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¿Ingenuidad la reducción de plurinominales?

¿Ingenuidad la reducción de plurinominales?

Por José Miguel Cobián Elías
La población insiste en que hay que reducir el número de plurinominales, sin considerar que los plurinominales son los que representan a las minorías en los congresos estatales y el federal. La opción más razonable sería reducir el número de plurinominales a cien en la cámara de diputados, a la mitad en las cámaras de diputados estatales, y reducir el número de diputados tanto federales como estatales. Así se daría gusto a la población pero no resolvería ningún problema de finanzas públicas. Faltarían miles y miles de burócratas que cada sexenio invaden los puestos mejor pagados de la administración pública. Por eso el origen del título de la presente colaboración. Porque la reducción de plurinominales que ofrece el presidente Calderón no resuelve de ninguna manera el problema del gasto, pues México no es sólo el sueldo de 500 diputados o de 128 senadores. Hay secretarios de estado, subsecretarios, directores, subdirectores, oficiales mayores, asesores, etc. Pero como sus sueldos no aparecen normalmente en las noticias y su trabajo no es conocido por la población, entonces no tienen ningún problema y siguen medrando en la “ubre” presupuestal. Aunque si hicieran correctamente su trabajo, serían bien recibidos por la población, el problema es cuando se tiene un “gabinetazo” que no sirve para nada como el de Fox, o un gobierno de amigos, “de cuates” como ha sido bautizado por la población, que tampoco funciona.
Lo que urge es un cambio de mentalidad, en la cual los ciudadanos ejerzan sus derechos y vigilen a los servidores públicos, para que realmente cumplan con lo que deben de realizar, pero eso es una utopía en nuestro país. Y si las utopías son sueños a los que se aspira pero no se va a llegar jamás, entonces habría que analizar que opciones tiene México para mejorar. La primera es que la ciudadanía sea consciente de que su voto sirve, cuando menos como referéndum, para repetir la misma fórmula o color partidista si el ciudadano se sintió atendido, o para cambiarla en caso de que se sienta defraudado. Pero esto también es muy remoto, porque en México no hay cultura de ciudadanía, no hay cultura de los valores humanos ni respeto por ellos. La historia nos muestra que un hombre solo no vale nada, y sólo en grupo es cuando puede aspirar a ser atendido por sus gobiernos.
Otra opción es que desde arriba, desde la cúpula de poder político se perciba la urgencia del cambio ante los riesgos sociales que implique el no cambiar. Así veríamos mayor transparencia, mayor rendición de cuentas, mayor eficiencia, pero sólo como mecanismo de supervivencia del propio sistema político. En tanto este sistema no se sienta amenazado, será muy difícil que cambie su estructura para beneficio de los ciudadanos.
Sí, amable lector o lectora, tal parece que las cosas no tienen remedio, porque cada idea que plasmo en estas líneas nos lleva al pesimismo, a la desesperanza, y cualquier avance pareciera que en caso de venir de la clase gobernante, sería como una graciosa dádiva a un pueblo ansioso de recibir migajas de mejoría en su nivel de vida. Sin embargo estoy convencido de que el cambio vendrá por el afán de supervivencia del poder político o del económico. Tarde o temprano verán que la mejor opción para que unos conserven el poder político y los otros continúen con sus ganancias económicas, será el desarrollo del país, y para poder desarrollar a México, habrá que darle más libertades y mayor conciencia del valor del ser humano como individuo. Sólo así podremos avanzar, en caso contrario, cada día estaremos peor, hasta que los que detentan el poder político corran el riesgo de perderlo mediante una reacción violenta de la desesperada población. Y con ello, perderían también y mucho, aquéllos que detentan el poder económico. Así como un único afán de supervivencia, a la clase gobernante no le queda otra opción que mejorar a corto o largo plazo, y si no lo deciden, entonces perecer por su inamovilidad y perder el poder tanto político como económico. Aunque éste último ha sabido reconstruirse una y otra vez, después de cada movimiento armado, de tal forma que vemos después de la guerra de reforma a los mismos en el poder económico, y lo mismo sucede después de la guerra de independencia unos años antes, o en la revolución mexicana unos años después. Si acaso hay alguna movilidad en los actores económicos y los rubros que dejan utilidades. Recordemos a los mártires de Río Blanco que lucharon contra las textileras, mismas que hoy la competencia mundial y la desmedida apertura comercial de nuestro país han condenado a la extinción.
Ingenuos o no, hay que buscar soluciones más allá de la reducción de unos cuantos puestos públicos, y recordar que no debemos usar de chivos expiatorios a diputados y senadores, cuando nosotros mismos permitimos que pase lo que sucede y se degrade aún más nuestro tejido social. Cada quien debe de cumplir con su responsabilidad, más allá de la búsqueda del diario sustento.
www.josecobian.blogspot.com miguelcobian@gmail.com
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