Por: José Miguel Cobián
Se ha dado cuenta amable lector, que en
nuestro país, la izquierda es una verdadera caricatura de lo que debiera ser la
actitud de quien se identifique como tal.
Los de izquierda son de avanzada,
ecologistas, cuidadosos del medio ambiente y buscadores de mejoras para la
población más marginada. En México
aumentar los precios de la gasolina, y evitar el subsidio a los precios de los
combustibles se convierte en tabú para la izquierda. Sin embargo, eliminar esos subsidios lleva a
recaudar directamente a las clases medias y altas, lo cual podría implicar que
esos recursos pudieran llevarse al combate a la pobreza. Pero el combate a la pobreza no es regalar
dinero a los pobres, la verdadera política de combate a la pobreza debiera ser
aquélla que permitiera generar empleos, riqueza y mejores condiciones de vida
para esos cincuenta y tres millones de mexicanos que se ubican debajo de la
línea de pobreza según el INEGI. Si a
ello le añadimos el beneficio para el medio ambiente, ante la reducción en el
consumo y con ello de la contaminación por los combustibles, la izquierda
debería de aplaudir los aumentos y buscar redistribuir ese subsidio hacia otros
fines… Pero en México no pasa esto.
Siguiendo con el tema de los combustibles.
Todos en México sabemos que PEMEX es un nido de corrupción y generador de
riqueza para unos cuantos mexicanos. Adicionalmente sabemos que importamos
gasolinas, y que ello provoca que se tenga que subsidiar la gasolina que se
vende en el país. Lo lógico sería
producir gasolinas en México. Se
entiende que el gobierno no tiene el dinero para echar a andar las refinerías
necesarias, entonces la solución es que el petróleo se refine en México
mediante empresas privadas. La izquierda
grita: ¨pecado mortal¨. E impide que se instalen refinerías financiadas por
capital privado, a cambio de ello, la izquierda mexicana apoya que una
refinería en Houston, sea la que produzca nuestras gasolinas, y nos las venda a
los mexicanos a precio de dólar, con la ventaja para la izquierda, de que los
empleos que genera esa refinería, se crean en Estados Unidos, no en
México. Absurdo pero real.
La izquierda en México defiende a los
sindicatos, en particular a algunos terriblemente corruptos. Lo hacen por razones políticas, no por
razones ideológicas, pues lo razonable sería que la izquierda luchara en contra
de entregar tantos recursos a sindicatos, como el de los petroleros, el de los
maestros, el del ISSSTE, el del IMSS, etc. Y usar esos recursos para mejorar el
nivel de vida de los propios trabajadores, en lugar de solapar que los líderes
sean los que lucren con el dinero que es de todos los mexicanos, y que se
reparte mediante conquistas sindicales, a pequeños grupos de ciudadanos
trabajadores, a costillas del bienestar de la mayoría de los mexicanos, que no
tenemos acceso a esas prestaciones, pero que tenemos que pagar por ellas, para
unos cuantos.
Cuando de justicia social se trata, la búsqueda
de la izquierda es clientelar. A tal
grado son especialistas en ello, que Enrique Peña Nieto tuvo que acudir a una
experta en el manejo clientelar de los apoyos a los más necesitados, para
hacerla titular de la Secretaría que se encarga del desarrollo social. Así se anuncia una cruzada contra el hambre,
que una vez que se analizan los municipios a los que va dirigida, se entiende
que no va contra el hambre, sino contra los votos en contra del PRI en zonas urbanas
de pobreza media o baja, pero no combate la verdadera pobreza en los municipios
más pauperizados del país. Y lo peor de
todo esto, es que a pesar de saber la izquierda que van a utilizar sus
métodos clientelares, nadie de la
izquierda eleva la voz para protestar por estos usos maquiavélicos de la
necesidad humana y del presupuesto público.
México necesita una verdadera izquierda,
pero esa no está representada hoy ni por
el PRD, ni por Movimiento Ciudadano, ni por el PT, y mucho menos por MORENA. En México estamos huérfanos de una verdadera
izquierda y ávidos de que aparezca.