El Baldón: Soluciones simplistas,
corrupción o ignorancia
Por: José Miguel Cobián
En México practicamos en un
nivel de calidad mundial el muy mexicano arte del juego del Tío Lolo. (Sí, ese en el cual se hace tonto uno
solo)¨. Nikita
No hay mexicano que no se entere
diariamente de algún crimen que termina impune con el correr de los días. Y sin embargo no hace absolutamente nada para
remediar esa situación. Entiendo que
muchos mexicanos consideran como normal lo que sucede y no conciben una
convivencia pacífica, otros nacieron en este tipo de ambiente y creen que es
normal, sólo unos cuántos que han viajado o lo perciben cuando miran películas,
se dan cuenta de que es posible caminar a las cinco de la mañana en una ciudad
grande de varios millones de habitantes, o en un pueblo pequeño de no más de
trescientos mil habitantes, sin correr el menor riesgo, ya no digamos de ser
asaltado, sino simplemente de ser molestado.
Las autoridades eluden con una dedicación
digna de mejores causas el mínimo esfuerzo para ya no digamos eliminar el
problema, sino simplemente reducirlo.
Así, a niveles municipales, vemos que llegan recursos de la federación
etiquetados para seguridad, que son utilizados para cualquier cosa menos para
lo primordial. A pesar de lo que muchos
piensan en su ignorancia, tener policía municipal es el primer paso para
reducir los índices de actos criminales en un municipio. Es lógico pensar que un lugar sin policía
municipal que es preventiva, será un territorio sin ley, equivalente al viejo
oeste, dónde la ley del más fuerte imperaba.
Así, los alcaldes, en lugar de comenzar
por el principio, eludiendo –insisto- su responsabilidad consagrada en el 115
constitucional, deciden invertir esas carretadas de dinero en alumbrado público
(con su respectivo moche), en remodelar (una vez más) un parque que ha sido
remodelado 20 veces (con su respectivo moche), otorgar pagos de $300,000.00 a
alguna amistad íntima o no, por dar alguna conferencia de prevención del delito
a no más de cien personas, en fin, hacer cualquier cosa que les lleve
beneficios económicos a ellos (ellas), o a sus seres queridos y seres queridas
(sic), pero jamás iniciar con la el primer paso para la solución de el
problema.
Quienes hemos estudiado las tendencias
criminales, su evolución y su contención y remedio, hemos visto que la policía
no es suficiente, pero es el primer paso, de ahí viene la capacitación y el
equipamiento adecuados, la seguridad social y familiar para ellos, un mando competente,
un centro de mando equipado, para continuar con cámaras de seguridad,
estrategia de contención de delincuentes una vez que cometen un delito. Para continuar con el combate a la impunidad
que pasa por la aplicación estricta de leyes municipales, como la no venta de
bebidas alcohólicas ni cigarros, a menores de edad. Y de las leyes estatales, con una fiscalía
con suficiente presupuesto, con personal capacitado, equipado y protegido en
caso de enfermedad o fallecimiento. Con
jueces que cumplan su función y con centros de rehabilitación que rehabiliten
verdaderamente.
Sé que suena utópico en un país
disfuncional como México, y lo será siempre que los habitantes desconozcan sus
derechos, entre los cuales esta el exigir buen gobierno, es decir un gobierno
de calidad, que implica recuperar la paz publica.
La diferencia de gobernar a un pueblo
culto como el francés y a un pueblo ignorante como el mexicano, es que en
Francia los ciudadanos –orgullosos de serlo desde la revolución francesa-, se
asumen como tales, entienden que los funcionarios son sus empleados y como
tales les exigen una administración pública eficiente, que beneficie a la
población. En México…. En México…. En México, no.
En las noticias de cualquier pueblo del
país se informa de la remodelación de tal parque, de la compra de tantas
patrullas (que no serán manejadas por policías porque no hay), o de el
equipamiento a personal de la fiscalía, e incluso se consideran grandes logros
las ciudades judiciales. Y el pueblo
se cree que están haciendo algo por los mexicanos. La realidad es que mientras la impunidad y
la corrupción (su hija predilecta) sigan siendo quienes gobiernen el país, nada
va a cambiar.
Llegan a alcaldes para robar el patrimonio
del municipio. Llegan a la fiscalía para vender la procuración de
justicia. Llegan al poder judicial a
vender la administración de justicia. Llegan al gobierno estatal a robar el
dinero que debería usarse para beneficio de los habitantes del estado, y llegan
al gobierno federal para robarse el dinero de todo México. Jamás para buscar el bienestar de la
población que paga religiosamente sus impuestos sin ver beneficios de ese
sacrificio económico.
Pero está bien, es lo normal, es lo
correcto. Si un funcionario no hace nada
a lo largo de ocho horas diarias, no importa, roba un salario que no
merece. Si otro funcionario es
recomendado para un puesto en el que claramente no funciona, no importa, porque
el partido que gana la elección reparte el botín. Sí, el botín, como si ganar la elección fuera
una ganar una guerra, lo cual implica que entre los ganadores se reparte
aquello que puede ser sustraído en su beneficio.
¿Se ha puesto a pensar usted que me lee,
cuánto daño le hace a su municipio, estado, país, un funcionario que no sabe
como cumplir con su función pública, pero que además no está interesado en
ello. Se gastan pesos, cientos de
pesos, miles de pesos, cientos de miles de pesos, millones de pesos, …. Miles
de millones de pesos, para que nada cambie, para que todo siga igual… o
peor. Pero está bien, no pasa nada, no
hay ciudadano que exijan rendición de cuentas.
Sólo hay pobladores que parecen siervos, que aceptan todo lo que viene,
como si fuera voluntad divina y no obra de algún inepto o ladrón.
México tiene el gobierno que merece en
todos sus niveles. La calidad del gobierno es reflejo de la calidad de los
mexicanos. Y así seguiremos, cada vez
peor. El problema no es el presidente
de la república, o el gobernador, o el alcalde, o el empleado que espera su
embarrada de dinero para cumplir su función, o el policía corrupto, o el juez
que se hace tonto hasta que alguien le llega con un sobre. El problema es la población que lo permite,
de una manera servil y humillante.
Cuando escucho a alguien decir que se
avergüenza del gobierno de México, siempre pienso –aunque por prudencia no se
lo digo-, que debería de avergonzarse del pueblo de México, comenzando por
avergonzarse de la persona cuyo rostro observa día con día en el espejo, pues
esa persona es cómplice de todo lo malo que pasa en México, ya sea por
participación o por omisión o por simular creer que quejarse con los amigos en
la tertulia, o en las redes ya cumplió con sus deberes cívicos.
Te invito a reflexionar amable lector y
lectora.