Crónicas
urgentes
La
cumbre en el abismo
Claudia Constantino
Hoy fue anunciado el programa de
sólo tres días de la próxima Cumbre Tajín; a nada del primer aniversario
luctuoso del último guía moral y espiritual del pueblo totonaco, Juan Simbrón
Méndez, cuya memoria ha ido rápidamente al olvido. La falta de presupuesto hará
de la fiesta en el Takilsukut la más precaria de la que se tenga memoria.
A pesar de la incansable labor de
Juan Simbrón por el pueblo totonaco, y los muchos servicios que prestó al
sistema político priista, ahora que se cumplió el primer año de su muerte, ni
evento ni celebración importante; apenas las muestras de cariño de sus más
allegados. Ninguna institución importante se ocupó de recordarlo, y ahora que
se conoce el presupuesto para la Cumbre Tajín 2016 es de esperarse que alguna
lona en el Kantiyan (casa de los abuelos) sea todo lo que se utilice para
rendirle tributo a esta figura emblemática.
En otro tiempo, y con una suerte
diferente a la duartista, Juan Simbrón era visitado en su casa por los
presidentes de la república y sus esposas, y todos los gobernadores acudían a
él y le presentaban sus respetos, a lo que respondía con ceremonias, saumerios
y acuerdos.
Cuando el Tata Juan, como tantos lo
llamaban, estaba en pleno ejercicio de su poder como líder moral de los
totonacos, el supremo consejo en pleno se reunía en el pórtico de su casa y
desde ahí se tomaban importantes decisiones, se lanzaban peticiones y se hacían
acuerdos en favor de su pueblo.
Los delegados de la Comisión para el
Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) preguntaban siempre la mejor forma de
repartir los recursos de los proyectos productivos de esa región. Don Juan era
tomado en cuenta para todo y participaba en la Cumbre Tajín, como una verdadera
estrella.
La diferencia con el presente es
abismal. No se entiende cómo, siendo la Cumbre Tajín un fideicomiso supuestamente
autónomo, manejado desde la Ciudad de México, también esté sufriendo los
embates de la crisis financiera del Gobierno del Estado.
Este que ha sido un excelente
negocio (nunca ha quedado claro para quién) hoy también ofrecerá una edición
reducida a su mínima expresión, sin estrellas como las que alguna vez fueron
contratadas, como Björk, los mejores DJ’s del mundo o Santana. Entonces, ¿es
autónomo o no? ¿Sí depende del Gobierno del Estado o es un fideicomiso? Nadie
ofrece ninguna explicación.
Lo cierto es que ni honrar la
memoria de Juan Simbrón ni continuar la tradición de uno de los principales
festivales de México son temas que le preocupen a la actual administración
estatal, bastante ocupada en muchos otros asuntos más urgentes, que igual no
puede solventar. Y como una raya más al tigre, ya a nadie le importa, y menos
después de comprobar que Javier Duarte no se va, a pesar de los pesares; es
inútil atizar más leña al fuego o señalar esta nueva decepción.
Sin embargo, es por demás notoria la
opacidad con la que se maneja ese negocio multimillonario llamado Cumbre Tajín,
que en 2016 se ha ido al abismo y desde ahí dará un lamentable espectáculo al
mundo. Desde la ciudad del trueno, los hijos voladores de Papantla perderán
altura y tendrán que conformarse con una fiesta de muy bajo nivel y escaso
presupuesto. La verdadera riqueza del pueblo totonaco: su esencia, su gente, su
espíritu, es ignorada. Quienes pensamos que el recuerdo de “la paloma blanca
del totonacapan” viviría por siempre, comenzamos a dudarlo, y a lamentarlo
también. Hasta 2017, hasta la próxima.
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