El Baldón. ¿Son responsabilidad del gobierno las muertes
por COVID?
Por: José Miguel Cobián
Vivimos
en un país surrealista. Decía un buen amigo, que si México no existiera,
hubiera habido una asociación entre Waltt Disney y Frankz Kafka para
inventarlo. Cada vez que analizo lo
que pasa en México, pienso que mi amigo era muy sabio y tenía razón.
Partamos
de algunos datos: Forbes publicó hace
poco, que el 91% de los mexicanos está contento
(aprueba) el manejo de la pandemia por parte del gobierno federal. Para cualquier persona que viva en el
extranjero y conozca los datos duros de la pandemia, esta noticia sería algo
absolutamente asombroso y digno de un estudio profundo de comunicación
política, debido a que México es un país que ronda ya las 600,000 muertes por
COVID, es el país con más muertes por cada cien mil habitantes, y además es
todo un caso de estudio, pues ni el país más atrasado de África manejó tan mal
la pandemia como el nuestro.
Tuvimos
y tenemos un asesor científico del presidente que lo único que sabe decir es
¨Sí señor Presidente, lo que usted diga señor Presidente¨ que a estas alturas
ya corre riesgo de ser juzgado por genocidio.
Tenemos a un presidente que no entiende absolutamente nada de temas
científicos, pero gobierna en base a ocurrencias. Un presidente que queriendo agradar a Trump
decidió no usar cubrebocas, ni siquiera cuando su hijo estuvo contagiado,
siendo el propio presidente un posible factor de contagio. Tenemos a López Gatell saliendo a la playa
en medio de lo más álgido de la segunda ola, caminando por las calles de la
ciudad de México sin cubrebocas. Tenemos a un director de Comisión Federal de
Electricidad que le dice a un reportero ¨¡Quítate el bozal !¨ en alusión al uso de cubrebocas cuando lo
estaba entrevistando.
Vivimos
en un país, uno de los pocos países que acepta viajeros de todo el mundo, aún
de los países con nuevas cepas del virus, o que sufren la mayor
virulencia. Uno de los pocos del mundo
que no solicita una prueba PCR para sus viajeros internacionales, que solo
realiza un cuestionario que al recibirlo, las autoridades lo tiran a la
basura. Un país donde a la población no
se le hacen pruebas para poder identificar a los asintomáticos y evitar que
propaguen el virus. Un país donde al
gobierno le importaba que la gente no llenara los hospitales, y convencieron a
muchos de morir en su cama en su casa, para posteriormente presumir que había
camas disponibles. Un país en el cual
la COFEPRIS autoriza vacunas como la Sinovac o la Cansino por razones
políticas, y hoy también en un país que vacuna poco a poco a la población por
temor a tener que informar que se acabaron las vacunas.
Después
de leer la letanía anterior, cualquier se sorprende del 91% de aprobación del
manejo de la pandemia por parte del gobierno.
Y ahí es dónde podemos partir para comenzar a evaluar al mexicano
promedio. Primero tenemos que recordar
que hoy no hay mexicano que no sepa que es el COVID ni cómo se transmite. Por lo tanto, si no hubiera gobierno ni
mensajes de las autoridades, todos sabemos que debemos de hacer para cuidarnos
y cuidar a nuestras familias.
A
pesar de la infodemia, sabemos que los bebés, que los niños pequeños, que los
adolescentes, que los adultos jóvenes, y que el resto de la población se puede
infectar. Sabemos que aunque la Delta
ahora mata menos gente, sigue matando el
virus. Sabemos también que las vacunas
han funcionado, porque si antes eran los adultos mayores los que llegaban a los
hospitales, hoy los que llegan vienen de categorías de edad mucho menores.
Por
lo tanto si todos sabemos que no podemos confiar en el gobierno, en teoría, los
propios ciudadanos serían los responsables de cuidarse. Pero el problema surge en los muchos Méxicos
que existen. Hay un México en el cual
la gente le hace caso al presidente, que no tiene la capacidad para darse
cuenta de que el presidente miente y pone en riesgo la salud de quién lo
escucha y la de la familia de quién lo escucha. Ese México le cree a López Gatell y al
presidente y a Bartlett cuando los ve sin cubrebocas.
Es
el México que cree que es seguro que los niños vuelvan a clases, y es el mismo
México que cree que si alguien se contagia de Covid es porque Dios o la Virgen
de Guadalupe así lo decidieron, o les agradece a ellos el no haberse
contagiado, a pesar de no cumplir con las medidas de seguridad. Y es a ellos a quienes agradece si algún
familiar enferma y se cura, si considerar que el 98% de los que enferman sobreviven
invariablemente.
Hay
una enorme cantidad de mexicanos sin el mínimo conocimiento científico para
poder entender la relación de causa y efecto, entre exponerse y
enfermarse. En hospitales es común
escuchar ¨pero si sólo fuimos a una comida familiar¨. La ignorancia abunda. Al grado de que aquéllos que no cuestionaron
por vacunar a sus hijos contra sarampión, polio, y el resto del cuadro básico,
esos que comprenden que la mortandad por esas enfermedades se redujo gracias
los avances científicos, hoy rechazan, sin ningún conocimiento científico, sino
simplemente por haber escuchado a un charlatán en youtube o leído en internet,
rechazan las vacunas.
Podemos
concluir que el gobierno tiene mucha culpa en cuanto a la transmisión de la
enfermedad, pues siendo su obligación educar a la gente, manejaron la pandemia
a capricho del presidente, quien a pesar de ser muy querido no posee los conocimientos para hacer
recomendaciones sobre el manejo de una pandemia, ni posee la humildad
suficiente como para escuchar y aprender de los que saben.
Sin
embargo, al final, cada quién es responsable de su propia vida y la de los
suyos. Así que también hay un componente de responsabilidad personal, en la
falta de cuidado para prevenir los contagios.
Baste ver gente sin cubrebocas, gente con cubre papada o usándolo pero
debajo de la nariz. Leer y escuchar a los ignorantes anti vacunas, o a los
fieles creyentes en remedios mágicos como el dióxido de cloro, o cualquier otro
remedio inútil pero que sirve como placebo para un sector de la población.
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