El Baldón: ¿Y tú mi bien, que me das?
Por: José Miguel Cobián
Toda
democracia debe estar basada en pesos y contrapesos. Por ello, en principio estoy de acuerdo en
que una cámara baja dividida es lo mejor que le puede pasar a México en el
2021. Pero, para lograrlo los partidos opositores de la alianza Va Por México,
y Movimiento Ciudadano en los escasos lugares donde puede ganar, deben escuchar
la letra de la canción que inspira el título de esta colaboración.
Es
indudable que hay un sector de la población que está absolutamente en contra de
la mayoría de las políticas públicas que ha llevado a cabo el gobierno actual,
a ellos los partidos de oposición no necesitan ofrecerles nada, son votos
seguros, lo que se conoce como voto duro.
Entendemos
también que los distritos en los que la alianza opositora decidió ir en
conjunto son distritos en su mayoría que solos ninguno de los tres partidos
tendría posibilidades de ganar, así que suman votos y esfuerzos, para ver si el
elector los favorece en las urnas.
Enfrentan
en 2021 el mismo problema que sufrió la alianza PAN-PRD en 2018. En aquéllos aciagos días resultaba un
problema de conciencia para el elector perredista, votar a favor de un
candidato salido de las filas del eterno enemigo, la derecha que llamaban
reaccionaria dentro del partido amarillo.
También para el elector panista había un problema de conciencia, para
votar por algún candidato emanado del partiducho comunista ese. Tan fue un problema que la suma de las
votaciones de ambos partidos en muchos distritos electorales fue inferior a los
resultados históricos separados de cada uno de ellos sumado.
Ahora
en la alianza Va por México son tres los partidos, y tuvieron la gracia de
manejar una unión que permita a los priístas votar por el PRI, a los panistar
por el PAN y a los perredistas por el PRD. Y quizá funcione para diputados
federales donde van unidos, pero en el caso de alcaldías la situación es diferente,
pues la integración de las planillas será factor. Entiendo también que cada partido presentará
su planilla, así quedarán regidores en función de la representación
proporcional que cada partido obtenga, pero aún así, hay un problema mucho más
grave.
Sólo
habrán pasado tres años desde la última elección. Un sector de la población que
votó por Morena en rechazo a la historia de gobierno del PRI o del PAN, tendrá
que decidir su voto. No estoy hablando
del voto duro de Morena que ese ni Dios Padre se los quita. Me refiero al voto razonado de muchos
mexicanos.
Algunos
ya decidieron que deben frenar al gobierno y por eso van a votar por el
candidato a diputado federal o local que pueda ganar a la coalición de
Morena, esos ya tomaron su decisión. Sin
embargo, ni los votos de la coalición de Morena ni los votos de la oposición
alcanzan para ganar en la mayoría de los distritos. Una vez más, elimina las excepciones donde
gana PRI, gana PAN, gana PRD, gana Morena o gana Verde. Esas son excepciones. La gran mayoría de los distritos serán
decididos por los que hoy todavía no están convencidos de a quien otorgar su
voto.
La
alianza Va por México sufre del mismo pecado que la alianza de Morena: ¡ La
soberbia ¡. Ambos grupos piensan que
tienen al elector en la bolsa, ya sea por convencimiento o por capacidad de
movilización y compra de votos, por los programas sociales, en unos casos
implementados y en otros eliminados, etc.
Ambos grupos se consideran seguros ganadores gracias a sus estrategias,
pero y he aquí el problema más grave para el país, ninguno de los dos grupos
ofrece algo diferente a lo que ofrecieron en 2018, salvo en un caso, la
continuación de las políticas actuales y el otro caso, el freno a las políticas
actuales. Es decir, se está jugando el
futuro de México en un referéndum según los partidos políticos, y olvidan los
matices que mueven a muchos electores
que hoy por indecisos, podrán convertirse el día de mañana en
abstencionistas.
Ninguno
de los dos grupos o coaliciones ha decidido hacer un análisis de lo que se ha
hecho mal y de lo que se ha hecho bien.
Ninguno de ellos ha intentado ofrecer corregir sus errores del pasado,
para beneficiar a México. Ambos grupos
están haciendo política, -la de siempre-, la de escoger a los allegados a
quienes tienen puestos de poder e influencia, para incrementar su poder e
influencia. Ambos grupos afirman que
harán una democrática selección de candidatos, cuando una persona medianamente
informada pude dar los nombres de los candidatos de cada grupo.
Esto
significa que México y los electores se han convertido en rehenes de la clase
política. Ni la terrible derrota del 2018 de la oposición, ni las muestras de
rechazo y la baja de la intención de voto por el partido oficial, han servido
para empoderar al elector, para llevar a primer plano sus intereses y sus
necesidades. Los partidos políticos de
México hoy continúan siendo los mismos de siempre, esos que se reparten el
pastel que representa el presupuesto público, los que se reparten los contratos
federales y estatales, los que generan nuevos ricos cada tres y seis años. Es decir, políticos mexicanos actuando como
políticos mexicanos.
Para
cualquiera que viva en una democracia desarrollada, resulta poco menos que
ridículo observar la cantidad de legisladores federales que buscan la
reelección después de tan pobre desempeño. Y más ridículo será observar cuántos
de ellos lo logran, en opinión de quien esto escribe serán muchos más de los
que el sentido común aceptaría como un número razonable.
Observar
a funcionarios saltando de un puesto
público a una candidatura también resulta ridículo. Para no entrar en
muchos detalles, el candidato al gobierno de Sonora por el partido oficial es
el mismo que fracasó rotundamente al frente de la secretaría de seguridad
pública federal. Y aun así, tiene probabilidades de ganar la elección. El candidato al gobierno de Guerrero del
partido oficial es el mismo que cuando fue alcalde de Acapulco vio
incrementarse brutalmente el negocio del narcotráfico en su municipio.
A
nivel estatal, en los partidos opositores, hoy ya sabemos quiénes serán los
candidatos, pues el reparto de cotos de poder resulta obvio para quienes están
ya iniciados en la política estatal. Es decir, de los dos lados, se reparten cotos
de poder, sin importar ni los intereses ni las necesidades de los mexicanos.
Nadie
puede afirmar que serán candidatos los mejores hombres y mujeres, los más
preparados para el cargo, los que mejor podrán desempeñarse para beneficio de
los mexicanos. Al contrario, podemos
desde ahora afirmar que serán en muchos casos personajes incapaces para ocupar
una curul, sin la cultura cívica y legal requerida, pero eso sí, muy leales y
amigos de algún poderoso que los llevará al triunfo, ya sea con el presupuesto
público utilizado para la compra y movilización de votos, o con la manipulación
del rechazo de un sector de la población.
Una vez más, política mexicana como siempre.
Y
México y los ciudadanos, que sigan esperando un futuro mejor. Hoy como siempre,
les va a tocar validar la selección que se hizo a conveniencia de los intereses
de otros.
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