CARICATURA EN MÉXICO, RETRATO FIEL DE LA
COMEDIA NACIONAL
Ana Celia
Montes Vázquez
CDMX. Octubre
2018.- Escribir de la historia de la caricatura en México o de la Historia de
México vertida en la caricatura, nos llevaría años de investigación y miles de
cuartillas --amén de los ríos de tinta-- para que todos los actores
involucrados estuvieran representados. En nuestro país se han escrito --por
fortuna-- varios ensayos, tesis, investigaciones y ponencias alrededor de este
maravilloso género de opinión; sin embargo, ahora se trata de dilucidar por qué
es el trazo mexicano tan prolífico y especial, características que lo han
ubicado como un fenómeno a nivel mundial en todos los tiempos, y en un fiel
testigo del devenir nacional.
En México los caricaturistas han
sido etiquetados como dibujantes de izquierda y de derecha, y, pero aún, muchos
se autocalifican de esta manera denostando y agrediéndose mutuamente. Lo cierto
es que la caricatura nacional va más allá de posiciones políticas y de esas
clasificaciones que la han acompañado (junto con caricaturistas y
publicaciones) durante casi los 180 años de vida. Como género de opinión, la
caricatura es contundente; a veces devastadora y resulta un hecho objetivo que
siempre ha sido más buscada por los lectores de periódicos, tal vez por ser el
nuestro un país más visual o, sencillamente porque nos da flojera leer las
notas. ¿Será por eso que siguen vigentes y devastadores los trazos de Naranjo y
Helioflores en sus añejas tribunas de El Universal, entre otros tantos?
¿Acaso en esto radica el alto margen de recordación de moneros tales como
Hesiquio Iriarte, Picheta (siglo XIX), Gaitán, Daniel Cabrera, los Pruneda
(inicios del siglo XX), Abel Quezada, Alberto Huici y Arias Bernal hasta llegar
a Jis, Trino, El Fisgón, Paco Calderón y Helguera, entre tantos otros? ¿Será,
simple y llanamente, que en México y en los mexicanos está tan arraigada esa
costumbre de tomarnos todo a broma (incluso la muerte)? ¿Constituye esto una
muestra del sentido autocrítico y autorreflexivo de la esencia nacional...? ¿O
sólo es la manera pintoresca y artística en que los compatriotas damos salida a
nuestros resentimientos políticos, sociales y hasta filosóficos...?
En fin, desde que apareció Tiranía
de Claudio Linati publicada en El Iris en 1859-1851, en plena Guerra
de Reforma, la caricatura mexicana tomó carta de naturalización. Muchos ríos de
tinta y varias cuartillas papel han pasado desde entonces y, curiosa o
afortunadamente, los hechos cotidianos, políticos, dramáticos, artísticos y
demás de nuestra siempre pintoresca sociedad han estado retratados con
oportunidad por la caricatura mexicana y por sus mejores exponentes (Audiffred,
Islas Allende, El Chamaco Covarrubias, Castrux, Rius y un largo
etcétera). Asimismo, recordemos que una de las acciones que mucho le tundió
(sic) a Francisco I. Madero, en un claro afán de desacreditarlo ante la opinión
pública del momento, fue la cantidad de caricaturas anónimas y no tanto,
exhibiéndolo como un chaparrito, pelón y bigotón, quien, con voz meliflua, se
veía minúsculo junto a la firme y enorme figura del dictador Porfirio Díaz. Y
todavía más, se le dibujaba pequeñito, ratonil, chiquitito, pequeñitito, con
los pies colgándole, en una silla presidencial que nunca logró abarcar ni
tantito.
Cierto, la caricatura tiene un
encanto y un perfume del que pocos han podido escapar. Artistas como José
Guadalupe Posada, José Clemente Orozco, Carlos Neve, Carmen Mondragón (Nahui
Ollin) y el propio Diego Rivera no pudieron sustraerse a su canto de sirena
seductora. Y ni qué decir de Sixto Valencia y Gabriel Vargas, personalidades de
la historieta nacional, quienes con acierto y maestría han retratado los tipos
y costumbres mexicanas (Memín Pinguín y la Familia Burrón ),
siempre vigentes, y claros e incuestionables ejemplos de que el cómic made
in México tiene gran calidad en su manufactura, puede competir con
cualquiera que se le ponga enfrente y constituyen fenómenos sui géneris
a nivel mundial.
La caricatura en México, el cartón
mexicano, es un termómetro que sirve para medir la temperatura del ánimo de una
sociedad que nunca acaba de agotar su capacidad de asombro, ante los hechos
cotidianos y extraordinarios de la política y la economía. Una imagen dice más
que mil palabra y, en efecto, ha probado y comprobado su eficacia en campañas
de publicidad y propaganda, por su innegable calidad didáctica (lo mismo atrae
a niños que a adultos de todas las denominaciones) y capacidad de atraer la
atención y mantener la memoria fresca, por lo que siempre será un recurso muy
socorrido y jamás pasado de moda. La caricatura, su línea con gracia, humor y
sarcasmo es un lenguaje universal, accesible y entendida por todos, que no
requiere de la palabra escrita (y en opinión de expertos, entre menos texto
mejor, si no es que nada)
Y tanto así, que ha extendido sus
brazos para lograr espacios consolidados en otras secciones del periódico y los
noticieros. Tal es el caso de la caricatura deportiva (futbolera y olímpica,
para ser más precisos), género bastante bien aceptado, bien encaminado
mercadológicamente, y también una muestra del talento y oportunidad humorística
del ser mexicano, pues, hasta ahorita, hasta donde se sabe y tiene
conocimiento, no se ha repetido la faena en otra parte del planeta. Ángel Rueda
fue el iniciador y hoy en día Terrazas, Apebas, Gabriel y Éctor son los
exponentes de la caricatura deportiva mexicana, siendo don Ricardo Salazar
Berber el decano, cuando durante años publicó las peripecias de las figuras del
balompié en el hoy desaparecido periódico Novedades, además de ser él y
nada más que él quien creó las mascotas de los equipos ídem. No falta mucho
para que suceda lo mismo en las secciones de Espectáculos y Cultura, campos
que, a decir de los propios moneros, tienen mucho potencial.
Resulta un hecho innegable que el
trazo con humor y con su gran dosis de carga política, ideológica y hasta moral
constituye un fenómeno peculiar en nuestro país y que seguirá dando de qué
hablar y del que debemos reflexionar, como universitarios en pos del
conocimiento, en espacios como los de este foro.
La Lic. Ana
Celia Montes Vázquez es Profesora Titular de Teoría de la Comunicación en
Diseño Gráfico (FES Acatlán, UNAM). Ex jefa de redacción de la revista
Lapiztola de la
Sociedad Mexicana de Caricaturistas.