JUVENTUDES DESESPERADAS
Ángel Lara Platas
Lo que se escenificó en la Universidad Iberoamericana en la reciente visita
del candidato presidencial Enrique Peña Nieto, podría clasificarse como una
obra de tres actos.
El primer acto fue la recepción que un grupo de estudiantes da a Peña en el
exterior del auditorio -y que al parecer
ya no encontraron asientos vacíos en el lugar del encuentro-, mismos que al
momento del arribo abrieron hostilidades contra el candidato y los periodistas
que cubrían las actividades proselitistas de la campaña. Este mismo escenario
se repite al momento que los invitados se retiran del recinto rumbo al
estacionamiento para abordar sus vehículos.
El segundo acto se da en el interior del auditorio: los estudiantes muestran
mejor compostura, los ánimos parecen menos caldeados, las preguntas –aunque muy
contundentes- son formuladas sin interrupciones, y las respuestas son
escuchadas con atención.
El tercer acto se escenifica con la disertación de Peña y los aplausos a
algunas de las contestaciones.
Sin embargo, no dejan de llamar la atención algunos detalles de lo que ahí
ocurrió, porque no se trata de una cuestión privativa de ese centro escolar.
Los jóvenes -que mostraban en pancartas imágenes caricaturizadas de Carlos
Salinas, al tiempo que coreaban consignas
como “Atenco no se olvida”-, en su
rostro colectivo se podía observar enojo, coraje e impotencia. Pero esa actitud
no tenía su origen en lo inmediato. Por supuesto que era el resultado del perenne olvido que ha agobiado a las juventudes por
parte de los gobiernos y sus instituciones.
Realmente no importaba tanto que no supieran algunos dónde quedaba Atenco,
o qué ocurrió ahí.
Aunque lo narrado sucedió en la Ibero y el destinatario esta vez fue el mexiquense,
analizando el tema con mayor profundidad es un fuerte llamado a quienes van a
gobernar este país.
Las actuales generaciones de jóvenes están desesperadas, exigen un destino
propio, no ajeno. Desean ser tratados con respeto y reconocimiento, no con
lasitud.
Quieren ser el presente (activo) y dejar de ser el futuro (incierto) que
nada construye.
Pero en la parte reflexiva, a nadie debe espantar el incidente en la Ibero.
Fue la oportunidad de los alumnos para hacerse escuchar. Fue una
exclamación desesperada que reclama a quien llegue al poder, que se siente con
ellos -y con otros-, para establecer una agenda de prioridades con las
problemáticas que atañen a la juventud.
De que el recibimiento fue agrio… ni se discute. De que los insultos que
brotan de bocas adolescentes lastiman a quienes los escuchan y a los que se
enteran… ni duda cabe.
Tampoco es gratificante saber que desde hace 35 años los temas juveniles no
forman parte de los proyectos presidenciales.
En 1972 el Presidente Luís Echeverría Álvarez decidió visitar la UNAM.
Cuando explicaba los motivos de su visita, un joven estudiante lanzó una piedra
a su cabeza. A pesar que la sangre corrió por su frente, el mandatario interpretó
aquel impulso como un urgente llamado de los jóvenes para ser escuchados y
atendidos.
Durante el sexenio de Echeverría (antes y después de la agresión), las
puertas de Los Pinos permanecieron abiertas para ellos.
Hasta ahora ningún presidente de la República ha aprendido la lección –no
la de la pedrada, por supuesto-.
Para Peña no fue ninguna sorpresa lo que ocurriría en la universidad a su
llegada. Ese día, en medios de comunicación se informó con puntual detalle lo
que ahí iba a pasar. Decidió ir, dar la cara, y hablar con los jóvenes. Sabía
lo que le esperaba. Los votantes también supieron que fue lo que pasó, lo
reflejan las encuestas post visita.
En las universidades convergen todo tipo de ideologías y preferencias
partidistas. La espontaneidad libre de atavismos es una de las marcas más
visibles de las comunidades estudiantiles. A su modo y con su circunstancia y
sin distingo de raza o credo, crecientemente participan en las decisiones
políticas de sus países. Estas imágenes no son exclusivas de México.
Los jóvenes son los mejor informados del mundo y los que mejor operan las
nuevas tecnologías de la comunicación. Sus análisis y visión de las cosas
superan con mucho a gran parte de los usufructuarios del poder político.
Don Jesús Reyes Heroles argumentaba que cualquier contacto con los jóvenes
es una inversión.
Aristóteles decía que fatiga menos caminar sobre terreno accidentado que
sobre terreno llano.
Siempre es de mayor provecho acudir al encuentro de los problemas, que
evadirlos y dejarlos pasar. Después, nadie los para.
Tampoco tiene por qué preocuparse el equipo de campaña de Peña Nieto. El
dato revelador es que ni el debate ni los hechos en la Universidad movieron de
lugar al mexiquense en las encuestas.
Además hay otro apunte: a los votos que Peña trae en su bolsillo, se le
están sumando los votos de castigo al blanquiazul por las fallas del primer
panista, y los de las mujeres enojadas con Josefina, por atribuirle mayor
inteligencia y valentía a los pantalones que a las faldas.
laraplatasangel@gmail.com