El Baldón: El Papel
de las fuerzas del orden en México
José Miguel Cobián
Las fuerzas del orden. Así se le llama
a la policía en cualquiera de sus facetas, ya sea ministerial, guardia
nacional, guardia civil, o cualquier nombre con el que se designen las policías
municipales, estatales y federales.
Fuerzas del orden. ¿Qué orden
sostienen y respaldan las fuerzas del orden en México? ¿A que intereses sirven? ¿Cuál es su
verdadera función?
El orden institucional en México es un
absoluto desorden. El nivel de impunidad es brutal, las leyes no se aplican en
el país, a ciencia y paciencia de un pueblo mexicano al cual le importa un
comino si se aplica o no la ley.
El nivel de ignorancia del pueblo de
México es tal, que no comprende la razón de ser de las leyes y el estado. Los mexicanos decidieron y decidimos vivir
en armonía en un determinado territorio que denominamos México. Las reglas de convivencia son precisamente
las leyes que nos rigen. La principal obligación del estado es la de cumplir y
hacer cumplir las leyes que rigen nuestra convivencia social y la relación de
los ciudadanos con el estado. Si el
gobierno no cumple ni hace cumplir la ley, entonces el gobierno no sirve a los
ciudadanos. Si acaso, se sirve a sí mismo.
La raíz de los males que vive México
viene de ese pequeño detalle. La ignorancia de los ciudadanos para exigir vivir
en un país donde la ley impere.
Entonces, si no se aplica la ley, ¿para que sirven las policías? La respuesta es contundente, implica también
al ejército y a la marina. Todos los cuerpos que ejercen el supuesto monopolio
de la violencia que corresponde al estado, lo que hacen es defender al sistema
en que vivimos. Medrar en el sistema y obtener beneficios para sí mismos y para
sus amos, que son los que dirigen el sistema, los políticos mexicanos.
Si ud observa el panorama político de
hace 30, 20, 10 o 5 años y observa el actual. Verá que muchos nombres aparecían
en esos años y también ahora. Es decir, hay muchos mexicanos que se han
dedicado a ser vividores del sistema político. Medran, prosperan, hacen
negocios, se hacen multimillonarios, gracias a un sistema político que premia
al corrupto, al inmoral, al desleal, al traidor a los intereses de la patria,
al que engaña a la población.
Si entendemos que la policía sirve
para mantener el orden, es decir, mantener las cosas tal como están. La represión policial que hemos vislumbrado
en las manifestaciones y en la violencia legal ejercida contra los opositores,
es decir, para reprimir a la población y defender los intereses de los
propietarios del poder en turno.
Resulta absolutamente ingenuo pensar
que la labor de las fuerzas del orden es proteger a la población, prevenir el
delito y ayudar en casos de emergencia. Los mexicanos conocemos a detalle, pero
no comentamos lo que son las policías.
Mientras más bajo es el nivel administrativo, es más peligroso el manejo
de las fuerzas de seguridad.
Sabemos de la manera cómo el crimen
organizado decide quién debe de integrar la policía municipal y la policía
estatal. Sin duda también tienen sus
recomendados en las fiscalías estatales, en las federales, en la guardia
nacional, en el ejército y la marina, pero no es tan grande la cantidad como en
las fuerzas del orden municipales y estatales.
Por eso vemos a fuerzas del orden
extorsionando, robando, secuestrando, asesinando, torturando. Sirviendo a
intereses de sus superiores jerárquicos, a criminales y a sus propios
intereses. Así que cuando un integrante
de las fuerzas del orden comete un delito en contra de un mexicano, no sabe si
lo hacen por orden de una autoridad que quiere su moche, bajo instrucción de un
grupo criminal, o por su propio beneficio actuando por su cuenta.
El estado pierde legitimidad cuando no
cumple con su función primordial, que es garantizar la relación entre
particulares y de éstos con el estado. Un estado es legítimo cuando llega
acorde a las reglas democráticas, sin embargo, cuando quienes llegan al poder
se adueñan del estado para su propio beneficio o para perpetuarse en el poder,
automáticamente el estado pierde su propia legitimidad. Y lo que es peor, los propios ciudadanos
dejan de otorgarle su respeto y obediencia, generando principios de anarquía, y
deslegitimando su capacidad de gobernar (si es que realmente desean gobernar,
que en estos momentos no es el caso).
Conclusión, cuando alguien gana una
elección se siente dueño del puesto, del presupuesto y de el municipio, estado
o del país, y además reparte el botín, no solo de puestos y salarios, sino
también de los jugosos negocios que se realizan en un país sin ley como México,
desde la cúpula del poder. Las fuerzas del orden son las que protegen este
orden, es decir, que las cosas sucedan tal como vienen sucediendo hasta la
fecha.
Pagar a tanto integrante de las
fuerzas del orden, que solo sirve para proteger los intereses de los dueños del
país, representa un tremendo desperdicio de recursos en el país en el cual la
población no exige absolutamente nada, y además cuenta con la gracia de aceptar
cualquier aberración cometida por sus propias autoridades.
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