El Baldón: Los graves errores del semáforo de colores.
Por: José Miguel Cobián
En el imaginario colectivo,
cuando el semáforo está en rojo, es cuando hay mayor riesgo de contagio. Si el semáforo cambia a naranja, la población
lo interpreta como que el riesgo de contagio comienza a disminuir. Esa es la lógica por encima de cualquier
explicación que pudiera dar la autoridad de salud federal.
Cuando alguien ve el color
con que está pintado el país, generaliza la situación a todo el país, acorde al
color, rojo o naranja. De manera
inteligente, ya se señala por estados el color de riesgo, que para la población
es lo más fácil de comprender. Pero aún
así, los colores varían por municipio y por región en cada estado.
Ya ha quedado claro que
iniciamos el cierre y cuarentena de manera equivocada, pues se aplicó lo mismo
a todo el país, a pesar de que los momentos de la pandemia son diferentes para
cada región. Así, zonas que no tuvieron
un infectado a lo largo de dos o tres meses, desgastaron a la población y a su economía con el encierro. Ahora cuando apenas está iniciando la etapa
de contagios masivos, es cuando el gobierno decide abrir y marcar como naranja
muchas zonas que en realidad deberían de estar en rojo.
Incapaz de reconocer que
cometió un error y así explicarlo a la población, se opta por reanudar la
actividad económica, reconociendo una innegable realidad: La mayoría de los
mexicanos vivimos al día, no podemos estar sin salir a trabajar, porque de
ahcerlo así, simplemente no tendríamos dinero para comer.
Al inicio de la pandemia,
se insistió mucho en que era necesario tener políticas públicas agresivas para
salvar a aquéllos que pudieran morir por COVID. Se pidió una y otra vez al gobierno federal
otorgar una renta básica, ya fuera por persona o por familia, para así detener la
pandemia, evitando la cadena de contagios.
La solución era sencilla y barata.
Sin personas en la calle, en 21 días se acabaría la transmisión del
virus en el país, y podríamos reanudar nuestra vida cotidiana, con las debidas
precauciones.
En lugar de ello, el
gobierno decidió actuar como observador de la pandemia, e incluso promotor, al
permitir la llegada de viajeros de países ya envueltos en contagios masivos; al
decidir no realizar pruebas, las cuales hubieran servido para llevar a la
cuarentena EXCLUSIVAMENTE a aquéllos contagiados y a su cadena de
contactos. La decisión tomada fue
claramente equivocada. Hoy los costos
de no apoyar a la población más vulnerable económicamente se miden en miles de
muertos (mas los que se acumulen), los costos medidos en pérdidas de empleos
son abrumadores, y costará mucho tiempo y dinero recuperar esos empleos
formales; los costos a nivel economía nacional son brutales, la pérdida de
10% o más de la riqueza nacional medida
en el PIB, lo cual no se recuperará a lo largo de todo el sexenio.
Otorgar una renta básica a
cada mexicano o a cada familia, establecer reglas estrictas para que solo
salieran a la calle previa autorización hubiera sido considerado por la
oposición como autoritarismo, sin embargo, en casos excepcionales y cuando de
salvar vidas y haciendas se trata, deben de aplicarse medidas excepcionales
también. Gobernar implica ejercer el
poder que fue otorgado de manera democrática.
Un gobernante no puede renunciar al ejercicio del poder. Hoy y a lo largo de quizá 30 años, pagaremos
el precio económico, el de vidas humanas será irrecuperable.
Originalmente y en base a
criterios científicos y conforme informaron las autoridades federales cuando
iniciaron el proceso denominado ¨nueva normalidad, el semáforo obtiene su color
en función de el grado de transmisión comunitaria, evaluación de la curva de
contagios, la conectividad intermunicipal, el tamaño de la población, la
densidad poblacional, la capacidad resolutiva de salud (disponibilidad
hospitalaria real), edad promedio poblacional, prevalencia de enfermedades
crónicas. Lamentablemente el criterio ha
sido modificado por razones políticas de el gobierno en turno.
Actualmente según los
reportes de la secretaría de salud, ¨los colores son determinados con base en
la ocupación hospitalaria y la condición de los pacientes.¨ Este cambio a determinar colores basados en
disponibilidad hospitalaria, genera enorme confusión en la población y la
expone a mayores contagios, pues presuntamente se basa a la ocupación
hospitalaria, parámetro que es totalmente manipulable por parte de la
autoridad, ya que se aumenta el número de camas de manera indiscriminada. Camas que en su mayoría están vacías, pero no
por no estar disponibles, sino porque no cuentan con el personal y los insumos
necesarios para su correcto funcionamiento como camas de hospital.
Descaradamente el gobierno
al cambiar el criterio para definir el color del semáforo, deja claro que lo
único que le preocupa es tener camas disponibles, y evitar el presunto colapso
de los sistemas de salud pública. Pareciera
que la meta es tener suficientes camas, sin importar que en esas camas no se
pueda atender correctamente a los enfermos COVID. Lo más grave, es que la señal que se envía al
público implica un total desinterés por reducir los contagios. Parecen decir: ¨no importa que te contagies,
no importa que te mueras, lo único importante es que podamos presumir que no se
colapsó el sistema de salud¨.
Algún día terminará la
pandemia. Parece que en tiempo de frío
se va a agudizar el problema de salud, ya que el calor ralentiza la transmisión
del virus (ojo, no la evita). Cuando
termine todo, habremos de evaluar los daños, y la falta de control de los
mismos por parte del gobierno federal.
Los estatales y municipales, ante
la reducción de participaciones y la falta de capacidad técnica y científica a
nivel estatal y local, poco pueden hacer.
Los protocolos, las reglas de convivencia deben de ser emitidas por el
gobierno federal, que ante el fracaso de su política de salud pública, ha preferido
dejar la responsabilidad en estados y municipios sin capacidad para
asumirla.
Desde diciembre sabíamos
que llegaría la pandemia. El presidente dijo públicamente que estaba preparado
su gobierno para enfrentarla. Al día de
hoy no tiene protocolos ni para dispersar recursos de apoyo a adultos mayores
sin ponerlos en riesgo. Se han realizado
compras de emergencia a precios elevados de insumos médicos. La protección de los miembros de los
servicios de salud ha brillado por su ausencia, dando como resultado la mayor
proporción mundial de trabajadores de salud fallecidos en la lucha contra la
infección. Se sigue insistiendo en la
inutilidad del cubrebocas y la careta, cuando TODO el mundo camina en sentido
contrario, y lo mismo sucede con las pruebas. Tal parece que el gobierno
prefiere asumir mayor daño económico y mayor pérdida de vidas, que reconocer su
error y rectificar.
Sugiero hacerle caso a las
recomendaciones de gobiernos de países que han logrado contener exitosamente la
pandemia, y analizar detalladamente las recomendaciones del gobierno mexicano,
por tu bien y el de tu familia.