Crónicas
urgentes
Reportera,
mujer y madre
Claudia
Constantino
Tras
haber sido confirmada la identidad del cuerpo encontrado en Puebla como el de
Anabel Flores, la reportera a la que un comando armado sacó de su casa, según
la denuncia de sus familiares, traté de hablar sobre ello con los compañeros reporteros
de su plaza, y me estrellé con su miedo.
Tal sentimiento deja al descubierto
otro hallazgo igual de terrible que la muerte de esta mujer, madre de dos
pequeños (de 15 días y 4 años de edad) y es que a la prensa de Veracruz la han
amordazado. Hay compañeros a quienes contactaron El País, La Jornada Nacional y
otros medios de igual importancia y, tras una declaración inicial, fueron
reconvenidos por sus medios, pidiéndoles silencio; “necesito mi trabajo” es la
explicación que dan a su discreción y miedo.
El procurador del estado, Luis Ángel
Bravo, se apresuró ayer a explicar que “se siguen todas las líneas de
investigación, desde la que toda la gente ha referido y especulado, el tema de
su actividad como reportera, hasta desde luego el hecho de una relación
afectiva o sentimental que tenía con una persona identificada en la
averiguación”.
A través de un correo identificado
como Información Veracruz, circuló la versión de que, tanto El Sol de Orizaba
como el Buen Tono, los dos periódicos para los que colaboraba, se deslindan de
la reportera y acompañan la nota con la publicación de este último medio, cuyo
encabezado anuncia: “Reportera plagiada no es del Buen Tono”. También incluyen
una fotografía de su vehículo, especificando su valor de factura y el hecho de
que sus ingresos no coinciden con su
nivel de vida.
Todo esto pone en evidencia el
interés de exhibir a esta mujer víctima de feminicidio, si no se quiere admitir
que su tortura y asesinato guarden relación con su actividad periodística. La
pregunta que aquí cabe es si fue su vínculo sentimental con un actor del crimen
organizado lo que la llevó a ser torturada y asesinada. ¿Merecía morir así?
¿Realmente merece ser exhibida de esta manera? A priori, vemos que la nota roja
ha saltado a los primeros titulares de los medios de comunicación de todo el
estado, y que con demostrar que esta muerte no tiene que ver con el ejercicio
periodístico, una vez que la incipiente investigación concluya, no se acaba el
horror, no se detiene la violencia y nadie se siente seguro en Veracruz.
Este caso no es un asunto que sólo
atañe al gremio periodístico, es una muestra más del estado en que vivimos.
Ocioso resulta ya recapitular las muertes y lamentarlas. La cuestión es cómo se
detendrá la barbarie. ¿Hasta cuándo Veracruz seguirá siendo un territorio sin
ley? Las declaraciones optimistas no detienen los asesinatos y, hoy, no
devuelven a Anabel al lado de sus dos hijos huérfanos, haya sido como haya sido
que le quitaron la vida, como tantos otros en este estado.
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columna con nausea por tanta sangre a: