El Baldón: El funcionario chiquito
Por José Miguel Cobián
El complejo
de superioridad es un
mecanismo inconsciente, neurológico, en el cual tratan de compensarse los sentimientos de inferioridad de los individuos, resaltando aquellas
cualidades en las que sobresalen. Es lógico pensar que cada individuo posea
aspectos positivos y otros negativos. Posiblemente los aspectos negativos del
ser son obviados por su psiquis para obcecarse sólo con los positivos. El
término fue acuñado por Alfred
Adler (7
de febrero de 1870 – 28
de mayo de 1937).
Wikipedia.
Se ha dado cuenta usted de cómo cambia la
personalidad de algunas personas, siendo muy afables y amables como ciudadanos
comunes, y el radical cambio que sufren esas personas cuando asumen un cargo
público. Entonces se vuelven soberbios, prepotentes, arbitrarios, pierden la
educación y la sencillez.
He tratado de investigar la razón pues he
escuchado a funcionarios decir ¨como se atreve a tratarme así, si tengo nivel
de Secretario, o tengo nivel de subsecretario¨, como si eso los hiciera
personas diferentes.
Resulta muy triste también, el conocer
como se deprimen una vez que abandonan el puesto, y pasan otra vez a ser
ciudadanos comunes y corrientes. La tristeza que padecen al darse cuenta de que
sus chistes no son los mejores, que su simpatía ya no es la misma, que su
carisma se perdió, y que la gente que los apreciaba, de repente los olvidó.
He visto a ex funcionarios deprimirse,
porque dejaron el puesto. He visto a candidatos dejar de salir a la calle
durante seis meses porque no ganaron la elección, y rumiar y rumiar una y otra
y vez acusando a quienes ellos suponen son culpables de su derrota, e incluso
afirmar que el pueblo es muy tonto por no haber aprovechado la oportunidad de
elegirlos. Jamás hay una reflexión de
autocrítica o de análisis sincero y reconocer los propios errores.
El título de esta colaboración surge
porque aquéllos funcionarios que con mayor prepotencia actúan son precisamente
los que sufren el más grande complejo de inferioridad. Ellos son casos clínicos y patológicos de
personalidades enfermas que sufren de una absoluta falta de autoestima. Ellos
piensan que no valen nada, y por ello, una vez que asumen un puesto de poder,
actúan como ellos consideran debe de actuar alguien de su ¨posición¨, en lugar
de actuar como seres humanos, con sensibilidad y preocupación por servir.
Cuando usted se encuentre con un
funcionario chiquito, le sugiero que primero entienda y compadezca a ese burócrata
que sin el puesto él mismo considera que no vale nada, y por ello, le hace
esperar en una larga antesala, le deja plantado una vez que realizaron una
cita, y no tiene la gentileza o la educación de avisarle con tiempo que no
podrá atenderle porque algún asunto requiere su atención. No le reclame.
En una ocasión un funcionario del gobierno
de Dante Delgado, hizo esperar a una comitiva de cordobeses, a los que citó en
su oficina en Xalapa a las nueve de la mañana. Este funcionario obligó a sus
visitas a levantarse a las cinco de la mañana para estar en punto de las nueve
en su oficina. Nos atendió a la una de la tarde, cuatro horas después, y su
pretexto fue que el Sr. Gobernador lo había requerido. De manera imprudente, quien esto escribe, le
reclamó, diciendo que tanto él como el Sr. Gobernador estaban para servir a la
población, así que lo más conveniente es que hicieran sus juntas en un horario
que no afectara la atención a la ciudadanía, sus verdaderos patrones. La reacción fue clara y contundente, se
ofendió, no resolvió el asunto que se iba a tratar, e inició una cacería de
brujas contra quien esto escribe, de la cual me salvé porque Dios me protegió y
me dio la inteligencia para sortear todas las trampas que dicho funcionario en
su odio, dirigió hacia mí.
Lamentablemente hoy todavía, desde el
presidente de la República para abajo, los funcionarios –en su mayoría, más no
todos-, siguen sin entender que su poder es prestado por el pueblo, y que están
para atender a ese mismo pueblo que desprecian y humillan cada vez que se
acerca para ser atendido, atención a la cual están obligados y para eso se les
paga a esos funcionarios chiquitos.
Le sugiero también que si encuentra a un
funcionario que no sea ¨chiquito¨, también se lo haga saber. En lo personal se
me ocurre el tesorero cordobés. Siempre igual en su trato. He ahí un ejemplo a
nivel municipal de un funcionario que no es ¨chiquito¨. Otro al que veo siempre
en las noticias atendiendo según su obligación y deshaciendo entuertos es al
subsecretario de gobierno. Debe de haber más, pero no son fáciles de localizar.
Usted tendrá los suyos también.
Por eso Padre, dijo Jesús, mejor déjalos como están,
que se acaben solos entre ellos y después hacemos otro país con gente que sepa
apreciar lo que les diste de recursos naturales, ubicación geográfica, clima,
agua en abundancia y tierra fértil. Pero te suplico, no me mandes otra vez. Con
una crucifixión es suficiente!! Los mexicanos quieren acabar con la
impunidad, pero no con la propia.¨