El
Baldón
Por
José Miguel Cobián
Ahora se puso de moda hablar de los cien días del gobierno
federal, y de ñapa algunos se llevan al estatal. Resulta por demás interesante ver lo que
dicen las redes sociales, de los dos bandos, pues entre ellas hay un muro
infranqueable, poco hay de diálogo entre quienes están a favor y quienes están
en contra de lo que se ha hecho hasta la fecha.
Para unos, todo ha sido malo, para otros, todo ha sido bueno, y
muy pocos, demasiado pocos, tratamos de ver lo bueno y lo malo de estos
primeros cien días de gobierno de la cuarta transformación. Pablo Hiriart en el financiero, tiene el
tino de escribir de lo bueno y de lo malo, siendo lo bueno social y político,
mientras que lo malo es fundamentalmente económico. Y tiene razón en ambas columnas. Es imposible demostrar lo contrario con
argumentos reales.
La polarización y el nivel de insultos, ha llegado a separar
definitivamente a esos dos grupos, los a favor y los en contra no se pueden ver
ni en pintura. Cierto estoy que si se vieran en persona, terminarían a
golpes. Lo cual no es bueno para el
país, ni para el gobierno de Andrés Manuel, pues si bien, ha tenido puntos
buenos, la ausencia de contrapesos, más allá de la sociedad civil, la propia
economía y los dueños del dinero (nacionales y extranjeros), no tiene nada que
lo frene en sus ideas, así que mientras sean buenas, adelante, pero si son
malas, hay que hacerlo notar por el bien de México, que es el bien superior,
ese bien que se le olvida a detractores y simpatizantes, en su lucha por ganar
una discusión pública.
En lo personal creo que es comprensible la cantidad de errores
cometidos por el gobierno, por una razón específica, los que lo integran no
estaban preparados para gobernar. El
tsunami de la elección fue una sorpresa para todos. AMLO no pensó jamás que los diputados y
senadores elegidos por tómbola llegarían a
una curul, y ahora tiene que lidiar con muchos totalmente impreparados
para cumplir su función. Los viejos
lobos en el grupo de AMLO no alcanzan para cuidar a los legisladores inexpertos
o ignorantes. Y lo mismo pasa en los
gobiernos estatales o municipales.
Morena es un Movimiento de masas, no es todavía un partido
político, no tiene cuadros formados. Cada quien interpreta a su manera y a su
estilo lo que en su horizonte de conocimientos implica el cumplir con el puesto
asignado. Sin embargo es un precio que
los mexicanos aceptamos pagar el día de la elección. Nosotros sabíamos que no tenían cuadros, que
muchos puestos serían ocupados por amigos medianamente de confianza que en su
mayoría no estarían preparados para ocuparlos, y sin embargo, preferimos eso, a
más de lo mismo. Fuimos motivados por un
solo grito: ¨combatir la corrupción¨.
Sí, antes de que haya reclamos, es una promesa que todavía no vemos que
se cumpla a rajatabla.
Imagina que diriges un gran ejército de soldados inexpertos, es lógico
que en muchas escaramuzas, fuerzas inferiores en número, pero mejor entrenadas
en la lid pública ganen las batallas, pero a la larga, vas a triunfar, tan sólo
por la superioridad numérica. Eso esta
pasando en el gobierno. Quienes celebran
los ridículos en que han incurrido algunos funcionarios electos y designados,
no acaban de entender que celebran un daño a México. Sin embargo, cumplen con una función
trascendental, así sea por temor al ridículo, esos nuevos funcionarios tendrán
que bajar su nivel de soberbia o de verborrea.
Esos enemigos críticos y burlones le hacen un bien a México, pues este
gobierno, casi sin contrapesos los necesita como nunca antes.
Muchos de los que votamos por Morena, que sin ser miembros del
partido decidimos promover el voto a favor de ellos, entendemos que es muy
importante el triunfo del combate a la corrupción, y también la urgente
necesidad de lograr un buen gobierno a la brevedad. Por ello, nos mostramos críticos en lo que
consideramos que se hace mal, y aplaudimos lo que vemos que se hace bien. Formamos también un contrapeso importante,
para que cada día el gobierno haga su trabajo de una mejor manera. Los que no saben que aprendan, y los que no
puedan, que se vayan.
Hay una serie de reclamos absurdos a las críticas, como ese de que
apenas llevan cien días… o ese otro de
déjenlos gobernar, ya veremos como funcionan las cosas en unos años. Ambos son absurdos porque cuando vas en un
auto y notas que el rumbo no es el correcto, no esperas a salirte de la
carretera o caerte en un barranco para corregirlo, tomas la decisión en el
mismo momento en que te das cuenta de que algo anda mal. Esa es nuestra función cuando no hay
contrapesos al gobierno.
Esa ausencia de contrapesos puede y de hecho lo ha conseguido,
estimular la soberbia y la sordera, en esos que presumían intentar gobernar en
un ambiente de libertad y verdadera atención ciudadana. Ejemplos sobran, pero
el más reciente es la censura que el titular del fondo de cultura económica
establece a artículos sobre economía que no van acordes a su mínimo y escaso
conocimiento de economía. Un escritor
ignorante, en un puesto público, ejerce el poder censurando a quien no piensa
como él. Claro ejemplo de persona
incapaz para el puesto. Grave es que AMLO
tenga una lealtad a toda prueba a sus amigos, y los sostenga a pesar de cometer
graves errores, como éste de Paco Ignacio Taibo II.
Ese es el peor escenario en los gobiernos de Morena y su enemigo
más fuerte. La falta de sanciones a
quienes cometen graves errores. Es de lo
poco que añoro del antiguo régimen, la
falta de rendición de cuentas con sus superiores. AMLO centraliza todo, y anda muy ocupado
viajando diariamente, al grado que no evalúa ni supervisa a sus secretarios de
estado, y al resto de los funcionarios.
Nadie evalúa el desempeño de nadie, y nadie se hace responsable de sus
errores. Esperemos que conforme aprendan
las labores de gobierno, esto desaparezca y todos asuman sus responsabilidades.