El Baldón: Disipando dudas sobre la reforma eléctrica
José Miguel Cobián.
Durante
el reinado de Enrique Peña, el gobierno comprendió que no había recursos
suficientes en el sector público para atender las demandas de inversión que se
requerían para incrementar la oferta de energía eléctrica en el país. Siendo CFE quién tiene el monopolio de
transmisión, y el mayor vendedor de electricidad, se decidió que pudiera
generar electricidad para su venta a CFE el sector privado. Aunado a ello, el compromiso con el acuerdo
de París exige que cada año, un mayor porcentaje de la energía que se consuma
en el país provenga de energías limpias.
Se
desarrollaron varios proyectos con inversiones multimillonarias en términos de
dólares y México comenzó a aprovechar su potencial solar y eólico, así como
aprovechar el gas barato de Texas, con la construcción de plantas de ciclo
combinado, que si bien no es energía limpia, se considera de transición hacia
energías limpias, pues es mucho menos contaminante que producir electricidad
quemando petróleo, carbón o combustóleo.
Así CFE ganaría con la venta de energía, sin tener que invertir un solo
peso en la infraestructura para generarla.
Esto
mejoraría la posición financiera de la empresa, sus utilidades y la posibilidad
de reducir su deuda y sus pérdidas anuales. Además, se promovió la construcción
de redes de conducción de electricidad desde las zonas donde se genera a la
zona de consumo. Pues la red eléctrica nacional es deficitaria en cuanto a
estas redes de distribución. Sobre todo en el la península de Yucatán en cuanto
a consumo y en la zona de la ventosa en cuanto a producción y transmisión hacia
el centro del país.
Así
estábamos cuando llega el nuevo gobierno, y lo primero que hacen es cancelar un
proyecto de construcción red eléctrica que llevaría la energía generada en la
zona del Istmo de Tehuantepec hacia el bajío, que es la zona industrial con
mayor crecimiento en México.
Aparentemente el nacionalismo implica que CFE gaste dinero que no tiene
para construir algo que los privados podrían construir y luego cobrar una renta
por ello. Se esperaba que el nuevo
gobierno negociara el monto de la renta pero en lugar de ello, simplemente
cancelaron el proyecto.
Recordemos
que también hubo un conflicto con unos ductos para traer gas a México, que al
terminar la negociación resultó que en términos de valor presente se elevó el
costo en aproximadamente 500 millones de dólares.
Viviendo
entre apagones inéditos por su frecuencia y pretextos absurdos como la quema de
pastizales debajo de las líneas de transmisión, llega el momento en que México
ya no puede vender un residuo de la refinación de petróleo para que sea
consumido en barcos, ya que la producción de México es altamente contaminante
en azufre, supera en diez veces el límite establecido para usarse en alta
mar. Este residuo contaminante que es
dañino para la salud y para el medio ambiente se llama combustóleo.
México
al refinar un barril de petróleo obtiene alrededor de un 34% de
combustóleo. Las refinerías americanas
obtienen alrededor de un 4%. El
combustóleo mexicano debido a las deficiencias en las refinerías tiene un 5% de
contenido de azufre, que se podría reducir, pero no se cuenta ni con la
tecnología ni con las inversiones necesarias para hacerlo, así que no queda más
remedio que guardarlo o quemarlo con el consiguiente daño a la salud y al medio
ambiente.
Al
acumularse el combustóleo llega la genial idea de usarlo para producir
electricidad. Pero hay un inconveniente. Las plantas de producción de
electricidad vía carbón o vía combustóleo, genera una electricidad cara. La reforma de Peña Nieto obliga a CFE a
consumir la energía más barata que le ofrezcan, ya sea la propia o la que
produzcan particulares, y resulta que la energía generada por método solar,
geotérmica o eólica le cuesta a CFE menos de la cuarta parte que le cuesta
producir con carbón o combustóleo. Así que
por ley, debería recibir y comercializar primero la producida con energías
limpias.
Esto
provoca la acumulación de combustóleo en las bodegas de Pemex. La decisión
equivocada que se toma es que se reabran las plantas que lo utilizan para
reducir inventarios. Pero también había que cambiar la ley, dañando inversiones
a largo plazo, violando tratados comerciales y engañando a la población
diciendo que se recupera el control de la producción de electricidad para la
nación.
La
soberanía bien entendida implica utilizar la energía más barata producida en
territorio nacional. A CFE le conviene comprar energía barata y venderla a
precio de mercado, lo cual incrementa su margen de utilidad bruta. Pero eso no
le conviene a PEMEX, que no ha invertido en coquizadoras y refinadoras para
reducir el contenido de azufre del combustóleo mexicano y poder venderlo para
su uso en barcos. Cabe aclarar que una
parte si se exporta a Estados Unidos para ser procesado en sus propias
refinerías.
La
ley cuando llegue a la Suprema Corte de Justicia será declarada constitucional,
debido al número de jueces que controla el ejecutivo. De ahí, iniciarán
litigios internacionales que le costarán mucho dinero a México, mientras el
combustóleo se quemará en territorio nacional, en lugar de invertir y
procesarlo como se hace en todo el mundo, con lo que se dañará la salud de los
mexicanos, y nos convertiremos en un país más contaminante en tiempos en que
urge reducir el calentamiento global.
Las
cortes internacionales darán la razón a los inversionistas, nacionales y extranjeros
y México tendrá que pagar enormes indemnizaciones. CFE producirá electricidad más cara, tendrá
más pérdidas que pagaremos todos los mexicanos, ya sea con subsidios o con
aumentos de precio.
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