que los grandes ausentes no sólo fueron los senadores Héctor
y José Yunes, sino, el pueblo veracruzano.
En la realidad, el gobernador,
nuevamente, tuvo que intervenir para que los encargados de la seguridad dentro
del velódromo, no sometieran a los pocos que se manifestaron en contra de la
desaparición de personas en la entidad,pocos minutos después de iniciado su
discurso.
En vez de esto, imaginen a un
gobernador de Veracruz, que se atreviera a estar cerca de la gente; que a las
madres desesperadas ante la desaparición de sus hijos, en lugar de una sonrisa
socarrona, les lanzara una mirada compasiva; que la clase política de Veracruz,
aprendiendo por imitación, no manifestara desprecio por los veracruzanos de a
pie.
Imagino un Veracruz menos pobre; menos
endeudado; más libre; más seguro; más equitativo; menos ruin. En ese escenario,
imagino un informe que pudiese ser leído ante un Congreso con todos sus integrantes
presentes, sin increpar al jefe del ejecutivo, cada vez que pasa de un tema a
otro. Un Informe para el pueblo de Veracruz, una sociedad menos enojada con su
gobernador y su desempeño como la de hoy, manifestándose en las redes sociales,
único lugar que escapa a la represión .
En 2016 habremos de elegir gobernador:
ojalá pudiésemos repetir este ejercicio de imaginación y fijarlo en nuestra
conciencia unos minutos antes de emitir nuestro voto. Que no basta con eso dicen
los que saben; que no basta ante “el aparato electoral” del PRI”; tal vez, pero
eso es un principio, el resto ya sabemos como funciona, no olvidemos que en el
laboratorio electoral de las pasadas elecciones para diputaciones federales, el
PRI perdió en todas las ciudades más grandes de Veracruz. La ruta es conocida, difícil, pero a un
experimentado político le escuché varias veces: “ cuando la voluntad del pueblo
es copiosa, es contundente y poco se puede hacer para maniobrar, la ruta es la
contundencia.”
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